Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 20 de julio de 2013

AMA A TUS MIEDOS




Por muy fuerte que creamos ser y seamos, de hecho, todos tenemos miedo…a algo, a alguien, a una situación, a un estado…temores que en lo más profundo de nuestro ser se encaraman a la bandera de la soledad y nos hacen débiles, frágiles e indefensos en algún momento.
Para poder convivir con lo que se teme hay que seguir un procedimiento que incluye algo que funciona siempre: enviar amor a lo que nos asusta.
Piensa en la situación misma que temes e imagínate lo mejor y lo peor que podría pasar. Cada uno de tus temores representa un área en desarrollo durante esta vida, una parte de tu interior que traes hacia la luz, cambiando las energías negativas por las positivas. Bajo la luz de la conciencia, los miedos pierden su poder. Es sólo cuando acechan bajo la superficie que pueden impedirte hacer aquellas cosas que contribuyen a tu camino superior.
En la medida en que reconozcas tus temores, serás guiado hacia las maneras de liberarte de ellos. Uno de los mejores regalos que te puedes hacer a ti mismo, es examinar las situaciones recurrentes de tu vida que te causan dolor o dificultades y descubrir el temor que yace tras ellas.
El desbloqueo de los miedos comporta grandes gratificaciones y abre el camino a tu pleno potencial, porque en el seno de cada miedo existen nuevas imágenes, intuiciones y revelaciones acerca de lo que eres y de lo que puedes llegar a ser. Si temes no tener dinero para hacer lo que te place, es probable que no te crucen la mente pensamientos de viajes alrededor del mundo, un hogar agradable o independencia económica. La liberación de tus miedos te descubrirá grandes espacios de evolución y posibilidades.
Otra manera de liberarte de un temor, una vez que lo hayas reconocido, es sosteniéndolo bajo la luz de tu alma. Imagínate que te acercas a la fría llama azul que representa a tu alma, y que le pides que te libere de tus miedos, que los cure y los aclare.
Despréndete de todo lo que no sirve para tu bien superior y pídele que se desprenda de ti. Sólo tienes que pedirlo y tu alma te guiará inmediatamente por los caminos que te ayudarán a verte libre de tus miedos. Si te crees preparado para desprenderte de tus temores, pide tu liberación ahora mismo. Mantente abierto a los nuevos modos creativos de los que podrás conseguir lo que deseas.
Tú no eres tus temores sino el ser que los experimenta. En vez de decir "Tengo miedo", di "La sensación de miedo me está recorriendo y ahora me desprendo de ella fácilmente". Recuerda que la parte de ti que experimenta la sensación de temor, es sólo una pequeña parte de tu ser.
Puedes aprender a identificar tu yo fuerte y contactar con él enviando amor a tus pensamientos temerosos y reconfortándoles como si fueran niños asustados. Pregunta al temor si tiene un mensaje para ti o si hay algo hacia el que quiere atraer tu atención. Cuando hayas aprendido a amar a tus temores y desprenderte de ellos, podrás avanzar más rápida­mente y solicitar la abundancia que te corresponde por derecho.

Sanaya Roman y Duane Packer

jueves, 18 de julio de 2013

ATRAPAR LA ILUSIÓN



         Me he dado cuenta de que la ilusión es el motor de la vida y el mayor empuje para la supervivencia de nuestras emociones. Cuando la ilusión se nos acerca y decide quedarse al lado nuestro deberíamos hacer un pacto que la mantuviese el mayor tiempo posible.
         Lo mejor para ver el mundo girando en torno a uno es estar ilusionado con o por algo. Hay personas que la sitúan en el trabajo, en las pertenencias materiales o en los proyectos vitales del tipo que sean. Otras la ubican en una persona, en el amor y en la vivencia de las sensaciones que este provoca. Todo puede hacernos ilusión…o nada.
         Algo que diferencia a las personas es precisamente la ilusión que ponga en lo que hace, en lo que siente a cada instante, en lo que vive o en lo que desea que le suceda. Otros sin embargo, nunca están dispuestos a darle cobijo en su morada.
         Siempre escuché a mi madre que ella era feliz, a pesar de las circunstancias y por encima de ellas. La llave de su felicidad era precisamente la emoción que ponía en la vida y en todo lo que hacía y la ilusión que cualquier pequeño logro, la provocaba.
         Hay que quererse mucho a uno mismo para que eso suceda. Hay que estar bien en nuestros adentros y conformes con lo que vaya sucediendo al paso nuestro. Hay que estar preparados para los cambios y serenos ante la adversidad. Firmes como una roca encaramada al propio ego porque hay un egoísmo salvador que nunca deberíamos perder ni relegar al ostracismo.
         Cuando falta la ilusión todo está perdido incluso antes de iniciar la batalla. En realidad, cuando no nos emocionamos con lo que nos sucede, ante lo pequeño o ante lo grande, estamos destinados a la amargura y ese es el comienzo del infierno, aquí en la tierra.
         Quiero que me siga haciendo ilusión cada mínima cosa que me suceda, quiero ver en todo un motivo para aprender, una inspiración para reflexionar y un porqué para seguir.
         Hay que practicar la ilusión. Ejercitarnos en ella. Hay que dejar que los sentimientos se acomoden y encuentre su hueco en el corazón. Una vez iniciado este camino….es fácil amar la vida por encima de todo y abanderar sus extraños caminos para seguir siendo los caminantes que saben sonreír a pesar de que alguna piedra se haya metido en su zapato.  

FORMA Y FONDO




         Cuando pienso en la forma y el fondo de una persona, me da la impresión de que deberían ser dos realidades soldadas a un mismo patrón. Dos pieles que se unen en el interior para recubrir lo mismo. Una sola capa con dos estratos tan sumamente imbricados que no dejen lugar a ningún poro por el que iniciar la separación.
         La forma ha de ajustarse a lo que llevamos dentro. En ocasiones somos verdaderos magos a la hora de colocarnos el vestido exterior y disimular lo que somos. Una veces por vergüenza, otras por orgullo, algunas por miedo y la mayoría por tratar de demostrar que hay lo que no hay o que es otro el que nos habita.
         Podríamos cuestionarnos qué importa más de ambas dimensiones. ¿Acaso es mejor una excelente forma con la que hacernos un hueco en un mundo que selecciona por las apariencias? o mantener la dignidad de un fondo lo suficientemente nítido como para dar coherencia y rigor a todos nuestros actos?.
         Podríamos pensar que la situación ideal es poseer ambas cosas. Que lo mejor está en coincidir plenamente una y otra y que, en definitiva, podemos conciliar el ser, con el deber ser o el parecer.
         Si de algo estoy segura es de que me importan las formas, los modos, las maneras…qué duda cabe que son una tarjeta de presentación inestimable, pero sobre todo me importa el fondo. Qué hay más allá de lo que los ojos ven, qué detrás de la pantalla opaca que todo lo cubre, dónde se encuentran las verdaderas convicciones por las que más tarde nos movemos y en qué parámetros se fundamenta la vida para poder sobrevivirla con posibilidad de éxito.
         Ante un peligro solamente podemos huir o luchar, al menos son las herramientas de supervivencia heredadas de nuestros antecesores, los primates. Sin embargo, hoy en día y en este nuestro punto de evolución, hemos añadido una categoría nueva a las posibilidades de respuesta, la de quedarnos paralizados a ver cómo nos devoran los problemas de la vida.
         De cualquier forma, ante ellos y ante cualquier evento no previsto, lo mejor es mantener la misma identidad en nuestra forma, tanto como en nuestro fondo.
         Alguna vez me han dicho que soy demasiado transparente. Para mí es una virtud aunque en ese momento me lo estuviesen imputando como defecto. En definitiva, los que están en frente saben rápidamente como soy, como vengo y cómo me iré. Eso, hoy en día, es un privilegio porque de confusiones con los demás estamos hartos y de componendas en nombre de la verdad, que son mentira, también.
        

miércoles, 17 de julio de 2013

EXPECTATIVAS POR CUMPLIR




         Una de las circunstancias que nos producen más impotencia y dolor es no ver cumplir expectativas que dependen de otros. Manejar las situaciones a tenor de lo que siente el corazón tiene el riesgo de quedarnos con el vacío solamente, pero aún así, hay que arriesgar.
         Siempre he pensando que la felicidad es una llave que debemos custodiar únicamente nosotros. Ponerla en manos de los demás es ceder el poder de manejarla a su antojo y no a favor de nuestras necesidades. Pero esto que se teoriza tan bien, se ejecuta mal.
         Generalmente nos sentimos conformes cuando nos encontramos en una situación grata que nos envuelve y nos trasciende; el peligro es identificar este escenario con los actores que se mueven en él. Cuando comenzamos a focalizar lo que sentimos en una persona, asociando nuestras emociones a su presencia, a sus movimientos, a las sonrisas y miradas…hemos iniciado un camino difícil de abandonar. Rápidamente surgen las expectativas y el objeto de deseo puede llegar a convertirse en la causa del tormento más insidioso.
         El otro… es un mapa por descubrir. Sus senderos, sus caminos o los trazados de su corazón no deben ser sino vías de tránsito por las que iniciar, paso a paso, nuestro propio recorrido sin esperar encontrar nada definido. Realmente, cada persona tiene, dentro de sí, atajos diferentes para los demás y no todos los otros pueden llegar hasta el mismo punto, una vez avanzado el trayecto dentro de ella.
         Una forma inteligente de no sufrir, es no esperar. La vida debe fluir con las pautas que el destino nos tiene reservadas. No vale tratar de cambiar su rumbo; en este sentido, siempre que pienso en ello, se me representa el curso de un río y su continuo fluir. Cuando un obstáculo se pone en su camino, el agua rodea, bordea y se acomoda a un nuevo trayecto. Ninguna piedra detiene el río. Ninguno podemos detener lo que deba sucedernos, antes o después. Lo que sucede es que podemos intervenir en cómo esperar que ocurra lo que deba: anhelando que suceda, esperando que se produzca, sufriendo inmensamente mientras tanto…o yendo al encuentro de lo que está por llegar con la serenidad en el alma de que nada debemos esperar del otro que se ajuste a nuestro deseo…simplemente creer firmemente en que algún día lo que tanto anhelamos se ha de producir, así sin condicionar el libre fluir de su acontecer.
         Yo al menos me siento más tranquila dejando que el destino me sorprenda una y otra vez sin ser yo la que espere que lo haga por el camino que deseo. Al menos me evito algún sufrimiento que otro…que no es poco.

martes, 16 de julio de 2013

BUEN CAMINO...



Acabo de encontrarme este indicador del camino acertado y me ha parecido interesante.
Dice así:


CÓMO SABER SI VAS POR EL BUEN CAMINO

A menudo la gente me pregunta: ¿Me puedes decir si voy por el buen camino?

- Vas por el buen camino cuando la vida se te presenta fácil, es decir, cuando todo fluye de forma armoniosa

- Vas por el buen camino cuando gozas de bienestar emocional y sientes mucha paz

- Vas por el buen camino cuando confías en la gente y en el proceso de la vida

- Vas por el buen camino cuando eres tolerante con todas las formas de pensar que conducen al Bien (culturas, tradiciones, creencias, ideologías,…) 

- Vas por el buen camino cuando eres respetuoso con todas las formas de vida

- Vas por el buen camino cuando vives en un estado de perpetua gratitud 

- Y vas por el buen camino cuando en tu vida aumentan los hechos sincrónicos, es decir, cuando todo lo que necesitas llega a tu vida de forma fácil y “mágica”.

           Cuando vas por el buen camino tu vida se va a llenar de signos, señales, intuiciones y sueños que te van a llevar a tu mayor bien.

         Al leerlo algo me ha dicho…”efectivamente es muy importante saber si vas por el buen camino”…y sobre todo acertar en elegir la ruta cuando se bifurca.
         El último punto me parece fundamental porque sobre todo debemos ser capaces de valorar lo que sucede en nuestra vida. Muchas veces pensamos que todo va mal…y no es sino una forma de enderezarse la senda, aunque antes haya muchas curvas.
         No sabemos si lo que hoy nos parece una tragedia, mañana será nuestra bendición.
         Hace mucho tiempo, alguien me dijo esta frase…”Dios escribe recto en renglones torcidos”…nunca se me ha olvidado y la aplico siempre que estoy en una encrucijada, en un momento difícil de calificar como bueno y sobre todo, en el instante que llega hasta mi la desesperación porque todo parece ir mal.
         Renglones torcidos que, sin duda, tienen un contenido adecuado, el mío, el de cada uno…el que en ese momento está preparando la llegada de algo que va a sorprendernos y mejorarnos.
         Tengo confianza que estamos en el momento justo, en el punto exacto de nuestra mejor posición, aunque no veamos más allá, ahora y de momento.
Ya veremos con claridad, solo hay que abrir los ojos y seguir mirando.