Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 14 de julio de 2013

DEJAR ESCAPAR...



         A veces dejamos escapar la felicidad sin darnos cuenta. En estas ocasiones lo peor es reconocer que nos ha rozado, más tarde, y que no hemos abierto la puerta. Entonces nos queda una sensación imperiosa de querer volver y restaurar el escenario donde sucedió el hallazgo para cambiar los diálogos y las acciones…pero no es posible.
         Sin embargo, si no somos conscientes de su paso, aunque lo seamos del recuerdo de lo que pudo ser, la amargura es un poco más dulce que cuando estamos frente a ella y la decimos adiós por no arriesgar.
         Solemos ser muy cómodos. Instalados en nuestra área de bienestar cambiamos, con demasiada facilidad,  la emoción por la seguridad. Hay una mentalidad fatalista para lo nuevo.
         El refranero castellano está repleto de frases que apuestan por lo conocido, aunque sea una cárcel, por lo estable, aunque sea una muerte, por la certidumbre, aunque sea la puerta de la apatía y el vacío perpetuo. “Más vale pájaro en mano que ciento volando”, “Vale más lo malo conocido que lo nuevo por conocer”, “cada oveja con su pareja” y otras sentencias semejantes que nos invitan a no apostar por las segundas oportunidades.
         Tenemos miedo. Tememos y padecemos los males de lo que puede salir mal antes de intentarlo. Preferimos la soledad en compañía que la compañía en solitario. Somos así. Empeñados en no sufrir apartamos la felicidad con un plumero por si se torna en dolor rápidamente. Preferimos estar hibernando en la opacidad de los sentimientos muertos, en la vaciedad de las rutinas diarias y en la estupidez de las soledades no decididas, antes que apostar por la plenitud de nuestra alma.
         Una de las cosas más importantes es saber lo que uno quiere, pero sobre todo lo que no quiere. Si focalizásemos nuestra intención en lo que de verdad nos produce felicidad seguro lograríamos la voluntad y fuerza suficiente para conseguirla.
         No podemos dejar escapar nada. Yo, al menos, estoy dispuesta a no perder ni un segundo de la felicidad que esté reservada para mí. Ojalá sea capaz de verla cuando pase cerca y siga dispuesta a gozarla profundamente, en todo su ancho y su largo, dentro de mi corazón.

1 comentario:

  1. Querida florynata, amiga, hermana,tengo 49 años, dos hijas adolescentes y un cáncer de pulmón que aunque está dormido vive conmigo desde hace dos años.
    Cada día me levanto con la absoluta confianza de que la felicidad está por llegarme,que lo mejor me espera y que me quedan muchos bombones por comerme, lo se y esa absoluta seguridad es la que me lleva a disfrutar de la vida incluidos los bajonazos que me pega,porque cada vez que me caigo me levanto mucho mejor y mas fuerte.

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