Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 6 de marzo de 2021

SIN CORONA NI CASTILLO

 

Sin corona ni castillo,

Quiero ser la reina

 de un nuevo imperio.

De las cosas por decir,

de las sonrisas creciendo

de lo que desvela mi sueño

de lo sentido tibio,

en el fondo de mis anhelos.


 

De lo escondido y quieto

Entre tu boca y el pensamiento,

Entre el arco iris naciendo

o entre la paja y el heno.

Sin corona ni castillo

Reina de lo certero.

De verdades sin esquinas

De un dulce amor sereno

Del alma encarcelada

sin llave ni carcelero.

Reina de lo escondido.

De lo no dicho, de lo prohibido

Tatuado en pecho de marinero

Que surca el mar señero

Abriendo la puerta a la jaula

Hecha de oro y miedo.

Lanzo mis ojos al vuelo

Donde busco lo que no tengo

Donde sin querer, encuentro.

Reina de la noche fría.

Reina de lo más estrecho,

Del espacio invadido

por pájaro de mal agüero.

Reina por un día,

De tu amor completo.

jueves, 4 de marzo de 2021

¿QUÉ ES LO PEOR QUE PODRÍA PASARTE?

 

Aprender a relativizar lo que consideramos como importante en nuestra vida, o a lo que damos importancia sin tenerla, es decisivo en la forma en la que planteemos ésta.

¿Te has preguntado alguna vez qué es lo peor que podría sucederte?. Seguro que todos podemos responder a esta pregunta e incluso podríamos hacer un listado con las siguientes más importantes en orden descendente. Y tal vez, sería bueno que lo hiciésemos porque de ese modo podríamos ir tachando lo que de todo ello nos sucede ahora.

Te asombrarías si te digo que muy pocas cosas o ninguna  sucede en tu presente. ¿Por qué vivir adelantando desgracias?. 


 

Se trata de la teoría de la “Profecía auto cumplida”. Pienso que algo va a salir mal y sale. Que no lograré aquella o esta cosa y no lo logro. Que lo que tanto anhelo no se cumplirá y no se cumple.

Deberíamos trabajar en ser más neutros con nuestras emociones. Pecamos de intensidad, muchas veces, o de ligereza, otras. Pero en ambas, extrapolamos emociones y sentimientos y convertimos la esperanza en angustia por lo que vendrá.

La vida es más neutra. En sí mismas, muchas cosas o situaciones, tienen poco que dilucidar. Son como son. Y ya está. Pero nos empeñamos en conceder significados e interpretaciones que nos hacen caminar por una cuerda floja que termina rompiéndose.

En definitiva lo que creas que pasa, va a pasar y si crees en la cosa contraria también lo hará.

Somos lo que pensamos. Nos alimentamos de pensamientos e ideas que parecen no tener fin en nuestra mente. Dialogamos con nosotros mismos sin interlocutor y nos convencemos, una y otra vez, de que lo mal que nos sentimos tiene una base  real que se nos escapa.

No es así. Podemos dominar los pensamientos mucho más de lo que creemos. Tenemos el timón del barco. Usémoslo en línea recta. Así podremos trazar caminos alternativos a los que el oleaje marino nos sugiere.

Creer es crear.

Probemos.

 

martes, 2 de marzo de 2021

¿SOMOS SIEMPRE LOS MISMOS?

 

Nadie somos igual a nadie; todos únicos e irrepetibles y así también son las actitudes que tenemos, lo que provocamos en los demás, nuestras búsquedas o nuestras reacciones y respuestas.

Cada persona somos una y mil a la vez. Tantas como en el momento precisemos según quien tengamos delante. No se trata de tener diferentes versiones de uno mismo, sino de las que a ti llegan de los demás.

Veamos este breve relato al respecto. 


 

“Un joven discípulo solicitó al Maestro Iluminado el asistir en silencio a las entrevistas que éste concedía a aquellas personas que iban en busca de su consejo y sabiduría. 

La primera visita fue la de un hombre que preguntó: 

-Maestro, ¿Dios existe?

-Sí -fue la lacónica respuesta.

En la segunda visita una mujer también preguntó:

-Señor, ¿Dios existe?

-No -fue en esta oportunidad la contestación.

En una tercera visita un joven interrogó:

-Iluminado, ¿Dios existe? En esta ocasión, el Maestro guardó silencio, y el joven se marchó sin una respuesta a la pregunta formulada 

El discípulo, desconcertado por la extraña conducta del Maestro, no pudo por menos que preguntarle: 

-Señor, ¿cómo puede ser que a tres preguntas iguales hayas respondido de modo diferente cada vez?

-Lo primero que has de saber -contestó el Maestro- es que cada contestación va dirigida a la persona que pregunta y por tanto no es para ti ni tampoco para nadie más y lo segundo es que he respondido de acuerdo con la realidad y no con las apariencias.

                  En el primer caso se trataba de un hombre en el que mora la divinidad pero que ahora vive un momento de oscuridad y duda, por eso he querido apoyarlo.

         El segundo caso se trataba de una mujer beata apegada a las formas externas de la religión que ha descuidado a su familia por atender el templo, y por ese motivo es bueno que aprenda a encontrar a Dios entre los suyos.

          El tercer caso se trataba sólo de alguien que ha venido a verme por curiosidad y sencillamente ha improvisado esa pregunta cómo podía haber hecho cualquier otra.”

domingo, 28 de febrero de 2021

NUESTRO TALÓN DE AQUILES

Cierto es que cada uno tenemos “nuestro talón de Aquiles”. Una zona franca, que casi nadie conoce, en la que la debilidad nos hace un guiño. Por muy fuertes que nos creamos o que, en realidad, seamos existe esa zona ciega en la que cualquiera podría hacernos mucho daño.

Conocemos nuestras debilidades y nuestras fortalezas. Sabemos dónde están los puntos en los que somos resistentes y resilientes. No ignoramos en qué lugar somos vulnerables por ello, tratamos de esconder esa área de arenas movedizas dónde perdemos el control.



 

Unas veces serán los afectos, donde sabemos que nos enredamos sin remedio aún en lo que no es conveniente para nosotros. Otras veces, será el dinero, el poder o el prestigio.  En ocasiones, tal vez sea algo imperceptible para los demás pero evidente a nuestros ojos.

Preservar el área de debilidad nos lleva mucho esfuerzo. Siempre al acecho del cuidado de su puerta de entrada. “No pasar”, aparece en un cártel de nuestra mente pero, sin embargo, para quienes saben ganarnos, no existe cerrojo en esa puerta y quedamos a merced del grado de bondad del otro.

A todos nos han hecho daño en alguna ocasión o, incluso mejor dicho, hemos dejado que ese daño llegase a nuestro Talón de Aquiles. Y es, precisamente ese lugar, el que está lleno de más fantasmas, de miedos y de inseguridades generadas por la fragilidad que la constituye.

En ese territorio están también los objetos sutiles de perdón. Dónde guardamos las heridas. Dónde necesitamos ungüentos sanadores para nuestro resentimiento. Nos sentimos mal. Por los demás o por nosotros mismos.  Encontramos ahí el dolor, la tristeza, la ira y la necesidad de sanarnos.

Lo que cada uno tiene que hacer es propio. No ha fórmulas magistrales para salvarnos de nuestro punto negro.

¿Cómo reforzar ese área  repleta de debilidades?.

No se trata de eliminar esa zona. Es conveniente que exista porque también nos humaniza.

Lo que debemos de hacer es estar alerta cuando iniciamos “apegos” que calan más allá de lo razonable. Hay dolor cuando las expectativas no se cumplen. Cuando esperamos de los demás más de lo que deberíamos.

Elevemos el auto respeto; nuestra estima. Cubramos nuestros vacíos con el valor de nuestras cualidades. Potenciemos lo que nos hace sentir bien de forma natural.

Nada puede ser forzado, de otro modo el talón de Aquiles invadirá gran parte de nuestra vida.

No esperemos nada de nadie.

Esperemos todo de nosotros mismos.