Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 15 de junio de 2013

LA MENTE INDEPENDIENTE




         Uno de los mejores logros que podríamos alcanzar es una mente independiente. Un sistema de procesamiento de la realidad que nos permita actuar desligados de los condicionamientos a los que estamos tan acostumbrados.
         Posiblemente, fabriquemos una imagen para los demás y en función de ella nos movemos en la vida. Esa idea de nosotros que ofrecemos al resto, nos condiciona. Nos obliga a estar pendientes de ellos, a relacionar los factores más favorables para nosotros en relación con los que nos observan pero también a someternos a la esclavitud de lo que queremos que vean.
         Una persona me hablaba hoy de su transparencia y de lo fracasado que se sentía a través de ella. Reiteraba su escaso éxito en las relaciones personales en base a su excesivo celo por demostrar sus sentimientos. Aludía a su desorientación con respecto a los demás cuando él se mostraba tal y como era sin funcionarle esta fórmula de expresión directa. Y se desesperaba por pensar que dando lo mejor de sí mismo terminaba en lo peor del proceso comunicativo.
         El antídoto contra ese mal se llama mente independiente. ¿Hasta qué punto los demás deben condicionarme para actuar según lo que esperan de mí? ¿Debo rendir culto a los deseos y expectativas del resto sometiendo lo que soy y lo que me emociona?¿Cuál es el precio de la sinceridad?¿Es ésta posible o la verdad es lo que se ajusta a lo que siento en mi interior?.
         Conseguir una  mente independiente significa posicionarnos frente al resto. Ellos van a saber de nuestra autonomía y se van a adaptar a ella. Saber que las críticas no pasan a través de ti ni se quedan en tu mente rondándote la voluntad y minando tu autoestima, desanima. Por eso conseguir que la gente no nos condicione es todo un arte y si nuestra forma de rodar por el mundo va al contrario de la de los demás porque no nos gustan las componendas, ni los digo…pero desdigo…, ni las dobles intenciones, ni las caras de circunstancias…entonces nuestra batalla, la propia está ganada.
         Los demás deben aceptarnos como somos, al igual que ellos piden que se respete su forma de ser y sentir.
         Ser transparente solo facilita las cosas porque el que nos vea llegar sabrá que siempre vamos de frente y quienes suelan atacar por la espalda se encontrarán con que la nuestra estará bien defendida por la verdad que no tiene doblez.
         El resto es cosa de otros. Bastante tenemos con mantenernos firmes en nuestras convicciones y serenos en nuestra forma de manifestarlas pese a quien pese.

viernes, 14 de junio de 2013

PSICOLOGÍA DEL RENCOR



Me he encontrado esta fábula hace varios días y quería compartirla con vosotros para reflexionar sobre el rencor; ese al que hemos aludido en la entrada de ayer que debe desaparecer de los recuerdos para practicar el verdadero perdón.

Veamos...


Dos  hombres  habían compartido  injustamente una celda en prisión durante  varios años, soportando  todo tipo de maltratos y humillaciones. Una vez en libertad, se encontraron años después. Uno de ellos preguntó al otro: - ¿Alguna vez te acuerdas de los carceleros? - No, gracias a Dios ya lo olvidé todo – contestó - ¿Y tú? - Yo continúo odiándolos con todas mis fuerzas – respondió el otro Su amigo lo miró unos instantes, luego dijo: - Lo siento por ti. - Si eso es así, significa que aún te tienen preso. (Fabula)

         El rencor, es un sentimiento de  enojo profundo y persistente; un resentimiento arraigado que desequilibra y enferma el cuerpo y la mente. El origen del rencor puede deberse a varias razones,( insulto, abuso de confianza, engaños, ofensas, maltratos,)  el daño en fin, que otras personas pueden hacernos. El resentimiento  se va acumulando  hasta que finalmente se convierte en deseo de venganza. Todos  lo hemos padecido en alguna ocasión, adoptando a veces un comportamiento que va en contra de nuestra verdadera personalidad, para soportar los desequilibrios, y angustias que este sentimiento genera. Generalmente, todos vivimos fieles a nuestros  patrones de conducta, pero estos no siempre coinciden con las conductas de los demás. Mientras a algunos una ofensa grave puede parecerle intolerable, otros  pueden considerarla como algo exento de importancia.

Si  sientes que alguien te ha maltratado injustamente, es la vida quien lo ordenará, pero uno no debe convertirse en juez, solamente debemos de ser responsables de nosotros mismos, modificando los patrones de asociación, teniendo en cuenta de que si alguna persona nos defrauda, no significa que  las demás personas también vayan a engañarnos. Nosotros somos únicos, no cometamos el error de intentar que otros piensen como quisiéramos. Nunca la otra persona podrá ser como necesitamos que sea,  y existen por tanto numerosas posibilidades de que nos defrauden numerosas veces. Es necesario aprender que todo cambia, y que también nosotros somos capaces aun sin quererlo de defraudar.

Si tomamos la decisión de convertir la amargura, y la rabia profunda en un resentimiento duradero, estaremos fabricando RENCOR, un arma peligrosa que desequilibra y enferma el cuerpo y la mente impidiéndonos disfrutar de la vida. Y no olvidemos  que muchas veces, hace  más daño el rencor que las ofensas recibidas.

miércoles, 12 de junio de 2013

PERDONO, PERO NO OLVIDO...




Cuando se habla de perdón frecuentemente escuchamos: …” Perdono pero no olvido…”. Esta frase es una realidad para todos, aunque estemos pensando que a nosotros no nos afecta porque si logramos perdonar no olvidar sería una traición a ese acto de beligerancia.
Muchas veces he pensado en la certeza de la frase y no por ello creo que se empañe la intención de dejar partir el rencor y la ira que nos liga a la falta de perdón.

No existe el olvido, no se puede olvidar a una persona o un hecho, simplemente se supera. Superas relaciones, superas miedos, superas pérdidas, superas heridas, continuamente superamos cosas, pero no las olvidamos.

No desaparecen de un día para el otro ni de un año a otro de nuestra mente, simplemente comenzamos a darle importancia a otras cosas u otras personas que nos van alejando de lo que nos causa daño hasta que logramos que no nos afecten más. Es una cuestión más que nada, de tiempo pero sobre todo de la actitud en él.

         Las emociones se acomodan con el paso del tiempo y empiezan por encontrar su lugar en los rincones del alma en los que se han quedado.
Una muerte, el final de un amor, la pérdida de algo querido…cuando logra traspasar la barrera de la desesperación que nos causa de inmediato, se asienta de otra forma. Empezamos a encontrarlas de forma cotidiana e incluso la tristeza se hace amiga. Nos acostumbramos al malestar y poco a poco éste se va transformando en otra cosa.
Olvidar es imposible. Nada de lo que ha pasado por nuestra experiencia puede quedar borrado de la memoria. Esto es algo ante lo que no podemos hacer nada. Lo que si podemos es disponer de nuestra actitud, de una u otra forma, frente a lo que sentimos cuando recordamos. Depende de nosotros querer revivir los momentos amargos, las sensaciones de desazón o incluso las de felicidad si lo que se recuerda hace daño.
Olvidar no se puede. Recordarlo, sin pena o sin dolor y, sin rencor, sí.
Recordemos que sobre lo que tenemos verdadero poder es sobre lo que hacemos con los sentimientos porque no podemos evitarlos por mucho que nos empeñemos en luchar contra ellos. Son como son, efectivamente, pero no por ello podremos dejar de recolocarlos más allá del ojo del huracán que nos invade cuando nos duelen.

martes, 11 de junio de 2013

NO HAGAS NADA ENFADADO (Cuento Oriental)

EL REY Y EL HALCON
 Nuestro protagonista ya lo descubrió hace más de 800 años...que no hemos de hacer nada cuando nos encontremos enfadados; éstas reacciones siempre contienen errores.

Veamos...

Genghis Khan fue un gran rey y guerrero que condujo su ejército por China y Persia, conquistando muchas tierras, extendiendo su imperio desde Europa del Este hasta el mar de Japón. En cada país, muchos hombres contaron sus proezas, afirmando que desde Alejandro El Grande no había habido otro rey como él.

Una mañana cuando Genghis Khan regresaba a su casa desde las guerras, cabalgó entre los bosques para hacer un poco de caza. Muchos de sus amigos fueron con él. Cabalgaron alegremente, cargando sus arcos y sus flechas. Detrás de ellos venían los sirvientes con los perros de caza. Esta fue una divertida fiesta de cazadores. Los bosques resonaron con sus disparos y risas. Esperaban llevar mucha caza a casa por la noche.

En la muñeca del rey iba sentado su halcón favorito, para estos tiempos los halcones eran entrenados para cazar. A una palabra de sus maestros ellos volaban alto para mirar alrededor en busca de alguna presa. Si tenían la oportunidad de ver un ciervo o un conejo, ellos descendían sobre éste tan rápido como una flecha. Todo el día, Genghis Kan y sus cazadores cabalgaron a través de los bosques. Pero ellos no encontraron tanta caza como esperaban. Al caer la noche empezaron el regreso a casa.

El rey, que conocía muy bien todos los bosques y caminos, se desvió del grupo y se fue sólo a través del valle y las montañas. Pero al cabo de un rato empezó a tener mucha sed.
Su mascota, el halcón, voló de su muñeca. Quería estar seguro de encontrar el camino a casa. El rey cabalgó lentamente porque una vez había visto una cascada de agua cristalina cerca del camino donde se encontraba.

"Si pudiera encontrarla ahora!", pensaba desesperado el rey. Pero el verano había secado todos los arroyos de la montaña. Finalmente pudo encontrar un poco de agua goteando sobre la orilla de una roca. Supo entonces, que no lejos de ahí había un manantial. En la estación de lluvia, un chorro rápido de agua siempre se derramaba ahí, pero ahora éste venía en una sola gota al mismo tiempo.

El rey saltó de su caballo. Tomó un pequeño vaso de plata de su bolsa de cazador. Lo sostuvo para atrapar las gotas que caían lentamente. Tardó mucho en llenar el vaso y el rey estaba tan sediento que apenas podía esperar. Al fin el vaso estaba casi lleno. Pero cuando el rey puso el vaso en sus labios y estaba a punto de beber escuchó un sonido rechinando en el el aire, y el vaso fue quitado de un golpe de sus manos. El agua se derramó sobre el suelo. El rey miró arriba para ver quién había hecho esto. Y resulta que había sido su mascota, el halcón. El halcón voló hacia atrás y hacia adelante varias veces, y entonces se aposentó en medio de las rocas del manantial. El rey recogió el vaso, y otra vez lo sostuvo para atrapar el chorrito de gotas. Esta vez, no esperó mucho, cuando el vaso estaba por la mitad, lo levantó hacia su boca. Pero, antes de haberlo tocado con sus labios, el halcón descendió otra vez y tumbó el vaso de sus manos. El rey empezó a estar cada vez más enfadado. Trató de llenar otra vez el vaso, pero de nuevo el halcón se lo arrojó.

"Cómo te atreves a hacerme eso? Si te hubiera tenido entre mis manos, te hubiera retorcido el cuello!", gritó el rey al halcón. Entonces, llenó el vaso otra vez. Pero antes de que tratara de beber, sacó su espada.

"Ahora, señor halcón," dijo, "esta es la última vez". Apenas había terminado de hablar, el halcón descendió y tumbó el vaso de su mano. Pero el rey ya estaba esperando que lo hiciera. Con una rápida barrida de su espada, hirió el pájaro cuando pasó. De inmediato, el pobre halcón quedó tendido sangrando y muriendo a los pies de su maestro.

"Eso es lo que recibes por tus molestias", dijo Genghis Khan. Pero cuando buscó su vaso, encontró que había caído entre dos rocas donde no podía alcanzarlo.

"A cualquier precio, yo beberé de ese manantial", se dijo a si mismo. Acto seguido, comenzó a escalar la empinada loma del lugar de donde el agua goteaba. Este fue un duro trabajo, y mientras más alto él subía, más sediento se sentía.

Al fin alcanzó el lugar. Ahí había una piscina de agua; pero, ¿qué era eso que yacía en la piscina casi llenándola? Era una enorme serpiente de las especies más venenosas! El rey se paralizó. Olvidó su sed. Sólo pensó en el pobre pájaro muerto tendido en el suelo debajo de él.

"El halcón salvó mi vida!", gritó, "y ¿cómo le pagué? El fue mi mejor amigo, y yo lo he matado."

El rey volvió loma abajo. Cogió el pájaro, lo levantó suavemente y lo recostó sobre su bolsa de cazador. Entonces, montó en su caballo y cabalgó velozmente a casa. Mientras, se dijo a sí mismo: 'he aprendido una triste lección hoy, y es, nunca hacer nada enojado'.

lunes, 10 de junio de 2013

BLOQUEOS EMOCIONALES



A todos nos ha pasado alguna vez. Hay momentos en la vida en que nuestro engranaje mental y emocional parece pararse. Tiempos de sequía en los cuales el corazón deja su acelerado trote para seguir latiendo en silencio, a ralentí, despacito y sin querer que se le note, ni dentro ni fuera del pecho.
         Lo peor de este proceso, que en su justa medida puede resultar muy útil, es que se haga permanente, que se incruste en la actitud con la que encaramos la vida y que se acomode de tal modo en ella que no quiera despertar más.
         Los bloqueos emocionales no surgen de la nada. Si aparecen es respondiendo a un estímulo, a un suceso, a cualquier cosa, por pequeña que sea, que desencadene una reacción profunda de miedo, no a lo desconocido, generalmente a lo conocido y bien reconocido. Algo conecta con viejos esquemas de dolor en el interior, una palabra, una actitud, alguna crítica, un suceso desagradable, un error, los fracasos…todo es válido para hacer saltar el resorte y comenzar el parón que apaga la luz de la alegría en nuestros ojos.
         Es como si oscureciese de pronto y en esa penuria de claridad ir perdiéndonos poco a poco. Dejamos de encontrarnos fuertes y decididos para afrontar cualquier problema, se derrumban las seguridades sobre las que nos remontamos siempre y sin sentir, vamos abandonando la esperanza que nos empuja a seguir.
         Lo mejor es estar preparado para cuando llegue esta situación. Porque tarde o temprano, llega y solamente podemos superarla si en nuestros adentros hay columnas sobre las que sostener la creencia en nosotros mismos. Pilares sólidos donde aflore el amor que hemos recibido, los valores en los que creemos y esa chispa de paciencia que nos susurra al oído que todo pasa siempre.
         Una cosa es darse un tiempo, pararse a reflexionar  o vaciar la mente para detenerse a tomar aliento y otra muy distinta dar paso a un bloqueo emocional. A veces se cuelan tan sigilosamente que ni nos enteramos hasta que no hacen estragos. Por eso, reforcemos nuestras ilusiones siempre que podamos y tomemos de la vida lo mejor de ella. Sin duda nos ayudará cuando ellos quieran hacerse presente y seremos capaces de decirles adiós sin permitir que pasen a nuestra casa.

domingo, 9 de junio de 2013

UNA ESCUELA DE VIDA




         Hay algo que no entiendo. Frecuentemente leemos que lo que no nos gusta de los demás son aspectos débiles aún no superados en nosotros mismos. No termino de entenderlo.
         ¿Se trata de la rabia que produce reconocer en otro lo que no te gusta de ti? ¿Por qué a mí me parece todo lo contrario? ¿De qué forma lo que tanto rechazo no soy capaz de advertirlo en mi forma de proceder?.
         No es fácil respetar las diferencias, sobre todo si esas diferencias implican convivir a su lado. Todos procedemos de una biografía particular y somos, en muchas ocasiones, víctimas de víctimas. Cada uno hemos pasado nuestra particular historia al pie de los caballos y todos guardamos nuestros fantasmas en el interior de nuestra azotea. Espectros que a medida que pasa el tiempo vamos conociendo mejor y que incluso pueden llegar a ser amigos.
         Sin embargo, nuestros fantasmas en raras ocasiones saben convivir con los de los demás. Están tan ajustados a las paredes de nuestra casa que no saben deambular por las ajenas y cuando todos salen de paseo suelen chocarse.
         No entiendo que hay en mí de lo que rechazo en otros.  En principio suelo ser tolerante y respetuosa. Suelo tratar de caminar con los zapatos del otro e incluso dejar que me lleven atrás en el tiempo para entenderlo mejor. Intento entender y si no lo consigo, al menos no imponer lo que a mí me emociona, me ilusiona o me engancha. Me limito a ser y con eso es suficiente.
         Este fin de semana he estado leyendo un excelente libro de J. A de la Marina “La inteligencia Ejecutiva”. Lo necesito porque no es fácil pasar de la teoría a la práctica y porque el análisis computacional de la mente humana no necesariamente trae consigo una ejecución adecuada y rápida.
         Muchas veces pienso que debería haber una escuela que nos enseñara a vivir desde los ejercicios de “Casos”. Sería una especie de ensayo de la vida misma. Un aprendizaje utilísimo en ejercitar la memoria rápida, de advertir el peligro urgente, de solucionar problemas sorpresivos o de valorar dónde están los puntos débiles en una situación.
         No sería a vida misma, con su multicolor riqueza de situaciones y sensaciones, pero a base de jugar a la vida la podríamos llegar a entender de forma más operativa.
         Es un poco semejante a lo que hacen los niños cuando comienzan a descubrir el mundo. Se trata de jugar al ensayo y al error. De simular casos, profesiones y roles. De poner normas a la realidad sin límites que viven y de esta forma, poder con el duro ejercicio de encorsetar la mente, el espíritu y el alma en estas dimensiones espacio temporales con las que la existencia nos limita aquí en la tierra.
         Una escuela de la vida que no tendría fin porque sin duda uno nunca aprende del todo y por muy mayor que se sea aún ésta nos termina sorprendiendo cada día.
         Estoy segura que me pondría la primera de la fila para ensayarla antes de vivirla, con lo que al menos entraría en ella con la sensación de continuar un juego. Y eso, sin duda, evitaría muchos de sus dramas porque también nos parecerían ilusorios.