Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 27 de mayo de 2011

Lecciones

Todos somos maestros aún sin quererlo porque todos eneseñamos lo que somos al resto y siempre puede haber personas que aprendan o desaprendan con nuestro ejemplo. Hay que cuidar lo que somos, por nosotros y por los que miran hacia nosotros. Sin embargo, no debemos excedernos en el protagonismo de lo que mostramos porque en realidad maestra solamente hay una: la vida. Ella es la que se encarga de cedernos los mejores, más eficaces y seguros aprendizajes que recibimos. A ella no podemos engañarla, hacerle trampa o jugársela, porque tarde o temprano saldrá en nuestra búsqueda para reclamar lo que es suyo...y suyo es siempre las consecuencias de la forma de comportarnos. Si decididamente apostamos por crecer nos ayudará a elevarnos como plumas, si nos empeñamos en descender hasta los infiernos pulsará el botón de bajada de igual forma. Si lanzamos incomprensión, intolerancia y prepotencia...muy pronto, de una u otra forma, llamará a nuestar puerta la crítica, el engaño o la traición porque solamente vuelve lo que lanzamos a ella. Es como si se tratase de una enorme lanzadera que está siempre apuntándonos para no errar en su diana. Hay que cambiar de actitud. Vivir sin hacer ruido pero generando sonidos llenos de armonía que nos rodeen de un ambiente tranquilo en el que poder vivir los afectos desde un alma llena siempre de esperanza; la mejor que podemos tener...la de confiar en nuestro inmenso corazón siempre dispuesto a amar y demasiado acostumbrado a esconderse por temor a ser herido. Nada puede herirte si tu no dejas que así sea. Por ello, ante toda duda AMA, AMA Y AMA...el resto que te devuelvan no puede ser sino AMOR.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Equivocado sentido de la propiedad

Nadie tenemos nada ajeno a nosotros mismos. Y sin embrargo, !!cuánto peleamos por lo que creemos de nuestra propiedad!!. Pensar que somos dueños de algo equivale a engullirlo dentro de nosotros para que ningún otro pueda usurpar lo que creemos derechos sobre lo poseído. Las propiedades materiales no existen en el sentido estricto de la palabra. Nadie puede llevarse consigo ni un sólo pétalo de una flor, cuando parte definitivamente de este mundo. Llegamos a él desnudos de materias que no sean nuestro propio cuerpo...y nos vamos de igual modo. Hasta el cuerpo pertenece a la tierra y tambien hemos de dejarlo aqui. !Qué absurda sensación de que lo que usamos es tan nuestro como para defenderlo con la vida!...cuántas vidas han costado las herencias!!...cuántos sin sabores y cuánta amargura estúpida. Todo lo tenemos prestado hasta el día de la muerte, no más allá y así será para nuestros hijos y herederos...y para los suyos...y los que vengan. ¿Qué poseemos entonces??, ¿qué es lo que realmente podemos sentir nuestro?...¿Qué dejamos y qué llevamos?.
Solamente aquello que construímos con las herramientas del sentimiento, la compasión, la ayuda y la satisfacción de compartir con los demás ...es lo que queda impreso en el alma como posesión propia. Las vivencias, los recuerdos, el disfrute y el gozo con los que amamos van dejando el rastro de lo nuestro allí donde nos instalamos y lo dejará después de que nos vayamos. Si algo se recuerda de los que no están es precisamente lo que fueron, lo que amaron, lo que compartieron y la felicidad que generaron a su alrededor. El resto...son solamente cosas que cambian de manos. El corazón no puede cambiarse; ese es el que  nos pertenece y permanece siempre; ese es el que hace presentes los afectos de los que se han ido para seguir sintiéndoles a nuestro lado.

lunes, 23 de mayo de 2011

El rincón de las respuestas

Uno se instala en la edad adulta sin saber casi cómo llegó allí. Parece que siempre hubiésemos estado en el punto en el que nos encontramos ahora. El pasado queda tan distante que apenas sirve de regocijo cuando recordamos la niñez. Sin embargo, muchas de las respuestas a lo que no entendemos de nosotros, de nuestro comportamiento o de las reacciones que acompañan a nuestro carácter tienen su explicación en la infancia de cada uno. Sería una excelente terapia poder revisar los afectos que recibimos en ella o la usencia de los mismos. Cómo fue nuestra relación con nuestros padres, cómo vivimos el amor o desamor entre ellos, de qué forma copiamos esquemas de conducta que incorporamos a nuestra forma de actuar por mimetismo aunque no nos gusten. Revisar qué estructuras de pensamiento han quedado forjadas en el edicificio de nuestra mente como un recipiente gigantesco preparado siempre para recibir y encajar lo que aprendemos pero moldeándolo en todo momento cómo lo interpretamos. Porque la vida se vive más que con evidencias y realidades, con sensaciones e intuiciones; a través de lo que creemos de la gente y de las circunstancias, por medio de lo que imaginamos y suponemos en un debatir continuo entre lo real y lo soñado. La imaginación no tiene límite. Suele jugar en contra de nosotros cuando no deja de asediarnos dando vueltas a ideas que se desbordan en ese juego estúpido de suponer lo que va a pasar en vez de dejar que pase y comprobar que es peor pensarlo que vivirlo. 
La infancia nos responde siempre para clarificar lo incomprensible de nuestro interior o esos rasgos del carácter que nos hacen tan peculiares y diferentes al resto. Busquemos en la nuestra para entendernos y sobre todo, cuidemos la de los que amamos para protegerlos de la impronta de aprendizajes erróneos que durarán toda la vida. 

domingo, 22 de mayo de 2011

Arriesgar o morir...

Muchas veces se vive muriendo lentamente. A trocitos vamos dejando el alma perdida en el aburrimiento, en la aceptación de la vida rutinaria y en esa falsa comodidad que creemos cúspide de la seguridad. Con los años dejamos de entender que la vida es riesgo. Este mensaje lo asumimos muy bien cuando somos jóvenes pero vamos soltando su mano poco a poco cuando comenzamos a creer que tenemos algo. Los jóvenes no tienen miedo a perder nada porque nada tienen y lo tienen todo. Tienen sus ganas de ser, su fantasía intacta, su poder interior de lucha, sus ganas de reir a pesar de los problemas, la ilusión de creer en el mañana y una inagotable fuerza de carácter para seguir adelante a pesar de las dificultades. Debemos rescatar aquello que también nosotros fuimos. Hay que buscar metas que nos coloquen en posición de salida hacia la mejora de nosotros mismos. Buscar ilusiones compartidas, objetivos de llegada que obliguen a demostrar nuestra voluntad y esa inestimable capacidad de seguir ilusionándonos por la vida. No podemos dejarnos caer en el cómodo sillón de nuestra casa sin haber sentido antes el cansancio del empeño en el trabajo con uno mismo. Posiblemente, vivimos demasiado en función de los demás. Con mucha facilidad olvidamos que nosotros tenemos una función en nuestro pequeño medio social. Que somos como un pequeño iman capaz de atraer muchas situaciones. No perdamos la oportunidad de seguir creciendo. No podemos establecer el momento presente como la meta definitiva. Nada está terminado. La vida sigue necesitándonos.