Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 5 de marzo de 2016

LA ENFERMEDAD CONSECUENCIA DEL DESEQUILIBRIO EMOCIONAL



Estoy leyendo un interesante libro que mantiene que la enfermedad es causa de un desequilibrio en nuestro sistema de energías, en su flujo a lo largo de nuestro mapa orgánico y de su estancamiento en relación con su libre circulación a través de él.

“Todo síntoma, sostiene, representa tensiones generadas en nuestra consciencia y representa también las diferentes formas en las que la persona ha reprimido su verdadera forma de ser”. (pag. 276. Todo se puede curar.- Sir Martin Brofman).

Este párrafo me ha llamado la atención sobre manera. Efectivamente, hay personas que están reprimiendo a cada paso su forma de ser. Por prejuicios, por no molestar, por miedo, por timidez…por mil razones.

Ese malestar que se genera cuando somos de una manera y nos obligamos a reprimirla se convierte en tensión. Una tirantez que va minando la salud. Lentamente, poco a poco, vez a vez.

Hay una tarea pendiente para las personas que sufren este problema. Aprender a decir “No”, defender sus límites, asumir sus errores y debilidades, convivir con ellas y protegerse contra los que se llevan todo por delante.

Si queremos tener salud o sanar la enfermedad debemos ir a la conciencia, a la brecha que hemos permitido que en ella se abriese, a recomponer conductas, a remodelar actitudes. Empezar por el punto donde se quebró la armonía, el equilibrio y rehacer lo que se torció.

Igual que permitimos que se rompiese la moderación podemos poner remedio y remendar la brecha. Así comienza el proceso de auto-curación. 

El amor cura. La falta de amor mata.

En definitiva, al final es el amor quien baraja la salud. Y sobre todo diría que más que la existencia real del amor, es la verdadera percepción de si nos aman o no. Siempre es más verídica para la persona, la sensación de ser amado o del abandono en el amor que la realidad íntima, profunda y silenciada del amor real sin expresar.

Si queremos mantener o recuperar la salud, comencemos por el amor…y no necesariamente impliquemos a nadie. 

El amor a uno mismo. Ese es el pilar principal.

El amor a uno mismo sana.

jueves, 3 de marzo de 2016

EL AMOR ES EL PEGAMENTO MEJOR



Estamos en una época en la que hablar de amor se ha banalizado. O nos da vergüenza o lo utilizamos como un vocablo de usar y tirar.

          Se habla de amores de plástico, de hoja delata, de gominola, de sabores y olores distintos, de quita y pon o de tira y afloja.
Escuchamos expresiones tales como: “el amor ahora, no dura”, “dicen que se quieren mucho y a los dos días…” 

El amor parece estar de rebajas. A buen precio, de fácil compra y de rápido consumo. Un amor que parece no tener nada que ver con aquel que inspiró los poemas románticos del pasado, o más atrás aún las  muertes de los amantes que no podían concebir la vida uno sin el otro.

Lo perfecto no existe. Cuando materializamos el sentimiento algo se escapa. Es como si su fórmula perfecta estuviese en el aire, en la mente, en el sentimiento o en el corazón pero cuando tenemos que presentarnos de su mano se deteriora al instante.

Sin embargo, se sabe si no nos equivocamos cuando hace de “pegamento”. Cuando une sin atar. Cuando te impele a quedarte cerca. Cuando lo necesitas para seguir un día más, un paso más.
No sé si el amor se identifica con una persona concreta, ni si se produce en una circunstancia definida, ni si se tienen que dar condiciones sin las cuales no se haga realidad. 

No sé si hay normas que lo metan entre carriles, ni si para él está algo prohibido. 

No sé si debe ser dulce o si el agridulce también cabe en su interior. Lo único que parece evidente es que la fuerza mayor de la existencia. Que se vive por él y también se muere. Algo se muere siempre cuando nos salimos de su burbuja.

De cualquier forma hay que meterse dentro. Si nos roza estamos perdidos porque quedaremos pegados para siempre. 
Quien lo prueba no olvida su sabor. Ni es la misma persona, nunca más.
Ama. Sea como sea. Ama.

miércoles, 2 de marzo de 2016

NO HAY AÑOS MALOS...



          Os dejo un fragmento de una reflexión de mi psicóloga favorita, en el cual, la primera frase me ha gustado mucho. Se trata de no juzgar como negativos los años, los meses, los días que llegan cansados, con penas, con tristezas y agobios infinitos. Ver en ellos puertas hacia otros caminos, tránsitos que nos llevarán sin duda, a otras realidades de aprendizaje y cambio.

 Como todo lo que me gusta, siento una imperiosa necesidad de compartirlo con vosotros.
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              "Mi percepción a medida que envejezco es  que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en  que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de  haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos.


Por eso, no  debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso,  porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.
Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas  que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad. Si no me  gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para  cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo.  "Ser feliz es  una decisión", no nos olvidemos de eso.

Entonces, con estos criterios me  preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año, porque todos estamos en el camino de aprender todos los días  a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas: 

-a aprender a amar
-a dejar huella
-a ser felices

 
En esas tres cosas debiéramos trabajar  todos los días, el tema es cómo y creo que hay tres factores que  ayudan en estos puntos:

1)             Aprender a amar la responsabilidad  como una instancia de crecimiento. El trabajo sea remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en nuestra salud  mental.  En Chile el significado del cansancio es  visto como algo negativo de lo cual debemos deshacernos y no cómo el  privilegio de estar cansados porque eso significa que estamos  entregando lo mejor de nosotros. A esta tierra vinimos a cansarnos,  para dormir tenemos siglos después.

2)             Valorar la libertad como una forma  de vencerme a mi misma y entender que ser libre no es hacer lo que yo  quiero. Quizás, deberíamos ejercer nuestra libertad  haciendo lo que debemos con placer y decir que estamos felizmente  agotados y así poder amar más y mejor.


3)   El tercer y último punto a cultivar  cada día, es el desarrollo de la fuerza de voluntad, ese  maravilloso talento de poder esperar, de postergar gratificaciones  inmediatas en pos de cosas mejores.

Por Pilar Sordo

martes, 1 de marzo de 2016

LA EXCESIVA PRUDENCIA



Todo en exceso es malo. Sabemos que lo mejor es el difícil equilibrio que tanto tardamos en conseguir.

A veces, las actitudes de cada uno se fraguan muy tempranamente; en el seno de la madre, con sus modelos, amamantando su propio estilo de enfrentarse  a la vida. Otras es la propia existencia la que marca el camino cuando uno sale libre a la selva humana que espera afuera.

Mi padre es un retrato vivo del efecto que la niñez tiene sobre el adulto que allí se construye. Una infancia demasiado normativizada, la rigidez esperando en la puerta antes de salir de casa, los valores encorsetados y dirigidos hacia una bondad extrema y mal entendida hacia los derechos de los demás en detrimento de los propios. 

Un sinfín de caminos erróneos que trazados con la mejor intención, a lo largo de la vida, solo perjudican.

Ahora, se encuentra en una situación delicada. Aún en ella es incapaz de imponer sus necesidades ante la sensación de molestar al que debe de ayudarle, por obligación laboral o por dedicación amorosa.

Vivir con reglas muy estrictas perjudica. Normativizar tanto destruye. Racionalizarlo todo aniquila.

La facilidad para adelantar desgracias y hacerlas reales en la mente sume a la persona en un agujero negro del que es difícil salir. Agobiado por insignificancias, incapacitado por todos los castillos en el aire que los gigantes de su cabeza paren y sin dónde recurrir, se arruina el edificio de un hombre fuerte dentro de sus rectos carriles e indefenso fuera de ellos.

La vida es para vivirla con flexibilidad porque está sometida al incesante cambio a cada instante. La norma, la rigidez mental solamente puede apartarnos de ella y aislarnos como seres incapaces.

Cuanto más seas capaz de cambiarlo todo en un instante y sentir dentro de ti que no ha pasado nada, mayor felicidad tendrás asegurada y mejor calidad de vida te espera.

Es la lección que he sacado estos días.

Me parece muy importante.