Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 21 de febrero de 2014

AMOR ETERNO



         Estamos en un momento en el que jurarse amor eterno tiene la vigencia de una eternidad de quita y pon. Hoy en día, no vale aguantarse. Así no funciona el amor. Por eso, cuando uno se equivoca se da cuenta que el amor eterno existe pero, que la eternidad a la que se refería, no es un período sin fin en el que este sentimiento no perezca nunca.
         Ojeando una revista me di cuenta de la gran cantidad de parejas jóvenes que rompen su relación tras unos breves años y un hijo en común.
         No me parece ni mal ni bien. No juzgo. Pero hoy pensaba en la de veces que se habrían jurado amor eterno estas personas. Y llegué a la conclusión de que posiblemente hay eternidades instantáneas, infinitudes limitadas e inmortalidades con fecha de caducidad.  
En realidad, pudieron creer que ese amor era para toda la vida y gozaron y sufrieron así. Pero la propia existencia nos enseña que hemos de tener cuidado con las palabras, que no se las lleva el viento, que quedan en el corazón clavadas como estacas sobre la arena, hundiéndose cada vez más entre los finos granos de la desesperanza.
Se dice con, demasiada facilidad, expresiones tales como: “te quiero”, “eres el amor de mi vida”, “sin ti no puedo vivir”, “me muero por ti”…y tantas y tantas otras que muestran la afectación que sufren los enamorados cuando el sentimiento arrasa con toda su fuerza, el corazón de cada uno. Sin embargo, he oído lamentarse con pena a quienes lo han dicho alguna vez sin alcanzar el amor para el resto de sus días.
Creo que uno debe ser coherente con lo que siente aunque no le demos la categoría de eternidad, pero realmente el amor eterno existe en el momento que así se siente, el morirse por el otro es un hecho cuando la ansiedad por estar a su lado nos devora, ser el amor de tu vida es cierto, en ese momento de ella.
Creo en el “amor eterno”, creo en el “te quiero a morir”, creo en “estoy loca por ti”…creo en que todo ello es verdad cuando sucede; en lo que nos equivocamos es en darle la condena del “ para siempre” porque la vida te sorprende una y otra vez tragándote tus palabras.
Sin saber cómo, sin saber por qué. Sin saber tampoco el para qué.

jueves, 20 de febrero de 2014

LA QUEJA CONTINUA



Lentamente, el sol se había ido ocultando y la noche había caído por completo. Por la inmensa planicie de la India se deslizaba un tren como una descomunal serpiente quejumbrosa.
Varios hombres compartían un departamento y, como quedaban muchas horas para llegar al destino, decidieron apagar la luz y ponerse a dormir. El tren proseguía su marcha. Transcurrieron los minutos y los viajeros empezaron a conciliar el sueño. Llevaban ya un buen número de horas de viaje y estaban muy cansados. De repente, empezó a escucharse una voz que decía:
--¡Ay, qué sed tengo! ¡Ay, qué sed tengo!
Así una y otra vez, insistente y monótonamente. Era uno de los viajeros que no cesaba de quejarse de su sed, impidiendo dormir al resto de sus compañeros. Ya resultaba tan molesta y repetitiva su queja, que uno de los viajeros se levantó, salió del departamento, fue al lavabo y le trajo un vaso de agua. El hombre sediento bebió con avidez el agua. Todos se echaron de nuevo. Otra vez se apagó la luz. Los viajeros, reconfortados, se dispusieron a dormir. Transcurrieron unos minutos. Y, de repente, la misma voz de antes comenzó a decir:
--¡Ay, qué sed tenía, pero qué sed tenía! 
La mente siempre tiene problemas de los cuales, continuamente hace una queja. Cuando no tiene problemas reales, fabrica problemas imaginarios y ficticios, de los que también se queja.
Si descubrimos que nos sucede…necesariamente eso ha de cambiarse.

miércoles, 19 de febrero de 2014

COMPRENDIENDO LA DIFERENCIA II



Si en la entrada anterior aludimos  al pensamiento mágico de las mujeres, como diferencia importante con la forma de procesar las expectativas con los hombres, hoy lo haremos sobre los compartimentos mentales que el género masculino presenta en su estructura mental.
         Algo que nunca entenderemos las mujeres es la facilidad con las que los hombres son capaces de pasar del enfado al arrumaco.
 Hemos podido tener una discusión fuerte, hemos levantado la voz e incluso hecho uso de nuestra buena memoria de mujer reviendo las afrentas pasadas para completar las presentes que a ellos, al poco rato, parece no importarles a la hora de reclamarnos para tener un contacto amoroso con nosotras.
Este hecho nos da una tremenda rabia al considerar que en nuestro interior el tema no está resuelto y por tanto, no cabe una reconciliación tan inmediata.
Los hombres tienen su cabeza compartimentada. Nosotras lo mezclamos todo. Para ellos, cuando la discusión se efectúa, están hablando con la ama de casa, con la madre de sus hijos, con la administradora del dinero…dependiendo del problema que se discute, pero cuando quieren abrazarnos o besarnos de inmediato, lo hacen con su mujer, que nada tiene que ver con el resto de los roles.
Por otra parte, los hombres, que son de metas y objetivos y no de procesos, liquidan rápidamente las discusiones porque lo que quieren es resolverlas y de forma práctica terminar con el problema. Y una vez terminado, olvidado.
Nosotras nos empeñamos en tener buena memoria y a veces eso, junto con ver demasiado bien, nos trae muchos conflictos.
Centrarnos en el presente sin traer el pasado a nuestro encuentro para revivirlo de nuevo y resolver con eficiencia y rapidez, nos va a ayudar mucho a la hora de relacionarnos con el género masculino y eso siempre estará a nuestro favor para no enredarnos en situaciones estúpidas que de todas las formas terminando superando después de sufrir un buen periodo de tiempo.
De lo que se trata, en definitiva, es de ser lo más felices posibles evitando momentos de dolor que nada nos recompensan.

lunes, 17 de febrero de 2014

COMPRENDER LA DIFERENCIA I


         Las mujeres nos preguntamos por qué los hombres no nos comprenden si en realidad somos tan sencillas y transparentes a la hora de saber cómo somos.
Nos empeñamos en que adivinen nuestros gustos y deseos y cuando su respuesta, que debe apoyarse en los resultados de una bola de cristal, no coincide con lo que ansiamos; solemos creer, con demasiada facilidad, que no nos quieren como deberían por ello.
A esto, la psicóloga chilena Pilar Sordo, lo ha llamado “el pensamiento mágico”. Las mujeres, educacionalmente, lo hemos creado y alimentado desde la infancia.
Pensemos en los cuentos que repetían nuestras madres, como la más dulce de las pócimas, para conciliar nuestro sueño en la noche. Blancanieves, la  Cenicienta y tantos otros en los cuales era un príncipe maravillosamente bello y bondadoso quien lograba despertarlas del sueño o encontrar el zapato de su medida, hechos a partir de los cuales les cambiaba la vida absolutamente. A partir de ahí, se instaló en nuestra mente el pensamiento mágico, que usamos de forma continua.
Resulta, de este modo, que todas queremos al mismo hombre y, como consecuencia, el que nos ha tocado en suerte es un premio de consolación porque nuestro príncipe, el de todas, le ha tocado a otra o está errante.  
El camino para superar esta externalización de las emociones, por medio de la cual “todo” lo que nos sucede nos llega de fuera y así lo interpretamos ( “nos” hizo felices, “nos” hizo desgraciadas…) es hacernos responsables de nuestra parte en el juego. Vernos capaces de “producir”, de “generar” nuestros propios procesos emocionales y descargar esta especie de lastre culpabilizador, que lanzamos fuera, realimentando el victimismo para convertirlo en una actitud positiva a nuestro favor.
Comprender las diferencias que nos separan  a hombres y mujeres, y tratar de resolver lo que nos distancia a consecuencia de ellas, es nuestro reto, el de ambos géneros.
Dedicaremos otras entradas a lo que les sucede  a ellos . Evidentemente, también deben aprender otras herramientas conductuales que les permitan considerarnos como un proceso de conquista permanente y no como objetivos cumplidos.

domingo, 16 de febrero de 2014

AL FILO DE LO INCONTABLE



Al filo de lo incontable,
 llega la pasión vivida,
Al borde de lo innarrable,
los deseos y la lujuria mía ,
En la esquina de lo perdonable,
Este amor que no olvida,
Lo que fuiste desde aquellos años
A lo que eres hoy en día.
Junto a mi camina,
al fondo de una calle perdida
La sonrisa y la mirada tuya,
de azúcar y miel derretida.
Como el agua que discurre fría
En el cristal translúcido
de mi inacabable alegría,
me acompañas siempre
en blanco y en lo negro,
como lo mejor de una película,
y te siento mío, a cada instante,
como si al tenerte, me dieras vida,
como si fueras la fuente inagotable
de la dicha mía.
La puerta del dolor
 se cerró aquel día
Cuando tu llamada llegó
Y no lo creía,
Cuando dijiste…
Por siempre…serás mía.