Si
en la entrada anterior aludimos al pensamiento
mágico de las mujeres, como diferencia importante con la forma de procesar las
expectativas con los hombres, hoy lo haremos sobre los compartimentos mentales
que el género masculino presenta en su estructura mental.
Algo que nunca entenderemos las mujeres
es la facilidad con las que los hombres son capaces de pasar del enfado al
arrumaco.
Hemos podido tener una discusión fuerte, hemos
levantado la voz e incluso hecho uso de nuestra buena memoria de mujer reviendo
las afrentas pasadas para completar las presentes que a ellos, al poco rato,
parece no importarles a la hora de reclamarnos para tener un contacto amoroso
con nosotras.
Este
hecho nos da una tremenda rabia al considerar que en nuestro interior el tema
no está resuelto y por tanto, no cabe una reconciliación tan inmediata.
Los
hombres tienen su cabeza compartimentada. Nosotras lo mezclamos todo. Para
ellos, cuando la discusión se efectúa, están hablando con la ama de casa, con
la madre de sus hijos, con la administradora del dinero…dependiendo del problema
que se discute, pero cuando quieren abrazarnos o besarnos de inmediato, lo
hacen con su mujer, que nada tiene que ver con el resto de los roles.
Por
otra parte, los hombres, que son de metas y objetivos y no de procesos,
liquidan rápidamente las discusiones porque lo que quieren es resolverlas y de
forma práctica terminar con el problema. Y una vez terminado, olvidado.
Nosotras
nos empeñamos en tener buena memoria y a veces eso, junto con ver demasiado
bien, nos trae muchos conflictos.
Centrarnos
en el presente sin traer el pasado a nuestro encuentro para revivirlo de nuevo y
resolver con eficiencia y rapidez, nos va a ayudar mucho a la hora de
relacionarnos con el género masculino y eso siempre estará a nuestro favor para
no enredarnos en situaciones estúpidas que de todas las formas terminando
superando después de sufrir un buen periodo de tiempo.
De
lo que se trata, en definitiva, es de ser lo más felices posibles evitando
momentos de dolor que nada nos recompensan.
Como los valientes en la lid, nos limpiamos y sacudimos del polvo de la derrota y puesto el casco, ajustada la espada, montamos a caballo y seguimos adelante.
ResponderEliminarNo es muy caballerezco hacerlo cuando la dama ha sido nuestra contrincante...pero es lo mejor que sabemos hacer.!
Parece muy práctico actuar así...pero nos han enseñado que de llorar no queda nada, de lamentarse aun menos y que solo se nos mide por los triunfos que obtenemos.
Siempre he creido que nuestro contrincante merece una explicación, sencilla y breve, pero muchas veces no es bienvenida porque las mujeres siempre han visto en esos detalles una señal de debilidad y algo de culpabilidad tácita...entonces hemos aprendido a pasar por alto ese saludable detalle.
Me gustan tu punto de vista y creo acomodarme al perfil del hombre que describes.
Un abrazo.
Gracias por participar, a veces me siento sola en este monólogo que son mis reflexiones.
ResponderEliminarEducacionalmente, al hombre le han educado para la victoria, a costa de lo que sea y con el silencio como escudo. Esta diferente forma de expresar las emociones entre ambos géneros, se ha llevado por delante todas las bondades de poder comunicar abiertamente nuestros afectos, y con ello, la posibilidad de entendernos cada vez mejor.
Ojalá poquito a poco vayamos comprendiendo más y mejor los afectos de cada uno y la forma de manejarlos. Sería una genial forma de no perder lo que tanto nos seduce del otro.
Un abrazo