Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 12 de octubre de 2013

CADA ÓRGANO, UN SENTIMIENTO

 Comparto esta entrevista que me ha fascinado. Enfermamos de acuerdo a cómo sentimos.

Christian Flèche, psicoterapeuta, padre de la teoría de la descodificación biológica.

El cuerpo es nuestra herramienta de curación?
 Yo era enfermero en un hospital de Normandía y observe que pacientes con la misma enfermedad, tratamiento y doctor evolucionaban de manera muy di#7;ferente. 
Bueno, cada uno es cada cual...
 Exacto, mi hipótesis es que las enfermedades son una metáfora de las necesidades físicas y emocionales de nuestro cuerpo. Cuando no hay una solución exterior a esa necesidad, hay una solución interior.
¿Eso es para usted la enfermedad?
 Sí, una solución de adaptación. Cada órgano del cuerpo quiere satisfacer su propia función, es decir, atrapar oxígeno, alimentos... Si el cuerpo quiere comer, pero en el exterior hay guerra y no lo consigue en un plazo razonable, se produce un shock.
¿Nace el conflicto?
 Sí, el inconsciente inventa una vía suplementaria de supervivencia: un síntoma, que es una solución o una tentativa de solución inconsciente e involuntaria a ese shock vivido. En ese caso, el miedo a morir de inanición atacaría el hígado.
Póngame otro ejemplo.
 Una persona que siempre tiene prisa puede desarrollar un nódulo en el tiroides, que envía más tiroxina y aumenta el metabolismo del cuerpo, eso la hará más rápida. 
Pero tener prisa es psicológico.
 Todo lo que captamos a través de los cinco sentidos, de los captadores neurovegetativos que vienen del interior del cuerpo, lo que pensamos o imaginamos, se traduce en realidad biológica.
¿Y provoca un síntoma?
 Si no hay una solución concreta y consciente, sí. De manera que si escuchamos algo muy desagradable que nos afecta podemos tener acidez de estómago. Y hay algo muy importante que tener en cuenta.
Dígame.
 El cerebro no distingue entre lo real o lo imaginario. Un trozo de limón en la boca o la idea de un trozo de limón en la boca provocan la misma salivación. En función del sentimiento particular, el shock afecta a una zona precisa del cerebro, visible por el escáner, a un órgano y a una realidad energética.

¿Realidad energética?
 Somos una unidad compuesta de cuatro realidades inseparables: orgánica, cerebral, psíquica y energética. No hay ni una sola célula del cuerpo que escape al control del cerebro, y este no escapa al control del pensamiento, consciente o inconsciente; de manera que ni una célula del cuerpo escapa al psiquismo. Un shock siempre va acompañado de un sentimiento personal que repercute en los cuatro niveles biológicos. 
¿Y es irreversible?
 Cuando encontramos la solución esos cuatro niveles sanan simultáneamente. Una paciente tenía dolor en el hombro. "¿Desde cuándo?", le pregunté. "La primera vez estabas sola con mis hijos" "Si estas con tus hijos, no estás sola, ¿quién falta?" "Mi marido que nunca está, yo necesito estar arropada". Cuando lo reconoció, el dolor desapareció.
A lo largo de un día no satisfacemos todas nuestras necesidades fundamentales.
Cuando no las satisfacemos, nace una emoción. Si esa emoción se libera en el exterior bajo una forma artística, a través de la palabra, el baile o los sueños... todo va bien. Cuando el acontecimiento no está expresado, queda impreso y el cuerpo será el último teatro de ese evento.
¿Todo conflicto provoca enfermedad?
 No, es necesario que sea dramático, imprevisto, vivido en soledad y sin solución. Cuando se dan estos cuatro criterios, el trauma se manifestará a través de la biología.
¿Distintas emociones corresponden a distintos órganos del cuerpo?
 Sí, todo lo que tiene que ver con la epidermis responde a conflictos de separación; el esqueleto, a una desvalorización; la vejiga corresponde a conflictos de territorio. Para las mujeres diestras, problemas en el seno y hombro izquierdos corresponden a problemas con los hijos y viceversa para las zurdas; los desajustes en el seno y hombro derechos corresponden para las diestras a problemas con la pareja y viceversa 
¿Estómago e intestino?
 No tener lo que se quiere y no poder digerir lo que se tiene corresponde al duodeno y estómago. El colon corresponde a un conflicto asqueroso, podrido. En el recto están los problemas de identidad: "No me respetan y me dejan de lado". Los riñones es la pérdida de puntos de referencia. Los huesos: grave conflicto de desvalorización.. 
¿Lo adecuado para estar sano?
 Revalorizar las emociones, ser consciente de las emociones y expresarlas, es decir: bailar más a menudo. La gente está mucho tiempo en lo emocional pero son emociones procuradas: fútbol, cine... Un malestar compartido disminuye a la mitad, continúa compartiéndolo y acabará desapareciendo. Una felicidad compartida se multiplica por dos.
La ira y la violencia se expresan a sus anchas.
 Un hombre tiene miedo, el miedo produce rabia, y la descarga enfadándose con su mujer. Cuando estamos en contacto con la emoción auténtica, se transforma; cuando lo estamos con la emoción de superficie, no hay cambio. Si el hombre se dice: "Lo que tengo es miedo", su miedo disminuye a la mitad. Hay que tomar conciencia de uno mismo


viernes, 11 de octubre de 2013

ACOSTUMBRARSE A SUFRIR


         Uno se acostumbra a todo. Parece increíble cómo somos capaces de soportar una desgracia sobre otra, un palo sobre el siguiente, una decepción sobre la que ni pensabas. Y de pronto te encuentras ahí, tu sola sin saber donde apoyarte y con el sufrimiento a punto de estallarte dentro.
         Al principio, cuando comienzan a pasarte desencantos te sientes la más pequeña, insignificante e intrascendente persona del mundo. Desprotegida y asustada no sabes hacer otra cosa que sufrir. Y cuanto más vueltas das a la sin razón de lo que te han hecho, más enredada te ves en algo que no entiendes.
         Es difícil acostumbrarse a sufrir. Uno no aprende esta lección, que por otra parte parecería excelentemente útil para el futuro, porque  sufrir con seguridad, vamos a volver a sufrir.
         A mi me queda la esperanza de que vayamos aprendiendo a soportar al menos el tirón. A acomodarnos a las nuevas circunstancias, a ir viviendo pasando día a día hasta que lo hagamos hábito, a ceder dolor por rutina y a engañar a las ganas de llorar para que poco a poco todo se haga más llevadero.
         Lo peor de todo es que cada uno tenemos una textura en el corazón. Blandos, vaporosos, recios, duros, semiduros e indelebles. Depende en la categoría que se esté, se resiste la adversidad.
Endurecer el corazón no es fácil tampoco para el que lo tiene mullido y suave. Pero es un ejercicio necesario si quiere no morir en el intento de vivir a cualquier precio.
         Hay que llevarle al gimnasio. Hacer flexiones, ensayar cómo se  esquivan los golpes, poner pesas y ejercitar la carrera. Hacerle fuerte aunque se resista y enseñarle a evitar a las personas que quieran componer mentiras para que creyendo a quien quiere, se deslice por el abismo.
         La buena noticia es que la vida es un boomerang. Que nos devuelve lo que lanzamos y que, aunque a cada uno toque llorar en un tiempo distinto, todos terminando lamentado el mal que hacemos.
         Al menos, a veces, es un consuelo.

LO MÁS FUERTE: EL AMOR



No hay nada más fuerte que el Amor. Nada que te mueva sin que te des cuenta, que tire de ti sin intentarlo, que te obligue sin intimidar, que te someta sin cadenas, que te rinda sin ningún esfuerzo.
A veces, uno se sorprende a sí mismo con actitudes desconocidas, con cambios de humor, con altibajos que rezuman tristezas frente a entusiasmos. Pero sobre todo, solamente a través del amor conocemos nuestra medida.
Hay que desterrar la idea de acotar el Amor. Para ser tal no tiene que tener apellidos. Ni de familia, ni de pareja, ni fraternal, ni de amistad…el Amor es tan amplio y fabuloso que lo invade todo cuando existe y en ese amplio abrazo lo inunda por completo.
Uno sabe cuando ama y lo sabe bien. No hay dudas posibles. Ni trabas, muros o murallas que no se puedan derribar. No hay posibilidad de confusión. Si dudamos de lo que sentimos es que no es Amor; será otra cosa. Y ahí está el peligro. Frecuentemente se confunden los afectos, se desdibujan los límites y se interseccionan las proyecciones. Pero siempre que sucede esto es porque la persona que lo confunde nunca ha estado instalada en el amor y no conoce su esplendor y textura.
Cuando se ama, es imposible no perdonar, no disculpar, no proteger, no colmar, no responder, no estar siempre y para todo.
Solemos querer medir el Amor, pero de tener medida sería tan inmensa que estallaría cualquier medidor. El Amor, en estado puro arrasa y desborda, mientras suavemente serena y aquieta.
En él caben todos los contrastes porque se disuelven y reúnen, se derriten y se funden. Es la unicidad por excelencia.
Lo único que todo lo explica, deduce y concluye.
Por eso, cuando estamos instalados en el Amor lo sabemos bien porque no hay nada igual. Nada.

miércoles, 9 de octubre de 2013

SUFRIR EN SILENCIO



Muchas veces he pensado que me gustaría saber, al cruzarnos con la gente, cuánto sufre cada uno y por qué. Nunca se sabe lo que uno puede estar atravesando. Nos cruzamos, incluso hablamos y nos relacionamos sufriendo en silencio. Esa es la razón por la que, al menos yo, siempre he sido compasiva con los demás.
No importa lo fuerte que parezca una persona. Muchas veces, la fortaleza exige un tributo importante: la resistencia.
Las personas que siempre soportan todo estoicamente, aquellos que nunca se tambalean, los que no se quejan y siguen sin caer…esos son los que sufren, en ocasiones, con más ahínco porque entre otras cosas tienen la obligación, ante los demás, de soportar lo que les echen.
Los débiles suelen tirar la toalla muy pronto porque cualquier dificultad les tumba. Hay que aprender a tener resistencia a la frustración. Es necesario, caer muchas veces para aprender a levantarnos con rapidez. Pero sobre todo es urgente saber cómo al tirar la toalla hay que agacharse rápido para que no toque el suelo.
Todos tenemos necesidad de un apoyo, de vez en cuando. De una mano que apriete fuerte la tuya y le diga que todo irá bien.
Hay que confiar en nosotros, en nuestro proyecto en la vida y si no sabemos cuál es, dejar que te busque y abrazarlo con toda el alma.
Las dificultades llegan solas, sin llamarlas. No hay que buscarlas, pero tampoco evadirlas porque son necias y te persiguen hasta encontrarte. Todo lo que necesitamos está dentro. La dificultad está en la conexión. Estar desconexionado de tu ser superior siempre tiene consecuencias.
Saber que todos tenemos aspectos que podemos mejorar es comenzar a conducirnos con lucidez.
 Nuestra alma es nuestra verdad más elevada. Es un ser perfecto al cual podemos llamar en cualquier momento y en cualquier lugar.
El simple hecho de estar consciente de esto nos puede conectar al Universo Perfecto del que poder tomar la fuerza necesaria para retomar el equilibrio, porque estando en él no hay sufrimiento posible.
Todo está bien. Todo lo estará.