Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 15 de octubre de 2015

! COMUNÍCATE, QUE LO SEPAN!


La felicidad puede ser estar en lo muy simple. O puede ser una idea tan grande en nuestra cabeza que nunca logremos alcanzar. Todos coincidimos en que son momentos. Instantes eternos que se perpetúan en la mente. Sonrisas, besos, roces, miradas, ternuras, olores, sonidos, sabores…en definitiva, casi siempre recuerdos.

La sensación de ser feliz hay que tenerla bien actualizada y al día. Porque no hay nada mejor que saber que se es feliz cuando se está siendo. Ni nada peor que “recordar el placer en el tiempo del dolor”, como decían unos versos populares.

Posiblemente, una de las fuentes más placenteras de gozo y felicidad sea la comunicación.

Hay personas que apenas hablan; otras que no callan, pero tal vez tanto el silencio de unas como la verborrea de otras se regalen en los lugares inadecuados.

A veces, callamos donde deberíamos hablar y hablamos donde habría que colocar silencios.

No nos comunicamos o lo hacemos defectuosamente, muchas veces.
Se trata de expresar, de aportar información sobre lo que pasa dentro, sobre lo que se espera de los demás o sobre lo que esperamos de nosotros mismos porque verbalizarlo es conseguir que los demás sepan lo que nos sucede y comprobar lo que hacen a partir de ello.

Aquí os dejo esta breve sentencia en forma de pasaje, posiblemente nos dé luz en este tema.

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No era feliz...

Entonces, escribió un libro, plantó un árbol,
tuvo un hijo y tampoco pudo decir que lo era.

Entonces, escribió otro libro, plantó más árboles
y tuvo varios hijos, pero nada cambió.

Entonces, escribió sobre el árbol, tuvo cinco mil
libros, plantó a sus hijos, y fue más desdichado.

Entonces, plantó los libros, le escribió a sus hijos
y se sintió más desgraciado.

Entonces, cerró el libro, le habló a sus hijos y
se durmió bajo el árbol para siempre

En ese lugar hay una placa que dice:

                    "Yace aquí un hombre que
                            se olvidó de amar a los
                                árboles, a los hombres
                                        y a sus hijos"

                                                        Jorge Bucay

miércoles, 14 de octubre de 2015

NADAR CONTRACORRIENTE



En ocasiones nos empeñamos en nadar contra corriente y el agua nos lleva por delante. Creemos que nadamos bien, que podremos con cualquier corriente, que los remolinos no son para nosotros y que en último término aparecerá un salvavidas particular que nos preservará siempre.

La realidad es otra. Cuando se nada contra corriente el cansancio aparece, el agua te llega al cuello y de vez en cuando llega una ola que te tapa por entero.

Nos damos cuenta de que nos estamos ahogando cuando nos falta el aire. Cuando a pesar de mantener la voluntad por seguir, las fuerzas flaquean ante nuevas embestidas y uno se plantea que al fin y al cabo para qué nada. Tal vez no nos tengamos que salvar de nada. Posiblemente lo único que nos pide la vida es quedarnos quietos y esperar.

Nadar contra la adversidad es perder siempre. Porque nadie puede intervenir para desviar el agua revuelta, nadie hacer que esa agua sea menos densa, ni siquiera nadie puede salvarse a cualquier precio.

Por eso he decidido dejar de nada contra corriente y seguir la mía propia. La que impulsa la vida serenamente y la que va propiciando el destino sin desatinos.

He hecho muchos esfuerzos por llegar a la otra orilla. Muchos por salvar y salvarme con ello y  me condeno a cada paso.

No es tiempo de ir en contra de lo que es. Lo que tenga que suceder sucederá igualmente. La vida se encargará de colocarnos en nuestro lugar, de una forma u otra.

Tanto esfuerzo, tantas lágrimas, tanta angustia, tanto celo… para ahogar, en el río revuelto, unas expectativas que nunca debieron existir.

Nadie nos decepciona. Somos nosotros mismos los que hemos esperado demasiado de otras gentes. Ellas son como son. Nosotros también. No hay pecado en ello, ni falta siquiera. La ilusión estúpida es creer que podemos arrimar el ascua a nuestra sardina cuando eso nunca sucede.

Nadie gana ni pierde. Solamente aprendemos y eso siempre significa crecimiento.

A este paso voy a crecer tanto que podré tocar la luna con la punta de mis dedos.

De todos los modos, ojalá sea así.

lunes, 12 de octubre de 2015

RECONÓCETE...SIEMPRE!



Es cierto que todo cambia. Es verdad que la vida es impermanencia. Que por mucho que nos empeñemos en atrapar épocas bonitas, situaciones deliciosas o momentos inolvidables, se nos escapan de la mano como el agua en una cesta. 

También es cierto que ellos van componiendo nuestra biografía, nuestra especial historia particular y que en ellos y a través de ellos, hemos ido creciendo, con dolor unas veces, con dificultad otras y dejando un poco de nosotros en todas.
Nuestro núcleo personal, el adherido al alma, ese debe mantenerse y reconocerse.

Podremos modificar conductas, podremos variar costumbres, podremos escalar barreras, podremos romper muros pero siempre estará nuestra esencia formando parte de nuestro paso por el mundo.

Ese polvo estelar que nos configura es el que no hemos de perder de vista, porque por encima y por debajo de todo, de lo bueno y de lo malo que hagamos; más allá de lo correcto o lo incorrecto, incluso al margen de lo que se debe o no se debe hacer…estará siempre la energía que fluyó hasta hacerse densa y tomar forma de existencia.

Está ahí. Hay que reencontrarse con ella. Emana de la fuente originaria del todo y va de nuevo hacia ello. Es absolutamente sabia. Inmensamente poderosa. Incalculablemente abundante.
Ella lo sabe todo. Tiene todas las respuestas y ha pasado por todas las situaciones. Ha sido rey y esclavo. Se ha perdido y vuelto a encontrar. Sabe del dolor y del gozo. De la pérdida y el reencuentro.

Lo sabe todo. Todo lo conoce ya.

Apenas tengamos el verdadero deseo de desvelar su presencia acudirá en nuestra ayuda.

Pregúntate a ti mismo. Vuelve a ti. Llega a tus adentros. Repliégate para expandirte. Lo has hecho muchas veces. No hay nada nuevo ni aunque creas que tú si descubres. No hay nada que descubrir. Se trata de recordar. De reconectar.

Por eso cada vez me preocupo menos de lo que me sucede. No hay nada que temer. Ya hemos pasado por todas las situaciones. 

Muchas veces.



domingo, 11 de octubre de 2015

VIAJE A ÍTACA ( Relato del Domingo)





DOMINGO ANTERIOR

…”El timbre de la puerta sonó repetidamente. Swa abrió cuidadosamente esperando encontrar al paciente al otro lado. No era él. Una mujer atractiva y de gesto petulante preguntaba por el doctor con una familiaridad desconcertante. 

.-¿Desea una consulta?.

.-Owen. Quiero ver a Owen.- Swa se inquietó al instante sin saber muy bien por qué. Era una especie de corazonada. Una intuición certera y demoledora que  hizo temblar de miedo todo su cuerpo. (…)
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El ascensor se abrió en este intermedio y apareció un hombre alto de cara adusta y de gesto inquieto. No dijo nada. Se colocó al lado de la mujer e hizo ademán de demostrar su fortaleza. Metió sus manos en los bolsos y comenzó a manipular un objeto dentro de ellos.


.-No tenemos tiempo que perder. Déjenos pasar.- Dijo la mujer un poco más calmada ante la presencia de su amigo.
Swa respondió con una negativa. 

.-El doctor no está en estos momentos.- Sin embargo, un sonido brusco llegó desde el despacho de Owen, junto a sus pisadas inconfundibles alrededor de su mesa.

.-¡Déjenos pasar!.-Increpó el hombre que pareció comenzar a enfadarse.

.-Un momento…- Y diciendo esto Swa intentó cerrar la puerta a la mayor brevedad posible, pero el pie y la mano de aquel hombre empujaron la puerta abriéndola sin remedio.

.-¡Owen, Owen!...Swa intentaba, desesperadamente avisar al doctor de un peligro cuyo alcance no podía conocer en aquellos momentos.

La pareja de desconocidos se adentraron en la clínica hasta llegar a la puerta del despacho del psiquiatra. Entraron sin llamar.
Swa palidecía por momentos suponiendo las oscuras intenciones de ellos. 

.- Abrieron la puerta y se encontraron con un despacho vacío. Buscaron por todos los espacios de aquella amplia habitación sin éxito. Efectivamente el doctor no estaba allí. Le habían oído caminar segundos antes. Era imposible que no se encontrase en aquella estancia.

.- ¡Vamos, aquí no está. Pero no se escapará de nosotros.-Dijo el hombre con un brusco contoneo en el ritmo de su marcha. La mujer le seguía callada. Sin embargo, antes de desaparecer escaleras abajo, se volvió hacia Swa y le entregó algo semejante a un colgante egipcio.

.-Dáselo. Él lo entenderá.

Swa perpleja y asustada no podía salir de su asombro. Owen estaba en la casa cuando ellos llegaron. ¿Cómo habría podido huir? ¿De qué forma se percató de su presencia?¿Por qué era tan peligrosa aquella visita?.

Cerró la puerta angustiada y ansiosa de encontrar una solución a todas estas preguntas. Y comenzó a llamar a gritos al doctor. Las lágrimas rodaban por sus mejillas a borbotones. 

¿Quién era en realidad aquella afable persona que le había despertado tan profundos sentimientos de protección y ayuda?. ¿Se merecía su amor? ¿O acaso era víctima de las circunstancias de un pasado aterrador e inconcluso?.

Pasaron unos instantes donde solo el silencio acompañó su llanto. Se sentó en uno de los cómodos sofás de la sala de reuniones. Metió su cara entre sus manos y continuó llorando amargamente.

Al poco rato, Owen salía de su despacho con el pelo alborotado y con la cara desencajada.

.-¡Owen, amor mío!, amor mío!.-Swa se abalanzó sobre él y se fundió en un abrazo apretado y compasivo en el que pretendía recomponer los pedazos de aquel hombre lleno de misterios. 

Sintió el frío húmedo de las lágrimas del doctor sobre sus mejillas. Una inmensa impotencia acuciaba aún más sus deseos de ayudarle.

.-¿Dónde estabas?. ¡Qué sucede Owen?. No me has contado todo.- El psiquiatra tomó la mano de aquella angelical mujer y le llevó hasta la biblioteca del despacho que ocupaba. Allí desplazó una de sus estanterías y mostró a Swa el escondite que había utilizado.

.-Owen, es el momento de que me cuentes la razón del grave peligro en el que te encuentras; solo así podré ayudarte.- El doctor comenzó a gritar, descontroladamente, golpeando de nuevo su cabeza contra la pared.

Aquella situación comenzaba a convertirse en un peligroso juego de adivinanzas que sumió a Swa en un profundo desconcierto. ¿Sería capaz de seguir a su lado a pesar de todo? (…)