Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 24 de enero de 2015

EN SALDO DE AMOR



Qué diferente somos y pensamos a través de la vida. Creamos el tiempo al crecer. Tejemos una red de segundos, minutos y horas que vamos entrelazando con seres que llegan a nosotros para enseñarnos algún aspecto de nuestra indescriptible alma.

En realidad, el mundo empieza y acaba con nosotros. La muerte y el nacimiento son dos caras de una misma moneda que sostiene la mano del universo. Y todos, en nuestra breve existencia, configuramos a la vez un sistema conjunto de emociones, sentimientos e inquietudes que hacen evolucionar nuestro microcosmos particular.

El ángulo desde el que observamos la vida va cambiando y se transforma cada vez que arrasamos con la fuerza del amor o nos debilitamos con la desesperación del miedo. 

Nuestro pensamiento es el origen de todas las bondades que puede albergar una vida o el fin de toda esperanza cuando nos colocamos en un rincón sin luz.

 A veces, la luz no llega. Nadie la enciende. Otros no son los que se ocupan de nuestra lámpara. 

A veces, parece que nunca termina el camino de subida porque nadie empuja por detrás. 

La mayoría de las veces, sin embargo, somos un candil para otras personas aún sin saberlo y son ellas, con el reflejo de lo que damos, quienes nos alumbran al pasar.

Ayer, mi padre me hablaba del repaso que hacía de su dilatada vida. La suma de toda ella era en términos de afecto. Valoraba si había tenido mucho o poco en la infancia, más tarde con sus amigos, con su novia y por último en su matrimonio y con sus hijos. Me di cuenta de que al final de todo, o importa nada más que eso.  Ni las casas, ni los coches, ni las propiedades, ni el dinero. Nada salvo el saldo de amor que resta al final.

Sea cual sea el ángulo desde el que miremos nuestra vida, eso es lo único que importará siempre. 

De saberlo pronto sería sumamente importante que nos esforzásemos en dar prioridad a esta dimensión porque es la herencia que dejamos y las maletas que nos llevamos.

 No hay otra cosa. No hay más.

viernes, 23 de enero de 2015

ACUERDOS DE ALMAS



Con cada persona que forma parte de nuestra vida establecemos un acuerdo de almas. Esto significa que mucho tiempo atrás, en el reino de las almas, prometimos tener un encuentro especial, compartir la vida, modelar la experiencia, completar otra alma al unirnos con ella en esta vida terrenal.

           Los acuerdos entre las almas son compromisos para el crecimiento del alma en conjunción con otra.  De esta manera, emprendemos el viaje hacia un estado de conciencia y apertura total que los místicos denominan “iluminación”.

            Estos compromisos son el motivo por el cual, en ocasiones, sentimos una extraña conexión con otra persona; otras veces no entendemos que alguien con carácter difícil forme parte de nuestra vida, o nos preguntamos simplemente por qué recorremos la vida junto a alguien, como si existiera un acuerdo tácito que a su vez puede terminarse abruptamente.

              Como miembros de esta comunidad de almas reunidas en la vida sobre la Tierra, hemos acordado no sólo recordar a los demás sobre el estado puro original, sino también realizar todo lo posible dentro de la existencia humana, infinitamente cambiante, con el fin de asegurar el crecimiento de nuestra propia alma y las de los demás.

                 Algunas personas vienen al mundo para ser bellas y fuertes, otras para ser complicadas o raras; algunas para morir jóvenes y enseñarnos, a través de la desolación de tan terrible pérdida; otras, para vivir muchos años e instruirnos mediante su sabiduría. Sin embargo, no importa cuál sea nuestro rol: todos formamos parte de este gran destino espiritual que principalmente consiste en recordar nuestra esencia eterna y dirigir nuestros actos hacia la unión final.

                     Es así que a cada persona que conocemos, en situaciones buenas o terribles, breves o duraderas y cada relación de la que formamos parte, representan una pequeña escena en el eterno conjunto humano, cuyo fin es el desarrollo del alma.

             Al advertir esto, uno podrá asombrarse y comprender que cada persona presente en nuestra vida tiene un importante propósito : el de entrar en contacto con nuestra alma y hacerla crecer. Que cada relación existe para agudizar la conciencia de nuestra alma.

           Así, ya nadie nos resulta extraño, ninguna relación puede verse como un error o un fracaso.  A la luz del espíritu, comprendemos que estamos cumpliendo nuestro rol, en miras a la realización de un plan perfecto y eterno.

           "Todo tiene una Razón de Ser, todo ocurre por algo... aunque en el momento presente no lo comprendamos."

miércoles, 21 de enero de 2015

LO QUE DE VERDAD NOS IGUALA



Todos somos iguales, o lo queremos creer cuando pretendemos parecer impolutos y libres de cualquier clasismo, racismo y xenofobia. 

Queda bien. Nos da un aire de bohemios que se instalan en una modernidad perpetua. Con esta actitud parecemos más generosos, flexibles y disponibles. Pero en realidad, no lo somos.
Cuando lo que está en juego es nuestra consideración social, las apariencias y lo material, entonces demostramos, con nuestros hechos, lo que con nuestras palabras queremos negar.

Sin embrago, lo que de verdad nos iguala es la cercanía a la muerte. Las circunstancias graves, los desastres vividos en compañía o el peligro acechando sobre quienes nada tienen que ver.

Recuerdo una anécdota vivida por un familiar mío. Éste frecuentaba una farmacia cuyo farmacéutico se ubicaba en un elevado rango social, atendiendo a las  numerosas posesiones, terrenos y efectivos que poseía. 

Evitaba los comentarios cotidianos sobre los banales acontecimientos  de paso del día a día. Ni el tiempo, ni los sucesos políticos, ni la subida de los precios, ni los partidos de fútbol…eran suficiente motivo para esbozar una sonrisa con los ciudadanos de a pie.
Cierto día comenzó a sonreír, a querer dialogar más allá de vender el medicamento de turno, a detenerse con la gente, “a perder” el tiempo con el desconocido que preguntaba alguna cosa, a regalar una caricia a los niños…a gozar de la ternura y del reposo, a igualarse al resto, en definitiva.

Al poco tiempo supimos que padecía un cáncer terminal. Fueron los mejores meses de su vida. Descendió del pedestal donde solamente se rodeaba de soledad. Aprendió, rapidísimo, lecciones de vida que solamente se integran cuando estamos ante un límite. Se dio entonces al mundo y su cara cambió absolutamente.

Nos iguala lo que amenaza.  Ante el temor compartido se esfuman las diferencias. 

La pena es que sea a veces tarde. No para amar, que nunca lo es. Tarde por el tiempo perdido; no por el que resta, que siempre será suficiente para recuperar en un instante lo que no se dijo, lo que no se besó, los abrazos que se dejaron escapar, las palabras que nacieron ásperas, las que no se dijeron o las que están esperando  salir.

No vale la pena nada más que aquello que nunca puede perderse y esto no está relacionado con lo que tenemos, sino con lo que somos.  

Desconocer este dato, hasta el último momento, puede pasarnos una alta factura. La peor. Perder tiempo de amar.

martes, 20 de enero de 2015

LA URGENCIA DE SOLTAR



Una etapa que termina, una pareja que se disuelve, los hijos que se van de la casa, amigos que quedan en el camino, cambios en nuestro cuerpo, en nuestro entorno, en nuestro trabajo… Algo muy dentro nuestro quisiera que todo se quedara quieto; así estemos anhelando el cambio, le tememos (y mucho más cuando no lo anhelamos!). Pero la vida es impermanencia. Y esa impermanencia es, curiosamente, la que, si trabajamos sobre ella, puede vincularnos con algo inmutable que es nuestro núcleo.

Urgencia por controlar al otro, urgencia por disimular el paso del tiempo (cuando nos apegamos a una etapa, un cuerpo que ya no tenemos, un rol que ya no cumplimos), compulsión por actuar de un modo que nos es habitual (sentimiento muy similar al de requerir una sustancia estando en situación de adicción)…


Soltar es un ejercicio para toda la vida, para cada día, en cada pequeño acto. No significa permanecer inerte, indiferente, como la falsa imagen del yogui que parece estar “más allá del bien y del mal”: es estar plenamente vivo, relacionándonos intensamente con lo que hoy somos, hoy hay, hoy es, y no con lo que éramos, lo que fue, lo que ya no está (o lo que quisiéramos que sea o hubiese sido).

No debemos enfrentarnos de entrada con lo más grande, porque no podremos. Es demasiado amenazante. Puede incluso ser demasiado cruel soltar algo ahí mismo, en el acto. Incluso con las pequeñas cosas podemos, aunque sea de forma intelectual, comenzar a ver que el hecho de soltar puede tener una enorme trascendencia, una relajación y una conexión con la suavidad y la ternura del verdadero corazón; a veces, él nos dice:

“Es demasiado para ti; todavía no eres capaz de deshacerte de ello, practica primero con las cosas sencillas. Empieza dándote cuenta de todas las pequeñas cosas a las que estás apegado y te resultará más fácil entender qué significa soltar.

 Vete deshaciendo la gran piedra poco a poco…paso a paso…soltando arenillas y algún día, cuando menos lo esperes, enredado en el trabajo de lograrlo, lo habrás conseguido”.

Fuente: (Fragmento…)

lunes, 19 de enero de 2015

TODO ES MÁS SENCILLO DE LO QUE SUPONEMOS



Anoche me dormí leyendo estas reflexiones…me relajaron y lograron crear en mi una forma peculiar de estar en este momento, siempre difícil, de cerrar los ojos…
Comparto con el deseo de que os suceda lo mismo.

"Hay suficiente. No es necesario competir, mucho menos pelear, por recursos. Todo lo que tienen que hacer es compartir.

"No hay nada que tengan que hacer. Dios no quiere nada, no necesita nada, no demanda nada, no ordena nada.

"Dios habla con todos, todo el tiempo. La pregunta no es ¿A quién habla Dios? La pregunta es: ¿Quién escucha?

Hay Tres Principios Básicos de la Vida: Funcionalidad, Adaptabilidad y Sustentabilidad. 
No existe tal cosa como Lo Bueno y Lo Malo, solo existe Lo Que Funciona y Lo Que No Funciona, según lo que intentas hacer.

En un sentido espiritual, no hay víctimas y no hay villanos en el mundo, aunque en sentido humano parece que indudablemente los hay. Sin embargo, como eres Divino, nada puede suceder en contra de tu voluntad.

Nadie hace nada inapropiado, dado su modelo del mundo.

No existe tal lugar como el infierno y la condenación eterna no existe.

La muerte no existe. Lo que llamas “muerte” es meramente un proceso de Re-Identificación.

No existe tal cosa como el Espacio y el Tiempo. Sólo existe el Aquí y Ahora.

El Amor es todo lo que es.

Tú eres el creador de tu propia realidad, usando las Tres Herramientas de Creación: Pensamiento, Palabra y Acción.

Tu vida nada tiene que ver contigo. Se trata de todos aquellos cuyas vidas tocas y cómo las tocas.

El propósito de tu vida es recrearte nuevamente en la siguiente más grandiosa versión de la más grande visión que jamás hayas sostenido acerca de Quién Tú Eres.
  
No existe tal cosa como la Verdad Absoluta. Toda verdad es subjetiva. Dentro de este marco hay cinco niveles de decir la verdad. Decirte a ti tu verdad sobre ti. Decirte a ti tu verdad sobre otro. Decirle al otro tu verdad sobre ti. Decirle al otro tu verdad sobre el otro. Decirles a todos tu verdad sobre todo.
Hay Tres Conceptos Nucleares de Vida Holística: Honestidad, Conciencia y Responsabilidad. Vive de acuerdo a estos preceptos y la lucha desaparecerá de tu vida.
  
Que haya un Nuevo Evangelio para todas las personas en la Tierra: “Todos somos uno. La nuestra no es la mejor manera, la nuestra es simplemente otra manera”.