Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 1 de noviembre de 2017

NO PASA NADA...



Tuve una madre genial. Ésta era su frase preferida. “No pasa nada…” que sobre todo la comenzó a emplear cuando ya estuvimos lo suficientemente formados para saber qué nos convenía y qué no; qué debíamos defender, qué apoyar o qué rechazar.



Su mensaje era claro. “Lo más importante son las personas y lo que está vivo.” 

Efectivamente damos mucha importancia a cuestiones que no la tiene: ..” que si has manchado el sillón”, “que no pises esa alfombra”, “que has dejado descolocado ese libro”, “ cuidado que me ensucias el coche”…y un sinfín de ejemplos que solamente nos hablan de lo estúpidos que somos.

Las cosas deben estar a nuestro servicio. Lo que no quiere decir que no estén ordenadas y dispuestas para vivir con comodidad y fundamento. Pero el coche, la casa, las ropas, el dinero…todo lo que no tenga vida nunca debe captar tanto nuestra atención e interés como para reglamentarlo de forma que lo demás se subordine.

La vida, esa sí que es importante. La vida en cualquiera de sus formas. Podemos categorizar, priorizar o seleccionar pero en cualquier caso lo que está vivo siempre estará por encima de las cosas.

No olvidemos que dentro de esta consideración hay otra muy importante. La vida fue posible por la colaboración, por la ayuda, por la simbiosis. Por eso, cuando ayudas a otro/a en lo que sea, tú mismo creces, evolucionas, mejoras, te transformas. Nunca ayudar resta en nada. Siempre suma, para los que la reciben y para quienes la dan. Es algo parecido al amor, nunca divide, siempre multiplica.

“No pasa nada…” es la frase que más se agradece cuando creemos que hemos hecho algo mal y la otra persona no acude a la riña para resolverlo. Ni al castigo, ni al improperio, las malas formas o los malos modos.

Una vez que se dice esta frase se produce un estado de relajación tan necesario como sanador para la persona que ha tenido el fallo, porque es ahí en esa tranquilidad cuando podemos comenzar a explicar que aunque no pase nada se puede hacer mejor o que para otra vez habrá que tener más cuidado etc… Y eso si que se recibe con agradecimiento… y al final cala mucho más que lo que se nos dice con agresividad, desprecio o desdén.

Se lo he agradecido siempre a ella. Lo he aplicado con mis hijos y con mis mayores más tarde.

Todo se suaviza con esas tres palabras.

A veces, es lo único que necesitamos; quitar el miedo a la reprimenda ante nuestros fallos porque después escucharemos con mucha más atención e intención de corregirlo.

A mí me sirve. 

Lo recomiendo.

domingo, 29 de octubre de 2017

EL DÍA DE LOS MUERTOS



Hay un día para todo ahora. El que se dedica a los enamorados, el que ensalza a la madre o el padre, el que homenajea a las enfermedades y como no, el día de los difuntos.



Hoy he mantenido una animada charla, casi discusión, con un familiar cercano por este tema. Aquí el día 1 de noviembre se destina al recuerdo de los muertos. Y es, en ese momento, cuando las tumbas se llenan de flores, las lágrimas afloran y los recuerdos invaden a los que veneran esta celebración. 


No estoy en esta sintonía. En absoluto. No tengo días de nada pero menos para los seres queridos que se han ido de nuevo al hogar primigenio.  


Les recuerdo todos los días, lloro a menudo, me regocijo en lo que de ellos queda en mi y no necesito una fecha en el calendario que me lo recuerde.


La persona que estaba explicándose a mi lado, rememoraba con denuedo a sus muertos más recientes, aún así ya muy lejanos. Lloraba, se acongojaba, sufría y retorcía su alma ante la próxima fecha. No entiendo esa postura cuando el resto del año ni siquiera lo menciona.


Posiblemente, sea yo muy exigente con los sentimientos. Tal vez, esté bien que exista un día para ese fin porque de otro modo mucha gente ni siquiera tendría uno en el que airear sus recuerdos.


En mi interior soy muy intuitiva. Siento con fuerza lo que debo a cada uno de mis muertos. Y así lo hago. A veces, creo que alguno necesita oraciones, y rezo. Otra persona se me representa con tal luz que ni siquiera soy capaz de decir, al referirme a ella, “en paz descanse”, que es una fórmula de obligada cortesía. No lo hago porque verbalizar esa frase me parece poner en duda que lo esté; y no lo dudo ni un solo instante.


Tal vez sea extraña. Tal vez de mucha importancia a mis intuiciones. Posiblemente mi mundo interior me da las señales que necesito para guiarme con mis muertos y con los vivos. 


Yo al menos sigo mi instinto que cada vez parece afinarse más.

Al resto solo me queda ofrecerles mi respeto.