Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 17 de julio de 2018

EL SILENCIO ES PODER



Siempre me ha gustado la sociabilidad. Somos seres sociales, impelidos a conectar con los demás desde nuestra condición de humanos. Animados a la relación por estar impreso en nuestro ADN. Sin embargo, no todo puede verterse al exterior. Cuando uno vive poniendo fuera su punto de apoyo está condenado a desplomarse con rapidez.




He aprendido, no sin dificultad, que en el silencio hay un gran poder. Nos aleja de los problemas, nos permite tomar distancia, nos posiciona de frente y nos da otra visión. También he entendido que ofrecemos gratuitamente mucha información que ni interesa al resto, ni es necesaria, ni nos conviene parar preservar nuestra intimidad, a no ser con aquellos que elijamos para ello.

El silencio permite entrar la luz; comienzas a ver y a reconsiderar tu forma de actuar. Posiblemente sea necesario un reajuste. Incluso mimetizar las actuaciones del resto de la gente en aquello que funciona a nivel social. 

Uno se empeña en ser el mismo y por ello, cuando aún la experiencia no te asiste, batallas con el mundo aunque esté en contra. Poco a poco, te das cuenta que esta lucha es inútil. Que podemos ser nosotros sin contravenir las reglas del juego. Y, sobre todo, podemos entender que siempre podemos elegir.

Elegir cómo interpretar lo que nos sucede, pero fundamentalmente, elegir cómo reaccionar ante ello. Siempre hay múltiples caminos a tomar. Por eso debemos detenernos y alejarnos mediante el silencio para tomar una decisión.

Toda elección tiene sus consecuencias y precios que pagar, al igual que bondades que recibir. Por ello es importante hacer un espacio para el silencio; un espacio que no es vacío, todo lo contrario, que está lleno de escucha, de atención, de observación detenida.

Después llega la calma y otra forma de actuar. Más a favor de ti mismo, más llena de lo que te viene bien, mejor conformada y ajustada a tu felicidad y sobre todo, nacida de ti para ti.

Probemos el silencio a ratos. Miremos que hay dentro de él. Escuchemos lo que tiene que decirnos. ¡Sigamos avanzando!, pero ahora, más inteligentemente.