Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 30 de julio de 2011

COMENZAR CADA DIA

Comenzar cada día, este acto natural que realizamos  todos, a veces se convierte en un pesado yunque que exige grandes esfuerzos de voluntad. Puede que llevamos un tiempo sintiendo que todo nos sale mal; que en realidad no contamos con ayudas efectivas, que nos persigue la mala suerte y que cada vez nos vemos menos capaces de soportar la vida. Puede incluso que ese derrotismo lo proyectemos a nuestro alrededor y la gente que, de algún modo depende de nosotros, se vea afectada por el ambiente agónico que nos acompaña.
Efectivamente todo esto y más, puede ser verdad. La vida no es fácil, para nadie. Porque siempre falta algo, siempre algo no es adecuado a nuestros deseos, siempre algo nos niega y aunque pensemos que lo que nos falta a otros les sobra a raudales, con lo que según nuestro criterio, deberían ser felices, la realidad es muy diferente. Nadie tiene todo lo que le hace feliz. Ese es el gran secreto de la vida. La carencia. Si no existiese, no lucharíamos por alcanzar lo que falta. La vida perdería su sentido.
Sin embargo, a pesar de que podamos sentirnos desgraciados, sin luz interior, agotados en nuestra propia contienda con las circunstancias hay muchas formas de comenzar un nuevo día.
Abrir los ojos y ver la luz ya es un inmenso regalo. Por lo tanto lo primero que sirve y es eficaz cuando nuestra voluntad no responde, es centrarnos en el instante que estamos. No ir más allá. Ni para bien, por inventar la esperanza, ni para mal por agotarla. Bastante tenemos con vivir minuto a minuto lo que nos sucede. Parar la imaginación absolutamente y sentir la vida en el momento que la vivimos, sin más. Porque no hay más tampoco. Nadie sabe qué va a suceder, ni que avatares de la vida van a dar un giro a la nuestra. Nadie es dueño del destino, ni el futuro existe más allá del presente vivido a cada momento. Tendemos a dejar volar nuestro pensamiento y darle alas tan potentes se eleva por encima de la realidad para tejer su particular manto negro e impedir que veamos el cielo.
Abramos los ojos cada día, agradezcamos que, a través de ellos, entran los colores, los matices y la vida hecha luz. Levantémonos con confianza en nosotros mismos por haber llegado hasta aquí, por haber vencido en muchas batallas, por estar y ser capaces de continuar poniendo todo nuestro empeño en sentirnos útiles para los demás y dispuestos a seguir aprendiendo para ser cada día mejores. Mirémonos al espejo. Enfrentémonos con nuestra mirada y cambiémosla si no nos gusta. Dulcifiquemos nuestros ojos y sonriámonos. Somos la persona más importante con la que nos relacionamos; nuestro mejor amigo, el confidente más importante, nuestro pequeño dios en donde reside toda la fuerza. Ahora, caminemos seguros de poder con un nuevo día.

viernes, 29 de julio de 2011

EL REFUGIO

Cada uno de nosotros somos protagonistas de una historia que no hemos elegido. La porción de libertad que parece estar en nuestras manos se desdibuja entre las circunstancias que nos envuelven pasando a ser una simple herramienta para intentar sobrevivir la vida. Por muy satisfactorio que sea el balance que hagamos de lo que nos ha tocado transitar, siempre hay fracasos, errores, dolores que llegan sin ser llamados y que de forma desigual se instalan en el alma para recordarnos que estamos aprendiendo  y que si estamos aquí es porque queda por vivir lo necesario para avanzar un poco más. No hemos venido solos a este mundo. Hemos viajado hasta aquí acompañados por el ser al que estamos unidos para siempre por ese cordón umbilical que ata el alma definitivamente. Entre la bruma, entre las sombras, entre el desasosiego, la infelicidad y la desesperanza aparece un faro alumbrando el camino que va por delante. Una luz que brilla sin alumbrar, que da calor sin quemar. Una ráfaga de viento fresco en la calurosa desazón de conciencia, un canto armonioso en el desacompasado proseguir del tiempo. Una sonrisa esperanzada sobre nuestro gesto adusto y asustado. Una mano que siempre nos sujeta con firmeza y calma…un hilo de plata que nos mantiene atados a nuestras raíces para dar consistencia a nuestros sentimientos. Una mirada tierna que en la soledad íntima nos ofrece un refugio. El más definitivo y duradero, el que siempre nos espera, el que nunca nos abandonó. Un lugar donde sentimos la calidez de la experiencia, la cercanía del afecto incondicional y ese amor intenso que borra las diferencias aunque existan. Ella siempre estuvo, siempre está, siempre estará aun cuando esté ya ausente. El origen y el fin, el alfa y el omega de lo más nuestro, la caricia sin límites, la palabra que nunca se olvida ni siquiera cuando hayamos olvidado nuestro propio nombre: mamá.

miércoles, 27 de julio de 2011

PREJUICIOS Y CREENCIAS

Esta breve historia pone de manifiesto los prejuicios que conllevan muchas creencias de las que nos mostramos fielmente seguidores. Los dogmas de fe, los preceptos, las leyes...deben ser contemporalizadas, interpretadas en su contexto y resueltas en función del mismo. No todo es válido siempre, en cuaqluier lugar o con todas las personas. Lo que es ley hoy, mañana puede convertirse en proscripción. Aquello que se juzga y condena como erróneo, equivocado o impuro...en otros momentos puede carecer de importancia. No debemos seguir ciegamente nada más que los dictados de nuestro corazón. El resto...solamente depende del espacio y el tiempo y éstas son siempre categorías fluctuantes, variables y tremendamente inconsistentes. Veamos este pequeño cuento y su mensaje.

Dos jóvenes monjes fueron enviados a visitar un monasterio cercano. Ambos vivían en su propio monasterio desde niños y nunca habían salido de él. Su mentor espiritual no cesaba de hacerles advertencias sobre los peligros del mundo exterior y lo cautos que debían ser durante el camino.
Especialmente incidía en lo peligrosas que eran las mujeres para unos monjes sin experiencia:
-Si veis una mujer, apartáos rápidamente de ella. Todas son una tentación muy grande. No debéis acercaros a ellas, ni mucho menos hablar, por descontado, por nada del mundo se os ocurra tocarlas. Ambos jóvenes aseguraron obedecer las advertencias recibidas, y con la excitación que supone una experiencia nueva se pusieron en marcha. Pero a las pocas horas, ya punto de vadear un río, escucharon una voz de mujer que se quejaba lastimosamente detrás de unos arbustos. Uno de ellos hizo ademán de acercarse.
-Ni se te ocurra -le atajó el otro-. ¿No te acuerdas de lo que nos dijo nuestro mentor?
-Sí, me acuerdo; pero voy a ver si esa persona necesita ayuda -contestó su compañero,
Dicho esto, se dirigió hacia donde provenían los quejidos y vio a una mujer herida y desnuda.
-Por favor, socorredme, unos bandidos me han asaltado, robándome incluso las ropas. Yo sola no tengo fuerzas para cruzar el río y llegar hasta donde vive mi f:lmilia.
El muchacho, ante el estupor de su compañero, cogió a la mujer herida en brazos y, cruzando la corriente, la llevó hasta su casa situada cerca de la orilla. Allí, los familiares atendieron a la asaltada y mostraron el mayor agradecimiento al monje, que poco después reemprendió el camino regresando junto a su compañero.
-¡Dios mío! No sólo has visto a esa mujer desnuda, sino que además la has tomado en brazos.
-Así era recriminado una y otra vez por su acompañante. Pasaron las horas, y el otro no dejaba de recordarle lo sucedido.
-Has cogido a una mujer desnuda en brazos! ¡Has cogido a una mujer desnuda en brazos! ¡Vas a cargar con un gran pecado!
El joven monje se paró delante de su compañero y le dijo:
-Yo solté a la mujer al cruzar el río, pero tú todavía la llevas encima.


martes, 26 de julio de 2011

¿NOS TIENEN QUE HACER FELICES?

“No hay Parejas Felices... Hay Personas Felices que hacen Pareja”...
Cuando leí esta frase por primera vez me hizo reflexionar gratamente porque me di cuenta que en los fracasos amorosos, o de cualquier tipo, no siempre fallamos los mismos. Entendí, que en ocasiones, aunque pongamos todo el empeño en que nuestra vida con otra persona salga bien…no es posible porque la otra parte también contribuye a que nuestro esfuerzo de o no resultado. Y la clave está en la realidad que seamos cada uno. Si no estamos bien con nosotros mismos, difícilmente lo estaremos con los demás y menos aún con la persona más cercana. Si no somos felices, sin esperar a que otro “nos haga” felices, no podremos generar nunca ese estado de armonía y esperanza que debería caracterizar la vida en común. Cada uno somos el resultado de nuestra vivencia interior. Somos la suma de los esfuerzos, fracasos, errores y luchas por las que hemos tenido que pasar, pero lo más importante, somos la consecuencia de lo que hemos aprendido en ese tortuoso camino. No aprender tiene un precio  muy alto: la condena a la repetición de sucesos que nos pongan de nuevo a prueba para poder demostrarnos a nosotros mismos que avanzamos en esa porción de grandeza de corazón que debería sernos propia. Cuando éste proceso se enquista y la persona no logra salir de una cascada de infortunios, a causa de la equivocada interpretación que da a la realidad y los erróneos caminos que sigue luego…es muy probable que no esté preparada para la felicidad propia y mucho menos para la ajena. A veces, incluso que otro sea feliz a tu lado, molesta. Nadie puede hacer feliz a otro porque la felicidad es un estado propio que irradia luz y que puede engrandecerse con otras luces que logren vibrar en la misma sintonía pero que nunca logrará  encenderse con chispas ajenas. Seamos felices primero y compartamos con otra persona ese trocito de cielo, después. Si no poseemos ese pedacito previamente…es momento de esperar. No es la ocasión de sentirlo junto a nadie. Tal vez el tiempo nos ayude a entender que ser felices debe preceder a la pareja para que ésta pueda vivir por siempre.

lunes, 25 de julio de 2011

INTELIGENCIA OPERATIVA


En las nuevas acepciones científicas de INTELIGENCIA, ésta ya no se define de otra forma sino como la CAPACIDAD DE RESOLVER LOS PROBLEMAS CON ÉXITO. Sin duda, en ese ejercicio es donde cada uno damos nuestra talla. Me ha gustado mucho esta fábula, que circul por internet, y que expone claramente el sentido vital de la inteligencia práctica y operativa. Veamos:
Cierto día un señor va de cacería al África
y se lleva su perrito.
Un día en la expedición, el perrito,
correteando mariposas
se aleja del grupo, se extravía
y comienza a vagar solo por la selva.
En eso, ve a lo lejos que viene una pantera enorme
a toda carrera.
Al ver que la pantera sin duda se lo va a comer, piensa rápido
qué hacer.
Ve un montón de huesos de un animal muerto y empieza a mordisquearlos.
Entonces, cuando la pantera está a punto
de atacarlo, el perrito dice en voz alta:
¡¡¡Ah!!!. ¡¡¡Qué rica pantera
me acabo de comer!!!
La pantera lo alcanza a escuchar y,
frenando en seco, gira
y sale despavorida pensando:
¡Quien sabe que animal será ese,
no me vaya a comer a mí también!
Un mono, que estaba trepado en un árbol cercano, que había
visto y oído la escena, sale corriendo tras la pantera para contarle
cómo la engañó el perrito!
Cómo serás de estúpida!!!
Esos huesos ya estaban ahí.
Además es un simple perro.
El perrito alcanza a darse cuenta
de la mala onda del mono.
Después que el mono le cuenta la historia
de lo que vio, la pantera, muy molesta,
le dice al mono:
¡Súbete a mi espalda, vamos donde ese perro
a ver quién se come a quién!
Y salen corriendo a buscar al perrito.
El perrito ve a lo lejos que viene
 nuevamente la pantera
 y esta vez con el mono alcahuete.
 ¿¿Y ahora qué hago?, piensa asustado el perrito.
 Entonces, en vez de salir corriendo,
 se queda sentado dándoles
 la espalda como si no los hubiera visto, y cuando la pantera está
 a punto de atacarlo de nuevo, el perrito dice: ¡Donde habrá ido este mono maricón, hace como media hora
que lo mandé a traerme otra pantera,
y todavía no aparece...!
  EN MOMENTOS DE CRISIS, SÓLO LA IMAGINACIÓN
 ES MÁS IMPORTANTE QUE
 EL CONOCIMIENTO.  
Gracias por visitarme.

 

domingo, 24 de julio de 2011

¿MISIÓN SALVADORA?

Hace un tiempo ya que vengo preguntándome por la actitud que solemos adoptar cuando nos creemos maduros emocionalmente. Se trata de un irremediable impulso de enseñar a los demás el camino, de querer “salvarlos”, de procurar un abrigo, en muchos casos no solicitado, y sobre todo, de sentirnos ejemplo a imitar. En este sentido recuerdo el valiosísimo mensaje del librito que todos deberíamos haber leído, “El caballero de la armadura oxidada”, en el cual, el caballero protagonista se propone “salvar” y “rescatar” doncellas, aunque estas no quieran. Muchos, actuamos así en tantas y tantas ocasiones…que no nos damos cuenta de que el camino que hemos encontrado es solamente el nuestro y para nosotros. Que extrapolarlo al resto sería obviar sus circunstancias, su personalidad, su propia misión, su aprendizaje personal y todo lo que conlleva ser único e irrepetible, como somos cada uno de nosotros.
Tirar un rasero e igualar a todos no salva a nadie, porque en realidad nadie puede salvar a otro. Únicamente somos ejemplo para nosotros mismos, cuando comparamos el antes y el ahora en nuestra historia personal. Y esa trayectoria es la que puede enseñar a los demás que es posible el cambio, que se puede mejorar, que efectivamente hemos iniciado el sendero de la cercanía a la persona bondadosa, entregada a los demás, comprometida con el amor y sincera que siempre debimos ser. El ejemplo es válido como bagaje propio. No hay nada que enseñar. Los demás aprenderán sin que despleguemos sobre ellos el escudo defensor con el que creemos protegerlos. Aprenderán de nuestros resultados, de la luz que proyectamos, de la armonía con la que desenvolvemos la vida que nos ha tocado transitar, de nuestras reacciones ante el dolor, el fracaso o la ofensa. Aprenderán, sin duda, de la mejora continua con la que estemos comprometidos y sobre todo, de ese ímpetu apasionado por amar y sentirnos amados como la mejor fortaleza contra cualquier mal que nos suceda.