Muchas
veces no encuentro respuestas a muchos de los problemas que tengo. La vida
siempre avanza, con problemas o sin ellos y por nada se detiene.
Cuando
estamos en un laberinto, en un bucle, en un torbellino del que parece que no
hay salida, o si por el contrario los problemas no son exactamente nuestros
sino de gente cercana a la que queremos ayudar, de alguna forma, siempre hay
una manera de encontrar respuestas. Acudiendo siempre a “mi consejo de sabios”.
Todos
tenemos el nuestro particular formado por las personas que nos han querido y se
han ido.
Imagino
que en una sala, cómodamente sentados están todos ellos. Les miro y me
entienden solamente con esa mirada recíproca. Dejo que llegue a mi cabeza la
voz de cada uno, sus consejos, su peculiar forma de animar compasivamente mi
dolor o el ajeno. A veces no me hablan todos. Otras lo hacen en una voz única
que me dice siempre lo que mejor me viene. Otras me quedo dormida conversando
con ellos. Siempre responden.
Es
un método que aconsejo porque da resultado. Ellos lo saben todo y están en una
dimensión en la que tienen la sabiduría perfecta y el dominio de toda esta vida
y su escenario, viéndonos llenos de sufrimientos y problemas que solamente son
juegos de azar y destino en la vida que hemos elegido.
Recurro
a mi consejo de sabios particular cuando las respuestas no están claras en mí.
Cuando parece que no hay salida, cuando me siento sola.
Recuerda
que todos tenemos uno; el nuestro, el formado por quienes están al otro lado
del velo y nos han amado de alguna forma.
Nos
atenderán seguro.
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