Gustar
nos gusta a todos. Sin embargo hoy en día, de la calle nos hemos pasado a las
redes sociales y por un “like” emprendemos la batalla más enconada por ser los
más seguidos y convertirnos en la influencia del momento.
Esto no es algo nuevo porque ha
existido siempre y si no que se lo pregunten a los seductores/as de profesión
que se han llevado todo a su paso con tal de gustar.
Lo
primero que hemos es de gustarnos a nosotros mismos y luego el camino será más
fácil.
Hay
personas que necesitan reafirmar continuamente su ego con pequeñas o grandes
muestras de agrado por parte de quienes tratan con ellos. Y como sucede ahora
en las redes, también han utilizado la jungla social paras convertirse en
los/las “influencers” del momento, en otros tiempos.
La
guinda en la tarta, la gracia entre los que a su lado parecen anodinos, la
cortesía aduladora y ese punto de malicia que atrae como un imán para saber a
donde lleva el mal camino.
Lo
que sucede en facebook, Instagram o cualquier red activa del momento es la
versión nueva de aquellos/as que ejercían a pie de barra de discoteca o los
pubs del momento.
Ponerse de moda, marcar tendencia o pretender ser únicos entre la normalidad ha estado
siempre presente lo que sucede es que la vida ha cambiado mucho y mucho más la
forma de comunicarnos por lo cual la
batalla se ha convertido en una guerra de perfiles que llegan hasta el máximo
riesgo por conseguir un “me gusta”.
Estoy
convencida que para todo hay una medida. Que lo poco gusta y lo mucho cansa,
que cada mayo trae sus flores y que las que nos tocan ahora no huelen
precisamente a rosas.
Sonrisas
y lágrimas de la historia sin fin de internet.
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