Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 2 de febrero de 2021

LOS ATAJOS DEL PLACER

 

Es un momento difícil. Todo parece desmoronarse y si no tenemos esta percepción de ruina, al menos, de estar sostenido por hilos.

El ser humano tiene necesidad de reequilibrar el caos, de sobrevivir hasta dentro del mayor torbellino, de coger aire y seguir a pesar de la peor derrota en la batalla.

Tal vez por esto, la inmediatez de la vida se hace más poderosa. Tenemos que gozar de ella como sea y a cualquier precio porque, ahora, más que nunca, todo parece ser finito y esa finitud demasiado rápida.

 


 

Cuando la vida se vuelve hostil, nuestra cara mira con avidez el placer. Gozar del instante porque el mañana queda demasiado lejos se vuelve una consigna abanderada por muchos. El “Carpe diem” del Renacimiento resurge con fuerza entre tanto temor, tanta escasez o tanto desconcierto.

La huída hacia el placer tiene su tributo. Nos enredamos en un mundo ficticio donde muy pronto los valores pierden sentido, las normas se borran y los compromisos se diluyen. El coste no es pequeño. Cualquier defecto o virtud que raye el exceso es perjudicial y a la larga, nos deja en muy poco.

Se buscan los entretenimientos sin demora y se naufraga, una y otra vez, en distracciones banales que cada vez van resultando más insípidas. Hasta llegar a desfondar a la persona que, tarde o temprano, se da cuenta de que cualquier atajo hacia la evasión puede resultar fatal para seguir de cerca esa felicidad que tanto busca.

Hay que saber dónde buscar y qué es lo que en realidad traerá aquello que parece salvarnos.

Muchas veces, ante el desastre es mejor seguir la corriente, fluir con las dificultades y sobrellevarlas desde la serena seguridad de saber dónde estamos, quienes somos y a quienes involucramos en nuestra vida.

Ese es el atajo más eficaz hacia el dulce regocijo.

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