Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 27 de agosto de 2020

LAS DISTINTAS MIRADAS DEL AMOR

 

Cuando uno ama, o cree hacerlo, ve todo resplandeciente a alrededor; ve a su amado/a, ve sus actitudes, ve sus formas y movimientos, ve su lenguaje y forma de expresarse, ve un halo de resplandor que ciega y encamina, en espiral, hacia una realidad de apariencia maravillosa  en la que somos otras personas; sin duda mejores, sin ningún tipo de controversia, accediendo de cabeza a lo más auténtico de uno mismo.

Lo peor es cuando el amor destiñe. O lo que hemos llamado amor. 

 


 

Confundimos a veces, amor con deseo o pasión; amor con necesidades cubiertas, amor con comodidad a ultranza. Entonces, cuando empieza a palidecer y los colores ya nos son los del arco iris, lo que nos parecía magnífico, en un determinado momento, se vuelve gris o aún absolutamente negro. O peor aún, sin color, aroma o sabor.

Este es el fundamento del relato que traemos hoy.

“…El rey estaba enamorado de Sabrina: una mujer de baja condición a la que el rey había hecho su última esposa.

Una tarde, mientras el rey estaba de cacería, llegó un mensajero para avisar que la madre de Sabina estaba enferma. Pese a que existía la prohibición de usar el carruaje personal del rey (falta que era pagada con la cabeza), Sabrina subió al carruaje y corrió junto a su madre.

A su regreso, el rey fue informado de la situación.

-¿No es maravillosa?-dijo-Esto es verdaderamente amor filial. No le importó su vida para cuidar a su madre!! Es maravillosa!

Cierto día, mientras Sabrina estaba sentada en el jardín del palacio comiendo fruta, llegó el rey. La princesa lo saludó y luego le dio un mordisco al último melocotón que quedaba en la canasta.

-¡Parecen ricos!-dijo el rey.

-Lo son- dijo la princesa y alargando la mano le cedió a su amado el último melocotón.

-¡Cuánto me ama!-comentó después el rey-, Renunció a su propio placer, para darme el último melocotón de la canasta. ¿No es fantástica?

Pasaron algunos años y vaya a saber por qué, el amor y la pasión desaparecieron del corazón del rey.

Sentado con su amigo más confidente, le decía:

-Nunca se portó como una reina… ¿acaso no desafió mi investidura usando mi carruaje? Es más, recuerdo que un día me dio a comer una fruta mordida.

Lamentablemente, la mirada del amor ligado a la pasión reactiva puede ser muy diferente de un momento a otro. Eso, precisamente, es la razón por la cual sabremos que nos confundimos al nombrar al sentimiento de base.

El verdadero amor no cambia.

Nunca.

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