Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 22 de junio de 2012

VIVIR CON INTENSIDAD

A pesar de lo que puede parecer obvio que el tiempo es para todos, el mismo y sucede en medida idéntica en cada tramo que pasa, no es así.
Hemos podido comprobar muchas veces como el sabor de las situaciones que vivimos le puede alargar o acortar.  Su dimensión es elástica y depende de la intensidad dulce o amarga de la vivencia.
Cada uno vivimos un tiempo distinto dentro de esta categoría global que a todos afecta. Cada cual lo goza, sufre, distribuye o gasta como le sea propio según sus circunstancias. Lo que se nos escapa, en este consumir febril del mismo, es que lo que va pasando no vuelve. Creemos que es ilimitado y que su paso no supone, para nosotros, ningún problema puesto que siempre está ahí esperándonos. Pero en realidad, lo que se va no regresa más y cada segundo es un instante menos que nos queda del que tengamos previsto en nuestra hoja de ruta.
Pasar por el tiempo debería ser un acto sagrado que venerásemos a cada  momento. No con la angustia de su efímero transcurrir, sino con la exquisita veneración del privilegio que supone estar en él.
Malgastarlo, obviar su importancia, dejarlo pasar o esquivar su sentido de avance continuo  puede traernos consecuencias insospechadas y sobre todo, la impotencia desmedida de querer atrapar lo que perdimos sin lograrlo jamás.
Mirar atrás para reconocer su importancia no tiene sentido nada más que para rectificar nuestros pasos, corregirlos y mejorarlos.
No podemos perder el tiempo. Hemos de pasarlo construyendo y construyéndonos. Hemos de entrar en él con la dignidad de quien sabe lo que quiere y lucha por ello y abandonarlo con el honor de haber hecho lo que quisimos y debimos sin deberle nada ni esperar por más.
Digna aspiración que solamente se logra viviendo intensamente cada instante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario