Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 6 de enero de 2013

DE VUELTA A LA NORMALIDAD

Estamos a un paso de la vida normal. Para muchos, por desgracia no ha dejado de serlo y eso supone que las condiciones en las que han pasado la Navidad no han sido las mejores. Este tiempo diferente del calendario agudiza los gozos pero también las penas. Por eso es mejor la vuelta a la vida diaria con el ritmo que cada uno siga en ella, porque al menos es más uniforme y las diferencias son, tal vez, menos notorias,
La rutina nos ayuda siempre. Instala en nuestro día a día un camino conocido donde nos sentimos seguros. Los hábitos que nos acompañan a cada momento nos permiten saber dónde y cómo nos movemos y, sin duda, nos relajan lo suficiente como para evitar la ansiedad y el estrés de ver las carencias que son más evidentes estos días de tanta fiesta.
La felicidad no está obligada por unas fechas en el calendario. La felicidad es siempre un estado interno, en primer lugar, que se proyecta hacia el exterior cuando estamos en sintonía con lo que sentimos y pensamos. Está menos ligada de lo que creemos al mundo material y mucho más vinculada a las emociones que bullen en el alma.
Los viejos dolores del corazón se irán calmando los días venideros. Todo volverá a tomar su lugar. La distancia con lo que duele pone de nuevo orden en los afectos y otra vez, como si de una conquista se tratase, volvemos a ver con los mismos ojos la luz de cada día, sin brillos posiblemente, pero sin nieblas también.
Hemos pasado la prueba. Las fiestas no siempre son momentos agradables y más cuando parece que tienen que serlo por decreto. Uno siempre puede elegir cuándo ser feliz por extraño que parezca. Porque siempre está en nuestro poder cambiar nuestro pensamiento y si lo cambiamos estamos modificando la forma que tenemos de interpretar lo que nos sucede.
         Ser feliz podemos comenzarlo en cualquier momento. Ahora mismo, si decidimos que queremos serlo por encima de toda circunstancia. Feliz hasta en la desgracia porque dentro de ella siempre podremos abrir una rendija para seguir respirando y sobre todo porque debemos tener la absoluta certeza de que después de ella algo ha de llegar que la compense.

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