Al llegar
a mi lugar de trabajo acabo de recibir la noticia del suicidio de un hombre que
aparentemente lo tenía todo. O ese, al menos, era el comentario generalizado.
Pero lo que real y únicamente tenía era dinero. Pareciese que la vida le pesaba
demasiado y que él mismo se revolvía contra una forma de ser y estar en el
mundo, donde la aceptación y el bienestar estaban lejos de su vocabulario.
No le
conocía apenas. Había cruzado escasas palabras con él, hacía mucho tiempo, pero
siempre me transmitió la sensación de no estar a gusto con él mismo y por tanto
con el mundo que le rodeaba.
Posiblemente,
a lo largo de la vida, uno se va dando cuenta de que debe ser flexible y
adaptarse, siempre que no vaya contra la propia naturaleza de nuestro carácter,
lo más posible, a lo que nos toca vivir. Sin embargo, no se puede forzar
demasiado la propia resistencia y tal vez, habría que actuar antes de que el
límite nos invada y todo se desborde dentro de nosotros tan lenta y
agresivamente que no encontremos sentido a nada.
Siempre
me ha dado un vuelco el corazón cuando alguien me comenta una muerte semejante.
Me digo a mi misma si efectivamente nadie pudo ayudarle. Trato de imaginar lo
mal que debe de sentirse una persona para no encontrar ninguna razón para
continuar. Me rebelo contra la idea imposible de haber podido intervenir para
ayudarle a ver con claridad entre lo oscuro de su mente. Y sin embargo, me digo
a mi misma que tal vez…de poderse haber agarrado a algo, no hubiese querido
porque lo más difícil de regalar a una persona, es la ilusión.
No deberíamos llegar nunca a ese punto.
Alguien…algo…debería encender una luz en nuestro cerecbro que iluminase inmediatamente
nuestra emoción más regeneradora para frenar este impulso de aniquilación.
Querer desaparecer, huir por la puerta de atrás sin ser visto o imaginar el
sentimiento de afecto que puede provocar nuestra marcha, en los que creemos que
no nos quieren, sea justificado o no, puede ser tan fuerte que nos impulse a
conseguir que por lo menos esa vez, alguien sienta lo que nos pasa.
Es muy
duro derretirse al frío del desamor hasta la extinción.
Que al
menos, en nuestro entorno, nadie se quede sin la parte calor que irradiemos
porque, sean personas cercanas o no, seguro que colmarán un poco más su
necesidad de amor. Para alguien tal vez sea lo único que tiene y por tanto,
todo un universo en el que querer seguir viviendo.
Querida Flor, muchas gracias por tu Luz.
ResponderEliminarHas dado en el centro de la diana con ella.
Un beso
Gracias Xara por seguir con nosotros!! y por tus palabras...como no!!!
ResponderEliminarUn beso!!***