Hay que ser muy estable para vencer la contaminación emocional que vivimos hoy en día. La sociedad entera está contaminada de un fatalismo vital que lo invade todo.
La palabra crisis está dejando de tener el contenido usual que se le atribuye de tanto usarla y al caótico malestar que se ha instalado en los medios comunicativos se van sumando los desafíos truncados de los particulares que sufren sus consecuencias.
Es difícil resistir en embiste de la penuria, la escasez o el estancamiento social pero es aún más complejo vencer la toxicidad de las personas que estando cerca de ti se muestran negativas, pesimistas y desalentadas.
Podemos estar sufriendo lo indecible, podemos encontrarnos en un callejón sin salida, podemos incluso pensar que nada puede estar peor, pero nos equivocamos siempre porque cuando se toca fondo la única vía de desplazamiento es hacia arriba.
Contra lo que hay que luchar es contra la contaminación de nuestros sentimientos. No dejar que por difusión y simbiosis se peguen a las actitudes de quienes les molesta la alegría de los demás. No permitir que la mancha negra nos invada, ni nos tinte con su color.
Hay personas que se encuentran incómodas en el estado de equilibrio, en la esperanza y en la alegría. Hay personas que parecen gozar con el dolor propio y por extensión y compadecimiento de sí mismos, con el ajeno. Personas que siempre están de mal humor, siempre increpan y nunca tienen una palabra amable. Personas que convierten en oscuro el día más claro. Personas que no quieren cambiar y que se protegen contra la felicidad.
Nada podemos hacer por ellas pero sí por nosotros. Hay que tener sumo cuidado de no contagiarnos con estos peligrosos virus de la desesperación y la falta de optimismo porque en definitiva no nos damos cuenta que elegimos venir aquí para ser felices.
El resto debe pasar a un segundo plano.
Seguiremos en la onda. Un buen ejercicio diario de autoestima, confianza y amor por uno mismo y los demás. Un buen amigo o amiga que estén dispuestos a disfrutar y compartir alegría con nostros, y si no es posible, siempre hay niños cerca de nosotros, animales y plantas que nos invaden con su ternura.
ResponderEliminarEste poema de un amigo de la red, me recuerda que podemos elegir el camino.
Un beso
HE DECIDIDO IR TRAS LOS PÁJAROS
"He decidió ir tras los pájaros,
porque sólo los pájaros tejen sus afanes en el alba,
he decidió ir con mi pasión germinal de hombre,
porque hombre soy en la extensión de mi paisaje,
hombre en la respiración continua de los cactus,
hombre en los últimos estertores de la tarde,
hombre en la respiración oscura de la noche.
No me aturde la noche, no calcina mis huesos,
desde sus manos salgo, para escribir en el viento,
en su respiración me enciendo y soy un río,
un extenso cauce para la memoria y la ternura.
He decidido ir tras los pájaros,
tu corazón me espera a la ribera del alba,
me esperas tú, para nutrir de sueños la hierba,
para incendiar los crepúsculos y saciar al agua,
me esperan los niños con su ronda infinita de ternura,
las mujeres preñadas de extensos días,
las ancianos, los parias,
los orates, los que no tienen nada
me espera la alegría, para cubrir su rostro de rocío,
me esperan los caminos, me espera la vida,
para surtir de luz su perdurable memoria."
Javier Villegas (Perú)
XARA GRACIAS!!!! qué bella poesía.
ResponderEliminar¿Podrías, de vez en cuando, dejarnos alguna más?. Me encanta cómo escribe este autor.
Un beso y buen comienzo del día!!