Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 12 de diciembre de 2013

EL PAPA DE TODOS


Por primera vez en mucho tiempo, el Papa actual, es mucho más que un personaje simbólico, es un humanista tan sencillo y rebosante de normalidad que no puede disgustar a nadie.
En un caso como éste, sobran los currículos, la historia de atrás o su origen y  formación académica. Nos sobra todo porque tiene lo más importante, su bondad incondicional y su flexibilidad inmensa.
Personalmente no me he ocupado nunca de los Papas, a no ser como meras figuras históricas enmarcadas en el entramado complejo e intrigante de la curia eclesiástica. Salvo algunas raras excepciones, todos ellos me han parecido la punta de un iceberg.
Llenos de joyas y ornamentos que se repiten y reiteran hasta la saciedad en palacios, jardines, oros y piedras preciosas que, siempre he pensado, que no tiene nada que ver  con ese mensaje humilde, sincero y lleno de fuerza que los primeros cristianos extendieron por el mundo, y mucho menos aun con la imagen cercana a los pobres y a los débiles de Jesucristo.
El Papa actual es una persona que podría confundirse entre las masas como uno más. Me gustan las personas así. Grandes por dentro y sencillas por fuera. Ni me importa entonces que religión profesen, que partido político, que parte de la orilla del río pueblen o qué bandera aclamen. Porque esa actitud, en el comportamiento, borra cualquier diferencia que separe.
Al final de todo, lo más importante es cómo tenga uno el corazón, de qué pasta esté hecho y si ésta es dúctil con los desvalidos y muestra fortaleza contra los opresores. Más allá de la bondad poco importan los colores, las izquierdas y derechas, las insignias o los emblemas. Y eso lo vemos en las situaciones difíciles. Cuando uno está enfermo, cuando está sometido o forma parte de una desgracia compartida, las diferencias de clase, rango, color, situación o prestigio no existen.
Por eso me gusta el Papa actual. Porque no se nota que es Papa. Parece uno de nosotros. Nos hace olvidar su status. Nos parece un familiar amable. Alguien en quien  poder confiar y que puede proteger. En definitiva, uno más de los muchos buenos que existen. Creo que por eso también gusta al resto, y lo más importante, a los suyos. Al menos así podremos estar tranquilos de que continuará hasta el final de sus días.

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