Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 24 de enero de 2013

"ESTO TAMBIÉN PASARÁ"...

De todos los cuentos, fábulas, textos…que hemos trabajado en clase, posiblemente sea éste el que nos ha servido de forma más práctica en los malos momentos.
Todos procuramos recordarlo inmediatamente cuando algo va mal y, sobre todo, lo tenemos presente para recibir lo que llegue con la esperanza inmediata de que “también pasará”…
Todo pasa, por bueno o malo que parezca o sea. Lo mejor es saberlo porque en este caso, cuando nos enfrentamos a lo desagradable, al dolor y la tristeza siempre queda la esperanza de su término. Cuando por el contrario es el gozo y la ilusión la que roza por nuestras manos podemos estar dispuestos para saber que habrá un punto en el que pasará su intensidad pero en este caso, preparados para ello, podremos rescatar lo que de sincero sentimiento quede por debajo de su brillo.


Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: - Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.
Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total...
Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada. El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:
-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje –el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no lo leas –le dijo- mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación-
Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...
De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARA”.
Mientras leía “esto también pasará” sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.
El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo: -Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.
-¿Qué quieres decir? –preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
-Escucha –dijo el anciano-: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero. El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:
-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

4 comentarios:

  1. Muchas gracias, me guardo el papelito, será de gran utilidad en adelante.
    Un abrazo

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  2. Es cierto que todo pasa..a la vista..al contacto.No "pasa" lo que nos "paso" y se queda dentro nuestro.Lo podremos disimular,y cubrir con forzada sonrisa,pero no ponerle jamàs pasado.Es esta una reflecciòn personal.Porque el escrito;como no podia ser de otra manera,es de un contenido maravillloso.JL.

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  3. Xara hay una persona que cuando aludimos a este cuento tan significativo siempre me dice que ha quitado todos los imanes de su frigorífico para poner esta frase y verla diariamente...y que la ayudó en momentos duros. Eso quiero yo para mi, eso quiero para todos los que amo...y los que no amo...también, cómo no!!.
    Besos

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  4. JL creí haber leído en tu reflexión, "no pasa lo que NO PASÓ" pero me he dado cuenta de que has querido decir otra cosa.
    Estoy de acuerdo en que lo que se vivió nunca pasa, por eso tiene sentido, en grado positivo, la consabida frase " perdono pero no olvido"...efectivamente nunca se olvida, nada de lo vivido. Habría que conseguir que el "esto también pasará" se refiriese solamente al dolor.
    Buena reflexión, gracias por participar.

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