Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 23 de enero de 2013

LA VIDA SIGUE...

La vida sigue siempre. Nos creemos el centro del mundo y solamente somos el centro del nuestro. Sin embargo, todo lo que pasa sucede para nosotros y los nuestros porque la vida sigue su rumbo continuo sin atender al dolor de cada uno, a las alegrías o a las penas de cada cual.
Uno de los sucesos más terribles que pueden ocurrir es que una persona desaparezca. El tutor del curso de mi hija desapareció el sábado, así sin más. Ni un motivo aparente, ni un rastro de delincuencia sobre él, sin una justificación que le aposentase en la tristeza, el desánimo o la depresión. Se esfumó su rastro.
Una desaparición siempre nos deja un sabor amargo imposible de soportar. Saber lo sucedido es mejor, mucho mejor que imaginarlo.
La impotencia de no poder hacer nada, de no saber por qué camino dirigir el pensamiento, de no conocer el motivo de la ausencia nos deshace por dentro. Necesitamos explicaciones aunque sean adversas para mandar descansar el ánimo o cederlo a la tristeza pero, en definitiva, saber qué hacer con él.
Uno se da cuenta en estos casos que la vida siempre pende de un finísimo hilo que nunca sabes cuándo se puede cortar. Deberíamos estar preparados siempre para decir adiós. Dispuestos para la partida y alertas ante cualquier imprevisto.
No me imagino lo que uno debe sentir cuando sabes, en un instante tal vez, que es el final de tu vida. Cuánto debe de pesar entonces lo que uno hizo mal pero sobre todo lo que ni siquiera intentó. Cómo se deseará entonces tener a los tuyos al lado para poder decirles todo lo que les amas aunque sea por última vez. Por eso, no debemos perder el tiempo y se pierde cuando uno calla los sentimientos, cuando dejamos de hacer lo que nos entusiasma, lo que nos emociona, aquello que esponja el alma y lo que impulsa nuestros días. Porque si lo hicimos, entonces el adiós será un hasta pronto sin la sensación de cerrar la puerta definitivamente a la vida ya que dejamos aquí lo que realmente quisimos ser y nos llevamos lo más valioso que podemos poseer, los recuerdos, las experiencias, el afecto, las emociones y todo aquello que se atrapa en el alma y jamás sale de ella. El resto, todo lo que puede cuantificarse queda inerte aquí, sin ningún sentido ya para nosotros.
La vida sigue con y sin nosotros. Por eso mismo tomemos el centro de la nuestra y envolvámonos en él como si nos dejásemos caer dentro de un torbellino centrípeto que nos llene, una y otra vez, con más de lo mismo…vida, vida y vida en estado puro. Será lo único que nos llevemos.

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