Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 29 de diciembre de 2012

AMASANDO MILAGROS

Hay que creer en los milagros porque de vez en cuando suceden. Llamamos milagros a los sucesos, coincidencias o acontecimientos que siempre nos parecieron un imposible y que nunca creímos que sucederían.  A lo largo de la historia los hemos ligado a las fuerzas externas, a la magia o al poder divino que colocábamos en un más allá lejano y nunca accesible.
Los milagros suceden pero lo hacen en el interior. No hay fábrica que los amase mejor ni dios complaciente que los envíe con mayor eficacia. La clave está en creer que sucederán y en caminar hacia delante con ese convencimiento acérrimo de que su presencia ya es un hecho aunque aún no se haya dado. Actuar “como si”…ya hubiésemos obtenido sus bondades y no dudar ni un instante de que es así.
Elaboramos sucedáneos de la felicidad a cada paso. Creamos píldoras capaces de aportarnos momentos relajados para huir de la angustia, la depresión o la apatía. Salimos en busca de emociones a la carta con las que poder resistir la vida y nos equivocamos continuamente al creer que la solución consiste en el escenario más que en el contenido de la función.
La mente elabora dos efectos de idéntica proyección. El efecto placebo y el efecto nocebo. Ambos poseen la extraordinaria cualidad de creer tanto en los beneficios de las bondades que acompañan a una acción, como en los perjuicios que destruyen su buena influencia. Todo está en la creencia sobre la realidad que interpretamos desde dentro.
         Si nos empeñamos en creer en la excelencia de una situación que nos afecte y en su resolución positiva seguramente el resultado se acercará a nuestro pensamiento. Si por el contrario solamente tememos temores, impresiones negativas y sensaciones de malestar hacia lo que debe suceder, posiblemente tengamos que enfrentarnos a una realidad que no queremos.
Los milagros se gestan en el interior desde el comienzo mismo del pensamiento. El poder de la creencia, la atracción del deseo y el convencimiento en el efecto positivo de nuestra intención serán los ingredientes necesarios para su elaboración.
Comencemos a amasar milagros. Serán los mejores postres de estas fiestas.

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