Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 28 de julio de 2012

LA FORTUNA DE CONOCERTE

Hay personas que pasan por nuestra vida y en el primer instante dejan una huella imborrable que no podemos eludir nunca más.
Cuando el destino está a punto de ponernos frente a una de estas personas, un sexto sentido se dispara en nuestro interior y nuestro corazón reconoce, sin remedio, que aquella persona estuvo allí dentro hace ya mucho tiempo.
A veces, no es un conocimiento lo que se inaugura al verla por primera vez, sino un inequívoco “reconocimiento” que activa la memoria celular atrapada en los tejidos del alma para sentir la alegría de estar frente alguien que ya nos importó mucho en otro tiempo.
De hecho, las personas que se cruzan de este modo en nuestro camino, por breve que sea su estancia, nos suscitan una espera larga y serena que estamos seguros de resolver en algún punto de la existencia.
Reconocer a estas almas gemelas es fácil. Lo primero que no importa es cualquier rasgo de la apariencia externa que en otras ocasiones sería el primer punto de encuentro o desencuentro.
Todo es sencillo con ellas. Nada necesita explicitarse, nada queda obviado sin embargo, nada urge ni nada espera. El entendimiento es inmediato y la claridad de la mirada es tal que para ambos se hace la luz cuando los ojos se encuentran.
La fortuna de encontrar a una persona con la que el tiempo ya ha existido y seguirá existiendo a pesar de la presencia y más allá de la ausencia es un lujo sin precio que podremos llevar prendido en el alma como la mejor joya.
Hagamos el ejercicio de repasar la memoria y encontrar al menos un nombre que podamos identificar con ella.
Si después de breves instantes no aparece… solo hay que esperar. Llegará con seguridad y con mayor certeza aún, sabremos que la hemos encontrado nada más que aparezca.

4 comentarios:

  1. Ay amiga, a tí ya te encontré. La mirada siempre disponible...
    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Gacias Xara tambi´n para mi eres uno de esos reencuentos...emoción inmena el poder reconocerte!! Besossss

    ResponderEliminar
  3. Esta mañana me he levantado un poco escéptica a los "tópicos" de la reencarnación.
    Pienso que si existen las almas gemelas, no vienen del remoto pasado, sino que son almas que tienen el mismo grado de apertura, de visibilidad, entonces se produce el encuentro eterno y por eso creemos que estuvieron antes de nacer, porque la felicidad es un momento de eternidad, donde el tiempo no existe.
    Las personas tenemos un munmdo muy complejo por despejar, quizás, de poder llegar a ser tan limpios como los niños, encontraríamos almas gemelas por doquier, pero nuestro mundo está muy enmarañado. Tanto que necesitamos pensadores para redescubrirlo.Nuestro pasado es un enjambre de escondites donde el alma ha ido depositándo su sueño una y otra vez, huyendo y rechazando a menudo el cuerpo que tiene otorgado por naturaleza. Desde niños perdemos contacto, las almas gemelas o hermanas están en cada ser que contacta con nosotros y nos hace reflejo, ese que creemos lejano, pero que somos nosotros mismos en nuestro interior cercado. Contigo me siento bien, tu expresión es cálida hacia mí y aceptas mis comentarios como yo acepto tus reflexiones. Tu y yo, en tantas ocasiones, siendo distintas personas tenemos un ricón de luz en el que cabe muuuucha más luz. Todos vamos buscando un punto iluminado para sentirnos menos solos, y yo lo he encontrado aquí. Me temo que la enseñanza que me deja es que el miedo a perder ese contacto existe, pero mi propia luz debe brillar allá donde vaya, para poder ser atraída por otras luces.
    Muchos besos y también mi recuerdo a los anónimos y no anónimos que estuvísteis aportando vuestra luz en este espacio. Os hecho de menos.

    ResponderEliminar
  4. Xara estoy contigo en tu reflexión...más allá del más allá...está la sensación de ser alma gemela de quién aporta luz a nustar vida y para quienes brillamos.
    Perdemos la inocencia cuando crecemos...olvidamos sonreir abiertamente, obviamos lo fácil que es dar y recibir amor y nos escondemos detrás de los miedos que aparecen cuando la infancia se va. Porque en realidad los miedos de niñez son miedos amigos, que juegan con nosotros y les devolvemos la pelota. Miedos en lo que alguién siempre está cerca para consolarnos, miedos que hacen aparecer la protección de otros.
    Los miedo adultos son miedos enemigos. Miedos capaces de devorarnos sin que nadie se entere....y el peor de ellos es el miedo al propio MIEDO.
    Por eso...encontrar un alma cuya luz logre iluminarnos es rescatarnos de nuevo de esa sensación agónica que nos paraliza. Saber que está ahí para poder seguir siendo niños!!
    Un enorme abrazo de buenas noches!...también yo echo de menos a nuestros anónimos...un beso para ellos!!

    ResponderEliminar