Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 27 de enero de 2012

ARQUITECTOS DE LA FELICIDAD

Escucho, leo y observo la corriente de pensamiento orientalista que nos induce a la conclusión de que la felicidad no es un estado que podamos conseguir apoyándonos en objetos, personas o situaciones externas. La felicidad, se nos dice, está en el interior.
        
         Hemos aceptado encantados esta afirmación porque eso significa que no dependemos de nada ni de nadie para poder ser felices. A esta independencia emocional le sigue la tranquilidad de saber que si depende exclusivamente de nosotros es, relativamente, más sencillo poder mantenerla y alimentarla para que no termine.

         Sin embargo, una vez que aceptamos esta premisa, inmediatamente nos asalta la sensación de no saber qué hacer para sentirla plena y permanente desde ese interior al que tanto se apela pareciendo no saber por donde empezar.

         Tengo otra percepción del origen de la felicidad. Creo que no existe sin más en ese interior vasto y difuso al que apelamos por doquier. Es más, siento que aceptar como válida esta afirmación, que pone toda la responsabilidad en un estado que parece que debemos sentir sin más, genera angustia e impotencia cuando reconocemos que nosotros algo debemos hacer mal cuando no la sentimos con tanta facilidad solo con mirar hacia dentro.

         La felicidad se construye. Posiblemente no debamos poner la llave que abre la caja de Pandora en manos de otro. ¡A saber qué puede hacer con ella!. Sin duda, mejor tener la certeza que está a buen recaudo guardada bajo nuestra decisión de alzar el mejor edificio, dentro del alma, para albergarla. Pero no es algo que esté ahí esperando ser encontrada por nuestra cegata mirada.

La felicidad está compuesta de decisiones. Pequeños decretos que el corazón, gobernante de nuestra voluntad y gestor de nuestras ilusiones, va disponiendo para hacernos sentir plenos y conseguir el equilibrio que nos mantenga serenos frente a la vida y sus avatares. Día a día, hora a hora, segundo a segundo…uno va levantando, con puñaditos de amor, ese sagrado templo desde donde divisar su propia historia. Una atalaya a la que querrán subirse muchos cuando sientan cerca los destellos de nuestra plenitud.

No hay otra forma de construirla que poner ladrillos hechos de ternura, argamasa de comprensión infinita, plomadas de pasión a raudales y sobre todo cubiertas de verdadera devoción por seguir amando indefinidamente la vida para que ésta nos devuelva lo mismo.

La felicidad no está sin más en el interior. Hay que trabajar en su proyecto minuto a minutos. Desde el interior pero sin duda, con el exterior también.

Me consta que somos unos excelentes arquitectos de las emociones, lo que sucede es que no lo sabemos y si lo sabemos…no nos lo creemos.

¡Comencemos por querer construirnos el mejor de los edificios para albergar a tanta dicha como estamos dispuestos a sentir!. Sin miedos, sin temores…es para nosotros. En nuestra decisión está levantar el edificio más hermoso que hayamos soñado…en definitiva, también los sueños son el material con el que se construye la felicidad.

Manos a la obra.

4 comentarios:

  1. Tus últimos pensamientos están perfunamdos, tienen ese aroma de las flores frescas en la mañana. Ahora entiendo ese olor a jazmín...
    Verás, por lo leído hasta ahora, te veo completa y reestableciendote contínuamente. Eso te hace Flor y la dulzura y puereza con que te expresas, te hace Nata. "la creme de la crem", es decir auténtica.
    Un beso

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  2. Xara...ahora mismo estoy coloradita como un tomate!!..por Dios! no llego a tanto!...pero tu cariño inmenso llega a mi alma tan calentito...!! Gracias por él!GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS...!!!

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  3. Lo siento, no pretendía sonrojarte, solamente expresar mi sentimiento hacia lo que percibo de tí. Pero si te llega calentito, acógelo bien, que hace hoy mucho frío afuera.
    Un beso

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  4. Pues en mi parecer tan necesario es cultivar el interior como el exterior.
    Comparto con las filosofias orientalistas el conectar con el maestro interior, el infinito, la divinidad de la que somos parte aunque a veces nos despistemos....
    Pero....¿que gracia tendria ser tan sabios, compasivos e iluminados sin nadie a quien contarselo?
    Gracias por tus estupendos escritos!
    Besos

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