¿Haces cuentas contigo de vez en cuando?¿Pones al día los valores que tienes, los que has restado y los que malgastaste?. ¿Te queda lo suficiente para reconciliarte con lo mejor de ti?.
Hay un banco dentro de cada uno de nosotros; un banco con divisas diferentes. Con valores que no son documentos de texto, ni monedas tangibles. Con movimientos, imposiciones y extracciones que nada tienen que ver con el dinero.
Tu banco lo llevas llenando o vaciando toda tu vida. Naciste con un depósito excelso. Con valores por desarrollar de inconmensurable dimensión, con inversiones de tiempos lejanos legados por las generaciones que te preceden. Por cuantías numerosas de bondades y defectos. Con posibilidades y caminos abiertos por elegir y transitar.
Y la vida te hace crecer en ese camino de elecciones infinitas donde te equivocas, caes, haces caer a otros, te levantas y recomienzas siendo cada vez una persona diferente ya.
El banco interior controla cada movimiento y va sumando o restando cada valía con la que partimos. Llega un momento en el que hay que hacer cuentas. Hay que ponerse cara a cara con el alma y preguntar… ¿qué estoy haciendo mal?¿por qué me pierdo aunque intente utilizar la brújula de mi razón?¿qué es lo que no veo?¿dónde está mi
equivocación?.
Hacer cuentas contigo te llevará a ver también tus fortalezas. A sonreírle a la vida aún en pésimas circunstancias. Al final, casi nada es tan grave que no se pueda resolver si se pone voluntad.
Si el saldo es negativo habrá que aplicar una evaluación sobre nuestros actos para mejorarlos. Si es positivo solo queda la gratitud, como moneda de cambio, para seguir celebrando la vida.
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