Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 25 de noviembre de 2018

¿QUÉ ESTÁ BIEN Y QUÉ MAL?



            Damos mucha importancia a pensamientos, creencias, reglas y costumbres que no lo son tanto. Muchas dependen de las épocas, los tiempos históricos en los que nos hallemos, las culturas o la propia forma de habernos educado. Lo peor es que se convierten en nosotros en auténticas leyes que no se nos ocurre ni cuestionar. Pero todo es relativo.



         A veces, recriminamos detalles sin importancia, nos enconamos con procedimientos sin valor, batallamos por defender “lo inconsistente” y dejamos de lado lo fundamental que ni siquiera logramos advertir.

         Dejo hoy un breve relato muy adecuado a esta especie de blindaje que la cultura adhiere a nuestra mente y que tanto nos impide ver aunque miremos.

…”Un monje de gran devoción e instruido, cruzaba una vez un río en barca cuando al pasar al lado de un pequeño islote, oyó una voz de un hombre que muy torpemente intentaba elevar unas plegarias. En su interior no pudo por menos que entristecerse. ¿Cómo era posible que alguien fuera capaz de entonar tan mal aquellos mantras?.

           Tal vez, aquel pobre hombre ignoraba que los mantras debían recitarse con la entonación adecuada, el ritmo y la musicalidad precisos, con la pronunciación perfecta. Decidió entonces ser generoso y desviándose de su rumbo se acercó al islote para instruir a aquel desdichado sobre la importancia de la correcta ejecución de los mantras.

                No en vano, se consideraba un gran especialista y aquellos mantras no tenían para él ningún secreto. Cuando arribó, pudo ver a un pobre andrajoso de aspecto sosegado cantando unos mantras con poco acierto.

             El monje, con serena paciencia, dedicó algunas horas a instruir minuciosamente a aquel individuo que a cada momento mostraba efusivas muestras de agradecimiento a su improvisado benefactor. Cuando entendió que por fin aquel sujeto sería capaz de recitar los mantras con cierta solvencia se despidió de él, no sin antes advertirle:

-Y recuerda, mi buen amigo, es tal la potencia de estos mantras, que su correcta pronunciación permite que un hombre sea capaz de andar sobre las aguas.

Pero apenas había recorrido unos metros con la barca, cuando oyó la voz de aquel hombre recitar los mantras aún peor que antes.

-Qué desdicha -se dijo a sí mismo-, hay personas incapaces de aprender nada de nada.

-Eh, monje -escuchó decir a su espalda muy cerca de él.

Al volverse vio al pobre andrajoso que, caminado sobre las aguas, se acercaba a su barca y le preguntaba:

-Noble monje, he olvidado ya tus instrucciones sobre el modo correcto de recitar los mantras. ¿Serías tan amable de repetírmelo de nuevo?.


           No han dicho que está bien y qué mal. ¿Pero es así realmente?¿No será la intención, la actitud y el compromiso del corazón el que ejerza el poder de discriminar?.

                  Pensemos en ello.

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