Todos buscamos siempre un lugar, una persona, un apoyo en el que
sostenernos o al que acudir cuando el cansancio llega, los problemas nos
desbordan o simplemente nos encontramos con un tono emocional bajo.
Uno de los trabajos más importantes que debemos hacer es con
nosotros mismos. Construir un lugar dentro en el cual podamos refugiarnos, en
el que estemos seguros, en el que nos encontremos en silencio y muy serenos.
Hemos de empezar por tener momentos a solas. Quedarnos con nuestra
voz interior escuchando, dejando que los pensamientos pasen delante de
nosotros, observando qué nos decimos cuando nadie nos ve y comprendiendo el
mensaje que nos transferimos.
Uno va perdiendo apoyos en la vida y encontrando otros. Pero la
madurez te enseña. Aprendes a cobijarte en ti mismo y a encontrar en ese rincón
del interior un lugar al que acudir con frecuencia para recibir la serenidad
que necesitamos.
El proceso de vivir te hace comprender que ponemos demasiado acento
e importancia en el exterior, a los
amigos, en la pareja o en la familia y nos damos cuenta, poco a poco, que todo cambia
que los amigos se van marchando, que la pareja permanece o no, que la familia
toma su rumbo.
Lo que de verdad queda
siempre es la convivencia con uno mismo y
nada mejor que construirnos un hogar dentro para vivir siempre en armonía con
nuestro ser.
Este proceso requiere tiempo y dedicación. Cuando hablamos de hogar
entramos en los matices del bienestar. La sensación de estar en “tu sitio”, de
encontrar un calor que abriga el alma, de ser siempre bienvenidos. Es algo
semejante a quitarte unos zapatos que te aprietan. Ese efecto de liberación y
soltura que tanto nos agrada.
Lo bueno que tiene crear un espacio interior es que puedes decorarlo
como desees y poner en ello el mayor amor del que seas capaz.
En definitiva va a ser para ti. Tú y nadie más que tú podrá acceder
a él.
Sólo tú gozarás de la sublime sensación de descalzarte sobre el
suelo que desees y elevarte tan alto como sueñes.
Si aún no lo tienes, comienza por imaginarte cómo será.
Luego,
tranquilamente, hazlo realidad.
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