Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 22 de mayo de 2018

LO QUE NOS ATERRA


Lo que nos aterra tiene que ver con los miedos inconscientes, con los temores manifiestos y hasta con los placeres presentes.
Nos aterra perder y nos aterra ganar.

Tememos que lo que nos agrada se nos vaya, que lo que nos asusta venga y que lo primero sea definitivo y que lo segundo se quede.

Muchos de nuestros miedos y fobias son inexplicables. No sabemos de dónde vienen, ni por qué. No sabemos a quién culpar ni a quién agradecer. Estamos perdidos en el túnel del tiempo de nuestro ADN y navegamos por la historia de nuestra biografía con un saco de temores a cuestas que, muchas veces, nos vencen.

C. Jung hablaba del “inconsciente colectivo”, ahora se escuchan semejantes hilos conductores en las denominadas “constelaciones familiares”, entre otras corrientes. 

De lo antiguo a lo moderno, del pasado al presente está latente la idea de que cuando llegamos a esta experiencia terrenal no lo hacemos solos. Traemos con nosotros la experiencia, las vivencias y el resultado de toda la vida emocional de los antepasados ligados a nuestra línea antecesora e incluso, de la especie humana a la que pertenecemos, en último término.

Parece una losa pesada pensar esto. Determinismo absoluto sobre el que poco podemos hacer. Sin embargo, no es así. No llegamos solos porque nunca estamos solos aunque lo parezca. Y lo que se nos revela como un legado en el que estamos atados, se convierte pronto en un regalo que las generaciones que nos trajeron hasta aquí, nos prepararon para hacernos maravillosamente diferentes.

 



A veces, no somos nosotros quienes respondemos de una forma u otra; en ocasiones, tampoco los que sentimos rechazo, miedo o fobia ante algo de forma imprecisa, ni los que manejamos con acierto habilidades exquisitas que se presentan también como desconocidas.

Para bien o para mal, estamos ligados filogenéticamente a una especie y biográficamente a una familia.

Jung tenía razón; las corrientes modernas que pretenden dar explicación a emociones súbitas y espontáneas sin sentido, también. Algo hay en nosotros que no vemos, algo que presentimos, algo que está presente y se nos escapa. Tenemos la necesidad de dar explicación a todo lo que nos sucede, a todo lo que aprendemos y a todo lo que vivimos. En este caso, nos faltan palabras.

 Basta vivir hacia dentro, cerrar los ojos y sentir que en tu forma de actuar no sólo estás tú. Tus antepasados te acompañan.

También esta idea puede resultar reconfortante.

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