Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 8 de diciembre de 2017

LO ÚNICO QUE NO OLVIDARÁS NUNCA




Hace años, este día era el día de la madre. No me gustan los “día de”…aunque como he dicho alguna vez, de otro modo, mucha gente nunca se pararía ni a recordar lo que celebran.




Nunca nos separamos del todo de ese cordón umbilical que nos ha unido a ella. Somos parte de su cuerpo, de su alma… y eso tiene memoria.

Los mejores y los peores dolores emocionales llegan a través de la relación con la madre. No todo son mieles. Hay hijos/as que nunca han conectado con ellas o que se han sentido rechazas sin saber el motivo o que ven diferencias dolorosísimas que sienten como el más profundo abismo. Pero en cualquier caso, hablo de amor y del dolor del desamor derivado de la incomprensión.

Todo puede llegar a olvidarse. Todo borrarse de la memo
ria, pero lo único que permanece por siempre es la palabra “madre”. Lo he visto muchas veces en personas aquejadas de Alzheimer. Lo he visto en personas moribundas. Lo he visto en momentos de peligro.

¡Madre mía! Y ¡Dios mío!... expresiones a las que uno se aferra seamos creyentes o no.

De cualquier forma, si somos madres o no, siempre seremos hijas/os y sabemos que eso se lleva muy adentro; incluso cuando, por la causa que sea, reneguemos de su forma de ser, de su pesadez, de su quejosa manera de instalarse en la vida o de su forma de tratarnos.

He dicho muchas veces que somos “victimas de víctimas”. 

Posiblemente, la clave para entender conductas que nos duelen con respecto a nuestra madre, sea comprender lo que ella pasó, cómo fue educada, en que ausencias, en que falta de afectos, en qué forma de ser excluida, en la manera de ser integrada.

Repetimos esquemas aunque los rechacemos porque lo hacemos de forma inconsciente. Se pegan a nosotros como adheridos con una cola fuerte de la que no podemos sacudirnos.

Lenta y apretadamente, van invadiendo nuestros modos y se instalan en las respuestas automáticas llegando incluso a ser  lo principal de nuestro carácter. 

Así de irónica es la vida. Así funciona la respuesta por imitación.

Rescata la imagen de tu madre. Si es amorosa y dulce piérdete en ella. Si es dolorosa y abrasiva, compréndela. De cualquier forma, no olvides que existió ese cordón umbilical que siempre te unirá invisiblemente a su corazón.

Por todas las madres del mundo. 

Ninguna igual. 

Todas únicas.

Todas,  puro amor en sus millones de formas.

¡Por ellas!

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