En
la entraña cálida del hueco inerte que dejó tu ausencia,
hierve
bajo la luna seca el agua mansa que te espera.
Cantan
los olivos se llenan las acequias,
Se
levantan las nubes negras desde el cielo
hasta la alberca.
Salpican
y juegan las alondras viajeras,
Trayéndome
suspiros desde lo alto de tus quejas.
Y
miro impávida por la ventana que has dejado abierta,
A
ver si llegas en tu caballo color canela.
Que
te vayas de tu casa, sin dejar de estar en ella
Que
llegues ávido a la mía, descansando sobre mi puerta
Y
cuando la luna apague su luz y quede todo en tinieblas
Me
susurres al oído que la vida sin mí es Semana Santa sin peinetas.
Que
navegues dulce por aguas las tibias de mis rabietas
Y
me lleves suave a lo más alto del deleite cual cometa;
Que
de mis lágrimas amargas haré una soga para atar tu alma libre de poeta.
O
te diré adiós con el chocolate caliente rebosando entre mis
dedos y tus ganas de
probar mis labios y mi lengua.
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