Cuando
la vida no te sea leve, agárrate fuerte. Vienen tiempos duros y el invierno se
acerca.
Sonreír
siempre, estar en un estado de plena felicidad, no suceder nada que
desequilibre nuestra armonía es un infantilismo.
Nada
va bien siempre. Convivir es muy complejo. Somos seres sociales pero también
estamos preparados para la lucha y la diferencia; y para dejar de respetarla,
en muchas ocasiones.
Hay
personas que no han salido de la etapa en la que todo es rebeldía y lucha.
Mantienen una adolescencia perpetua que la prolongan hasta edad muy avanzada.
En estos casos, los problemas se multiplican.
“Ni
contigo ni sin ti tienen mis males remedio”, dice una canción de hace décadas
pero vigente en su contenido.
Las
desavenencias aparecen y cuando hacen presencia hay que saber valorar el camino
recorrido hasta entonces; poner en una balanza lo que aporta la persona o lo
que resta en mi; arriesgar una vez más, si merece la pena para no tirar la
toalla…y se tira que sea tan alto que te
dé tiempo a recogerla antes de que toque
el suelo.
La
vida es muy simple pero no está exenta de complicaciones. Tener una actitud
tolerante y reflexiva ante ellas puede darnos la victoria cuando la marea sube.
Después,
una vez restablecida la calma, todos salimos fortalecidos. Conocemos un poco
más al otro y lo mejor…nos conocemos mejor a nosotros mismos.
Seguro
que habremos aprendido otra página de la lección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario