Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 5 de junio de 2016

VIAJE A ÍTACA ( Relato del Domingo )



Domingo anterior

(…) Después de un largo rato en silencio fue en busca del primer cigarrillo de la mañana. El paquete de tabaco estaba encima de un papel doblado que no recordaba haber puesto allí.
Mientras sacaba un cigarro de su interior, tomó en su mano aquella hoja de papel un tanto arrugada y sucia.

¡No podía ser!...aquellas letras estaban escritas en sanscrito. Era la nota que había metido en su bolso en la última escena de su sueño…

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Relato del Domigo ( 05_06_2016)

Cuando alargó su brazo para coger la nota se dio cuenta de que en sus muñecas había unas marcas pronunciadas. Sin duda no era un sueño lo que acababa de suceder.

Estaba mareado y con la vista no demasiado clara. No había duda de que le habían drogado. Era médico y conocía a la perfección los síntomas de una droga química.

Se sentó en la cama desplomándose entre aquellas sábanas arrugadas al azar. ¡No podía ser!. ¿Quién le habría llevado hasta allí?¿Dónde estaba Swa?.
Al instante se percató de unas tenues pisadas que parecían deambular alrededor del dormitorio. Era evidente que no estaba solo.

Se acercó a la puerta para escuchar el tránsito de unos pies que parecían diminutos y ligeros por el calado, casi imperceptible, del talón en la madera del suelo.

.-¡Una mujer!.- Pensó inmediatamente en su amante pero acto seguido pasaron por su mente las últimas imágenes de aquella horrible escena junto al caserón donde aquella mujer había sido violada. 

.-¡No puede ser!, se desvaneció en mis brazos. Ni siquiera sé si sobrevivió. ¿Quién puede ser?.- Comprobó que los pasos se acercaban sigilosamente. No pudo evitar un sobresalto que aceleró su corazón hasta llevarle a sus sienes.

Retirándose de la puerta intentó pronunciar alguna palabra de alerta pero se había quedado sin voz. 

De nuevo, sintió que otra persona se acercaba también. El miedo le impedía abrir la puerta de su habitación y averiguar qué estaba pasando.

Unos golpecitos sordos y repetidos se incrustaron en la puerta.

.-Toc, toc, toc… ¿señor está despierto?. ¿Puedo abrir la puerta?.- Aquel permiso era solicitado por una delicada voz desconocida. Su acento extranjero parecía proceder de un país oriental. Inmóvil y desorientado permaneció en silencio. Sin embargo, los golpes volvieron a repetirse.

.- Lo mejor sería volver a la cama y aparentar estar dormido. – se dijo.Tal vez de esa forma pudiese saber qué sucedía.
Tras esperar unos breves instantes, la puerta se entreabrió dejando a la vista dos mujeres muy diferentes.

Una de ellas de cuerpo ligero y frágil. Baja de estatura y con sencillas ropas que denotaban su condición de asistenta. La otra, alta y elegante. De aspecto frío e indiferente.  Ambas desconocidas para él.

Entre las sábanas pudo escuchar la conversación que ellas mantenían.

.- El señor aún duerme.

.-Hay que comprobar que es así.  ¿Seguro que le puso la dosis adecuada?.

.-Sí señora. Hice todo lo que usted me dijo.

.- Bien. Cerremos la puerta entonces. Aún dormirá algunas horas más.- Y diciendo esto, la mujer de pelo largo y moreno cerró la puerta dejando un diminuto papel entre ésta y el marco.- Sabremos si la ha abierto. No podrá escapar de aquí…

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