Mientras
nos reuníamos para comer pensaba qué de vueltas da la vida y lo realmente
ineficaz que es hacer planes.
Siempre
pensé venir a este lugar con otra persona. Idee mil y una historias entorno a
esta maravillosa vista. Saboree los caldos que nunca he llegado a tomar y soñé
que estas imágenes las vería de otra forma.
No
ha sido así. Sin embargo, la vida sigue y hora tras horas nos enseña como la
mejor maestra.
He
disfrutado de esta magnífica visión en compañía de gente que también quiero.
Posiblemente la historia no se escribe linealmente y haya saltos que no
esperamos pero lo que es seguro es que no se detiene.
Es
difícil abrir un hueco en la mente y dar paso a lo que soñamos de otra forma,
aún así, en cualquier caso lo importante es que el destino nos lleva a los
mismos lugares que un día deseamos ver, sea como sea.
Ha
sido un viaje tranquilo, de charlas largas y risas breves, de serenidad y deleite
de la mirada, de amistad dulce y de sosegada ilusión que ha pintado un paisaje
diferente en mi día a día.
No
hay planes que hacer. Hay que vivir sin planear pero sabiendo que hay un
presente que mañana llevará a un futuro.
No
se puede vivir en el vacío. Tampoco creer que todo está seguro ni que hay un
solo camino: el que tenemos entre las manos.
La
intención nos lleva a lograr que en algún momento los puntos se unan y se
produzca las mismas situaciones aún con otra gente.
Cada
persona tenemos un ángel. Una piel diferente, un olor distinto y una manera
personalísima de hacer que a nuestro alrededor haya magia.
Puede
que la impermanencia de la vida nos haya dejado disfrutar de alguien un tiempo
y que luego el panorama humano cercano se renueve.
Puede que no siempre estemos con la misma
gente.
Puede
que aún nos quede muchas personas por conocer. Pero ante todo nos llevaremos la
impronta única de cada una de las personas que pasen por nuestra vida, sin
olvidar que algunas, estén o no, quedarán para siempre con nosotros.
¡Un
brindis por la vida¡
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