Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 13 de noviembre de 2013

MISIÓN CUMPLIDA



Uno a veces siente que ha cumplido con su misión. Que no queda nada más que  de ti dependa y que lo que has podido hacer, lo has hecho.
En la propia vida hay misiones que están diseñadas para nosotros. A veces, descubrimos cuales son y entonces, todo es más fácil. Lo peor es no saber a qué debes enfrentarte. No tenerlo claro, ni ver la dimensión del contrincante. Pero cuando uno descubre la parte que le corresponde hacer es mucho más fácil que lo haga bien y que se esfuerce por ello.
Todos tenemos una misión, o muchas. En cada una hemos de conocer el plano de ruta y si no está muy claro, comenzar lentamente caminando para ir abriendo senda entre la maleza de la selva.
En ocasiones, debemos retroceder para plantearnos nuevamente la dirección a seguir, otras veces no hay más remedio que parar por mucho que nos duela hacerlo y en la mayoría, hay que continuar a pesar de todo.
Hay misiones que se agotan en sí mismas y duran poco, aunque tratemos de estirarlas. En este caso, alargar la agonía no sirve de nada y por más que lo pretendamos no podremos avanzar desde el punto en el que debimos pararnos. Hay otras, en las cuales todo es poco. Cada esfuerzo es una oportunidad más para mejorar y ayudar a otros y el trabajo bien hecho, entonces, merece la pena.
Uno se siente a gusto cuando hemos servido de algo a los demás. No hay gratificación mayor que una mirada de agradecimiento, un apretón de manos o una sonrisa de regalo. Lo saben bien toda las personas que se dedican al voluntariado. Ellas, mejor que nadie, reciben mucho más de lo que dan aun sin moneda de cambio.
No hay nada mejor que proporcionar felicidad a los demás sin esperar nada a cambio.  Es la mejor misión que podemos cumplir, sean hijos, familiares, amigos o desconocidos. Con éstos últimos, la propina que recibimos se multiplica ampliamente porque al no existir ninguna obligación que justifique el intercambio de afectos, todo resulta, aún, mucho más gratificante.
La principal misión la tenemos con nosotros mismos. Conocernos, aceptarnos y querernos es el primer paso para cedernos a los demás y lograr, a través de ello, ser felices.
Es una apuesta con premio seguro.

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