Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 26 de noviembre de 2013

AL FINAL DE TODO



Al Final del todo queda poco, muy poco. El final de cualquier cosa es siempre un resumen. Se trata de hacer cuentas, de poner el deber y el haber en las columnas correctas y de reconocer que de poco vale la bravura cuando se fundamenta en la soberbia y el orgullo porque todo eso, al final, no cuenta o tal vez sí, pero si lo hace es para marcar las líneas que definen las soledades y las amarguras.
Cuando la vida nos sonríe no nos acordamos de guardar para cuando llegue el invierno. Y guardar, en este caso, no significa atesorar más de nosotros mismos, sino más del resto.
Es difícil pensar en la sequía en tiempo de inundaciones. Es imposible pensar en el hambre cuando estamos saciados por los banquetes.
Nunca gustan los finales cuando no significan un nuevo comienzo. Cuando algo termina, cuando la vida lo hace, hay que estar preparado con nuestro mejor equipaje. Y sabiendo que nada nos llevamos, ni siquiera a nosotros mismos, no puede haber mejores maletas que las que están repletas de buenos recuerdos, de emociones imposibles de olvidar, de inversiones en felicidad a fondo perdido, de pasiones satisfechas con los cinco sentidos y de felicidad en secuencias maravillosas que dejen una huella imborrable.
Sin embargo, si la siembra ha sido abundante la cosecha traerá buenos resultados y la mies estará disponible para alimentarnos en el último tiempo. No pasaremos hambre ni sed de amor, ni nos faltará quién nos regale una sonrisa o nos tienda la mano para ayudarnos a seguir un paso más allá.
Al final de todo, sólo queda el amor que hayamos regalado y el que nos hayan devuelto como respuesta. Toda la bondad que haya cabido en nuestro corazón y, sobre todo, toda la sinceridad con la que lo hayamos entregado, una y otra vez.

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