Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 7 de septiembre de 2013

LAS ILUSIONES PERDIDAS



Debería haber un lugar donde se guardasen las ilusiones perdidas. Una oficina de esperanzas distraídas custodiada por un mago que pudiese encontrarlas al instante. Estoy segura de que todos querríamos que nos diesen nuestra vez allí.
         Cuando crecemos vamos dejando, como un rastro de cometa, las ilusiones que nos ayudaron a ser lo que somos. Acortamos el paso y respiramos más profundo. Reímos menos y nos preocupamos más y con ello cedemos el lugar de la fantasía a lo que hemos denominado la “cruda realidad”, que no es otra cosa que el día a día sin entusiasmo.
Seguro, que en el cajón de los recuerdos aún podemos encontrar ilusiones sin fecha de caducidad. Delirios y quimeras que construyeron en nosotros la valentía, el arrojo y la vehemencia de cumplir con nuestros sueños y ver que nos llevan de la mano.
Todos hemos dejado parte de nuestro corazón en ello y ahora le tenemos remendado por muchos sitios. A veces bordado, a veces cosido y otras emparchado. Con cicatrices hechas de puntadas y patadas. Con bordes deshilachados y discontinuos, con flecos que se bambolean de lado a lado, con pespuntes que intentan cerrar para siempre viejas heridas o con bodoques y zurcidos que hilvanan a duras penas su forma.
Sin embargo, si buscamos bien…si entramos por alguna de sus rendijas encontraremos las viejas fantasías que iluminaron nuestras sonrisas en otros tiempos, los perritos de peluche, los balones, las muñecas y los coches, los primeros vestidos destinados a gustar, los olores, los sabores y hasta los viejos libros que siempre nos esperan, aún dormidos.
Volver al pasado, en este caso, siempre nos hará bien. Posiblemente podamos recatar del olvido ilusiones en buen uso, sueños que han crecido en silencio y fantasías que ahora sí pueden hacerse realidad.
Esta noche voy a intentar buscar en mi baúl. Estoy segura que alguna ilusión de la que ni siquiera me acuerdo, puede hacerme aún muy feliz. Al fin y al cabo, eso es lo que buscamos todos. Gotitas de felicidad que caigan sobre nosotros como una fina lluvia en aspersión.

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