Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 28 de septiembre de 2013

LA VIEJA COSTUMBRE DE GUARDAR

Hay un refrán que reza…” quién guarda, halla”…pero a veces lo que se halla no es lo que deberíamos haber guardado. Tenemos la vieja costumbre de amontonar cosas que no sirven ya. Que estamos seguros de no volver a poner, de no tener necesidad de ellas porque hace mucho tiempo que no las utilizamos y porque su momento de uso, pasó. Sin embargo, nos empeñamos en dejarlas quietas, ahí en su rincón tal vez por si algún día llueve, por si hace frío, por si vienen mal dadas, por si no tenemos nada mas o simplemente por dejación y abandono.
         Cuando uno limpia los armarios se siente liberado. Es como si una losa hubiese dejado de aplastar nuestras espaldas y con la satisfacción de comenzar de cero, poder sacar la basura al contenedor.
         No podemos llenarnos de algo plenamente si hay aún un hueco, aunque sea visual, para aquello que espera ser tirado y nunca se tira. Es una especie de absurdo juego mental que te atrapa sin sentido.
         Los cajones deben estar limpios esperando llenarse de nuevo. Las estanterías colocadas en su sitio para colocar flores y fotografías con imágenes del presente y sobre todo, todos los espacios del corazón rebosantes de alegría esperando la tranquilidad de romper las cadenas con un pasado que no existe, ni volverá a existir jamás.
         Acumular no sirve de nada porque entre lo que se amontona hay viejos trajes que no encajan en nuestro cuerpo, faldas antiguas con vuelos sin gracia, chaquetas oscuras con botones negros, jerséis descoloridos y apretados que no podemos poner y un sinfín de pañuelos sin uso que jamás volverán a lucir en nuestro cuello.
         Si no eliminamos lo que sobra en nuestra vida, no podremos abrazar lo que esta nos regala de nuevo. No cabe del todo.
         No hace falta valentía porque la misión es mínima, solamente hace falta decisión para romper el fino hilo que nos mantiene ligados a una quimera, aun desamor, a un imposible o a un absurdo.
         Después de todo, ¿para qué se necesita lo que no calienta, no da luz y no cobija? ¿Para qué  lo que ya no está y ya no es?.
Respiremos profundo para tomar el aire nuevo de un nuevo tiempo y comencemos de cero, otra vez, una y mil veces más.

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