Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 27 de agosto de 2013

EL COMIENZO DE CADA DÍA



Algunas mañanas comienzan mal. Empiezan con equivocaciones, errores y despistes que parecen condicionarnos todo el día. Cuando esto sucede uno se siente alerta, como si el resto del tiempo que queda hasta la noche estuviese condenado a llevar el mismo tinte.
         Es difícil no contagiarnos de la sensación de esperar qué más va a suceder pero como siempre venimos diciendo, es indispensable valorar lo sucedido, saber el coste que tiene y asumirlo. Nunca nada de lo que  nos sucede es tan blanco ni tan negro. Hay matices que tal vez no vemos en un principio y que seguro que tienen algún tono favorable también.
         Lo mejor de un mal comienzo es saber remediarlo y no podemos hacerlo sino con la actitud que nos resta para los momentos que quedan. A mí me gusta ser práctica y ello conlleva a no dar demasiadas vueltas a lo sucedido, a extraer de ello un aprendizaje, por pequeño que sea, a aparcarlo en el rincón de los sucesos perdidos y a seleccionar las emociones que me provoca. No es sencillo aunque lo parezca. Pero tampoco imposible.
         Siempre digo que la mejor memoria es la selectiva. Todo está en ella indeleblemente pero podemos establecer cajones en los que vayamos  diferenciando lo que nos puede servir de lo que ya nos sirvió.
         La acción nunca se produce en el pasado. Lo que sucedió terminó. El ahora tiene otras exigencias y éstas siempre requieren lucidez para resolverlas a nuestro favor, en la mayor medida posible.
         Si has comenzado mal el día pregúntate dónde estuvo el error para no volver a cometerlo. Si lo que hay de malo en él no depende de ti, olvídalo, mantente a flote sobre el agua, quédate quieto y espera. Después de un tiempo cortito podrás reanudar la marcha. Eso sí, olvida lo sucedido o de lo contrario actúa…siempre concediéndote plenas indulgencias a ti mismo porque de otro modo, nadie lo hará.
         En el fondo, nunca pasa nada.

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