Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 15 de febrero de 2013

EL NECESARIO FILTRO DE LA MENTE



         Todo lo que pasa por la mente llega al corazón, de forma directa, sin intención consciente, ni argumentos que lo avalen. Por eso quizás debemos tener cuidado con lo que pensamos porque de ahí nacen, rápidamente, los sentimientos y las emociones más inverosímiles.
         Hace tiempo que pienso que necesitamos un filtro en la mente. Un tamiz que haga más fino nuestro criterio, que nos ayude a adelgazar lo que entendemos como problema y con el  que podamos dejar pasar lo más sutil que los demás depositen en nuestro cedazo.
         Hay que cribar lo que entra en la mente pero mucho más lo que pasa hacia el corazón porque en el corazón reposa, se ensancha y termina por fermentar.
         No podemos admitir todo lo que nos llega como saludable, ni siquiera como verdadero porque la salud de la verdad está en la necesidad de quién lo recibe y así vamos acomodando lo que entra sin pasar antes por la taquilla.
         Todo tiene un precio que a veces pagamos de muchas formas. El valor de no someter a revisión lo que vivimos, la experiencia que tenemos, los odios o los afectos de los que somos objeto, puede llevarnos a grandes desastres. Porque el mundo se estrecha cuando no vemos más allá de medio metro de nuestra persona y entonces cualquier cosa queda fuera de los límites admisibles y terminamos engulléndonos a nosotros mismos.
         Lo primero que debemos hacer, ante algo que nos asuste, nos someta a malestar o nos duela es quedarnos parados ante ello y buscar el mensaje que transmite con respecto a nuestra forma de ser y sentir.
Tal vez concluyamos que nuestro ángulo de visión es muy corto debido a las orejeras inmensas que nos impiden avanzar la vista, o posiblemente advirtamos la necesidad de abrir puertas a lo diferente por la necesidad imperiosa de que lo que dejemos asentarse en el corazón nunca le destruya.
         La mejor criba es la de Aristóteles cuando nos dice que sometamos a revisión todo lo que llega de acuerdo a tres criterios: si es verdad, si es necesario y si es algo que nos mejore. Si no pasa este examen…mejor dejémoslo correr.

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