Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 2 de septiembre de 2012

SECRETOS COMPARTIDOS

Los secretos, si son nuestros, llevan siempre parte del corazón implicado en ellos. Lo son porque no queremos que el objeto de silencio sea vejado por nada ni por nadie y porque de salir a la luz veríamos colonizada arte de nuestra alma por conquistadores a los que no damos la bienvenida.
Si hay algo que los demás no deben saber, deberíamos dejarlo en nuestro interior. Al abrigo de la confianza propia, en el refugio que proporciona aquello que constituye la masa misma de lo oculto.
Compartir secretos libera. Pero también encadena. Aquello que ponemos en manos de otra persona lo dejamos libre porque lo cedemos a su entera disposición y aunque ella misma se empeñe en olvidarlo, en muchas ocasiones no será así.
Lo que debe quedar oculto tiene una imperiosa fuerza centrífuga que todo lo absorbe. Por eso cobra entidad propia y termina dominando la voluntad del depositario. Inicia una quemazón leve que se ve alentada por el aire libre que riega el tránsito de las relaciones, y termina enredándose en un fuego de dimensiones indeterminadas que pasa de unos a otros en versiones distintas.
Los secretos compartidos dejan de serlo. En realidad, uno no puede dejar un bien tan preciado en manos de otro porque le obligamos a una responsabilidad que suponemos que acepta por el mero hecho de ser nuestro amigo o pariente. Le exigimos que en nombre de los lazos que nos unen nos concedan fidelidad y sobre todo lealtad incondicional. Que se comprometan a sufrir nuestro dolor o nuestra alegría y que tengan el silencio por pago de lo que sienten por nosotros. Pero cuando lo compartimos estamos alterando el derecho que le asiste a la otra persona de usar su libertad más allá de cualquier promesa.
Hemos de ser cautos y si lo que nos quema es un secreto verdadero pongámoslo en diálogo con el corazón; guardémoslo en su caja transparente y dejemos que la fuerza centrípeta de su centro lo eleve lejos, tanto que nos libere de la carga que representa sin dejar por ello de formar parte de nosotros mismos y nuestra más sagrada intimidad.
¡Feliz comienzo de semana!

1 comentario:

  1. Lo que hay que tener es gente madura a tu alrededor, y ser consciente de ello. Yo estoy en esa fase. Lo se porque ya me da más placer guardar un secreto que contarlo, asi pues, cuenta, cuenta, que aunque madura, también hay algo de portera en mí.
    ¡Ay cuanto te quiero!!!
    Buenas noches

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