Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 5 de septiembre de 2012

FELICIDAD A LA CARTA

Pensamos que la felicidad siempre está enfrente. Que los demás siempre son más dichosos y que cuando la desgracia llama a nuestra puerta nos elige solo a nosotros.
Todo está dentro de nosotros. En nuestra mente y en nuestro corazón. Todo lo que existe vive en el interior y ahí está también la posibilidad de elaborar, construir y levantar la felicidad día a día, paso a paso, minuto a minuto.
Tenemos un concepto desmedido de esta palabra. Hay vocablos inmensos que, al menos a mí, me ponen frente al abismo que se abre frente a ellos. Palabras como SIEMPRE, JAMAS, NUNCA...sacuden mi interior por la dimensión tan definitiva que las acompaña.
Habría que tratar de evitar usar estos imponderables porque nunca podemos estar absolutamente seguros de lo que haremos en una situación determinada y cómo, sin esperarlo, podemos reaccionar como creímos que no haríamos.
Ser feliz es estar dentro de lo simple de la vida. Abrazar lo pequeño, aquello que se escapa por las rendijas cuando no sabemos ver, tomar a sorbitos el néctar de los instantes que no se repetirán y de los que podemos ser conscientes cuando estamos viviéndolos.
La felicidad se construye pieza a pieza. No es algo que se nos de hecho, ni tampoco que no podamos modelar. Es como un juego de rol en el que hay que encontrar las claves para seguir avanzando al siguiente paso. Nadie sabe explicarla, nadie tiene el mapa que puede orientarnos acerca del camino a seguir para encontrarla, nadie puede experimentarla fuera de la apreciación intimísima en que se vive. Por eso todos nos empeñamos en matizar su color sin éxito porque para cada uno se compone de una sintonía diferente, de unas tonalidades distintas y de un aroma particular.
Uno no sabe dónde se encuentra pero seguro que es capaz de reconocerla al instante porque en definitiva, ser feliz no es otra cosa que el estado natural que nos constituye al venir a formar parte de esta experiencia terrenal…lo que pasa es que tenemos muy mala memoria y hemos olvidado que no hay que buscarla en ninguna parte, que la conocemos muy bien y que a lo sumo, para refrescar la memoria basta solamente volver la vista a la niñez y mucho más atrás, cuando aún estábamos pegaditos al cordón umbilical de nuestra madre.
Cerrar los ojos y recordar esa sensación de comunión con ella flotando sobre su sima sideral es la mejor experiencia que podemos tener.
Se me ocurre que cada vez que estemos mal, cada vez que nos lleguen tristezas echemos mano de esta imagen ecográfica y dejémonos ir en la sensación placentera de seguir ahí.

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