Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 2 de diciembre de 2011

APRENDER A DESAPRENDER

Comenzaremos el nuevo año, otra vez más, llenos de propósitos avalados por los mejores deseos de lograr lo mejor en nuestra vida con la nueva oportunidad que representa todo aquello que se inicia. Querremos tener la certeza de que llegará lo que tanto anhelamos o se mejorarán nuestros defectos. Incluso aparecerá la confianza en que las negativas emociones que experimentamos con aquellos que nos caen mal o no son, incluso, indiferentes, también cambiarán. No podemos pretender que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. Posiblemente, este año que está próximo a llegar, podríamos intentar la inversión del camino y en lugar de seguir aprendiendo a cometer errores que se superponen y calcifican, desaprender todo aquello que nos induce a ellos repetidamente y nos sumerge en una espiral centrífuga de la que no podemos salir. No hay que olvidar que siempre somos dueños de nuestra voluntad y en último término, nunca nada está completamente cerrado, decidido o resuelto hasta que nosotros digamos la última palabra.
Entre todo aquello que deberíamos desaprender está la toma de posturas herméticas con las que nos incapacitamos para entender, cambiar, aceptar, corregir o mejorar cualquier situación o conducta en la que nos veamos implicados. Debemos desaprender a someternos sin reflexionar, sin tener un juicio propio o sin darnos por vencidos antes de entrar siquiera en la batalla. Desaprender el sistemático y compulsivo hábito de juzgar con gratuidad, de pensar que el resto lo hace mal por no ser nosotros quienes lo hacemos, de instalar la manía persecutoria hacia quien no comparte nuestras ideas o no responde a nuestro color de piel, lengua materna o situación social. Desaprender los gestos de desesperanza que se aglutinan en nuestro rostro bajo cada línea de expresión. Desaprender los estereotipos nos que llevan a pensar que nada cambia, que las normas deben ser siempre las mismas o que lo considerado como correcto hasta el momento, debe serlo siempre. Desaprender que el sentido del honor debemos ejercerlo a nuestro modo, caiga quien caiga, para validar nuestros intereses. Desaprender las seguridades a las que tan atados estamos. Instalarnos en la certeza de que el equilibrio de nuestro futuro se basa en aceptar que los planes pueden desaparecer en un instante cuando la vida decide por nosotros y estar seguros de que cualquier momento es el adecuado para estar frente un cambio radical por cualquier suceso no esperado. Desaprender esa confortabilidad blindada por la rutina engañosa en la medida en que la realidad está en constante cambio. Comprender y tolerar la inseguridad natural de la vida cotidiana como la mejor forma de aceptar lo que venga. Desaprender que el amor propio significa egoísmo y que la mejor forma de querernos, sentirnos valiosos y ser felices es mejorándonos continuamente para compartirnos con los demás en esa mejora. Desaprender el camino que nos lleva a querer agradar a todos  porque eso no solo es imposible, sino ni siquiera debe ser deseable. Descender de las garantías que pretendemos conseguir en las relaciones y asumir que tener afecto por alguien hoy no significa que continúe mañana, si aceptamos el derecho de ambos a querernos en la más absoluta libertad de hacerlo así.  Desaprender que la felicidad está más allá de lo que ya tenemos para instalarse en lo que nos queda por conseguir y seguir pensando que siempre es un deseo insatisfecho mientras perdemos la oportunidad de rescatar aquello que teniendo valor en nuestra existencia, jamás tendrá precio. Desaprender el camino de las reclamaciones a la vida para que nos devuelva lo que sólo en ella está prestado. Y es todo. Desaprender a quedarnos en las buenas intenciones sin tomar parte activa en la acción transformadora y comprender que los cambios no solo deben ser responsabilidad de otros, sino que debemos comprometernos cediendo un enorme grado de energía, pasión y determinación de nosotros mismos para mejorar lo que criticamos. Desaprender que los estilos de proceder  de la gente tóxica, que se han expandido como un gas venenoso entre la mayoría de nosotros al concederlos cierto grado de normalidad, no solo no son lo deseable, sino que siguen siendo inaceptables. Que las venganzas nunca tuvieron un fin más ético que los motivos que llevaron a ellas y que no podemos comenzar mejor el nuevo año si seguimos empeñados en hacer de la derrota una justificación perpetua.
Desaprender, por último, a ignorar esa sensación de estar desbordados por emociones tales como el miedo, la ira, los celos, la culpa o incluso la alegría. Creer que amenazan nuestra paz interior y seguir la pauta, a menudo, de  preferir silenciarlas. Entender, eso sí, que las emociones en realidad son valiosos mensajes cifrados que nos dicen mucho sobre nosotros mismos y que si aprendemos a escucharlas y a dialogar con ellas, nos abrirán un nuevo horizonte vital, lleno de serenidad y mayor compresión de quiénes somos para actuar mejor y ser más felices. Entonces sí haremos realidad los buenos deseos que aún tenemos pendientes en la navidad.


8 comentarios:

  1. Oh! cuántas cosas hay que desaprender..., el desaprendedor que lo desaprendiere, buen desaprendedor será.
    Uno de los caminos hacia el "desaprendizaje", es la confianza en el Universo. Cuando confiamos en que éste nos deparará lo que buscamos,desde nuestra acción sincera, entonces los mecanismos de repetición desaparecen, y nos convertimos en cocreadores de Su voluntad. El engranaje de los errrores se para, es entonces cuando hay que dar el gran salto hacia el aprendizaje verdadero.
    No puedo ser más concreta en mi explicación, pero es que así lo estoy viviendo. Cada vez que reparo el error saliendo de mis movimientos programados, me aproximo más a esos deseos navideños, que cada nuevo año tienen de neo-natos.
    Un beso
    Xara

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  2. Buena exposición la de hoy. Añadiría nada más que a veces hay que desaprender de las rutinas paternas para encontrar nuestra propia identidad. Feliz desaprendizaje y liberación personal.

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  3. Xara, Xuan...desaprender no es fácil y menos aún si lo que tenemos anclado en las rutinas y en los hábitos de cada día proviene de la niñe, de los modelos paternos que tanto y tanto han calado en nosotros. Siempre mantuve que nadie cambia...años atrás...ahora siempre añado...pero se puede mejorar y mucho!! Un beso

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  4. Bueno, al menos conocer una parte de nuestra originalidad, es algo. Al menos saborear la esencia de nuestras vidas.
    Saludos a tod@s. y muchas gracias Flor y Nata por compartir tus reflexiones, tan ricas.Xara

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  5. Gracias siempre Xara!! a ti...a vosotros!!. Nada sería este rincón sin lectores. Y sobre todo gracias por observar de forma tan activa queriendo siempre ser mejor! Eres todo un ejemplo! Besos

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  6. Es mucha la suerte que tengo. Verás, si leo un libro de autoayuda, sucede que intelectualizo mucho lo que leo y entoces el tiempo real de la ayuda, no existe. En cambio este rincón me permite indagar en mi cotidianidad, porque de todas tus reflexiones hay mucho en cada uno de mis dias. Saludos nueva amiga.Xara

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  7. Flor y Nata, voy a quedarme unos días sin decir nada, porque creo que tengo que desaprender a comentarlo todo, sin tener encuenta que hay muchas personas puedan tener algo que decir. También por respeto a la limpieza de tus reflexiones. Un beso
    Xara
    Xara

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  8. Xara, creo que lo más alentador de todo este inteno de reflexionar, son vuestras aportaciones. Un monólogo no enriquece. Valoro mucho tu seguimiento y porque otros lectores no intervengan no debes sentirte en evidencia. Me parecen geniales tus palabras, tan sinceras y abiertas...respeto ese silencio que quieres abrir pero me seguirá gustando que continúes participando. Gracias!! Besos

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