Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 14 de agosto de 2011

Cualidades IV: Empatía y Compasión

Estas dos cualidades han de ir juntas. Posiblemente sean las más importantes con respecto a nuestra convivencia con los demás y a la disposición del camino idóneo para crear un ambiente de relaciones sano y constructivo. Educativamente, deberían ser actitudes que se ejercitasen en la escuela desde la infancia. En ello puede estar la clave para llegar a evolucionar como especie inteligente responsable de un mundo mejor. Las generaciones venideras que tomarán las riendas de la sociedad y el destino histórico del ser humano, deben derrochar empatía y compasión por los demás. No puede ser de otro modo si hemos aprendido algo a lo largo de nuestra dilatada y compleja evolución.
Ambas cualidades deben darse unidas. Si logramos ser empáticos, si de verdad nos duele lo que le sucede al otro, su malestar, su aflicción, su falta de fe, su escasez de amor, sus temores, sus frustraciones…entonces no podemos echar sobre él el veneno con el que responderíamos cuando la otra persona hace algo que no nos gusta o es de una manera que rechazamos. Hemos de comprender profundamente lo que siente y de este modo, será muy fácil comprenderlo y tender un puente de entendimiento y afecto hacia él. La compasión debe ser entendida como el sentimiento de amor y entrega más puro para con los demás. No se trata de sentir pena. No cabe la lástima que toma distancia para hacernos sentir superiores. No podemos posicionarnos en una tribuna para ayudar desde las alturas. Hay que bajarse al terreno del que sufre. Hemos de mancharnos con su barro si queremos tomar su mano para que se sienta seguro y sobre todo, amado. A veces, ni siquiera es necesario hacer nada más. Basta con que la persona que sufre se sienta escuchada, comprendida y querida para que por sí misma tome el vuelo necesario y despegue de su situación. Es muy sencillo amar pero solo se consigue, amando. Es muy fácil ayudar pero solo se logra, ayudando.
El corazón es el punto de partida. La mente llega después. Ninguna recompensa es mayor que la sensación de haber contribuido a que otra persona salga de sus miserias, tenga esperanza y recupere la capacidad infinita de amar sin límites.

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