Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 13 de agosto de 2011

Cualidades III: Altruismo


El ego no tiene límites, si no se los ponemos. Lo que comúnmente llamamos “egoísmo”, sin duda tiene su lado oscuro pero, como todo en esta vida, también es necesario para avanzar sobre la  autoestima propia y sentirnos seguros frente a los que quieren atropellarnos. Es preciso que en primer lugar llenemos nuestras manos de bondades, de valores, de riqueza espiritual para crecer personalmente y poder, más tarde, ofrecerlo a los demás. Porque en realidad, hemos venido para evolucionar en aquellos aspectos en los que nuestra alma aún no ha superado el umbral necesario para avanzar, pero también formamos parte de un puzle en el que estamos inmersos junto a los demás. Otros nos ayudan; nosotros ayudamos también. Pero nadie puede tender la mano a los demás si las tiene vacías, temblonas y sucias. Necesitamos unas manos firmes pero tiernas, suaves pero tersas, llenas de afecto y rebosantes de sabiduría. Esa que se hace con la experiencia y con el aprendizaje sobre los errores.
Una vez que seamos fuertes, que tengamos el ego en paz y nunca encapsulado dentro de nuestro escudo particular, podemos disponernos para ofrecernos al resto. Todo es un intercambio, un maravilloso flujo de interacciones que nos va componiendo a unos y a otros en esta red cristalina, invisible y sutil que permite que la humanidad avance con la esperanza de mejorar continuamente.
        Me ha gustado este texto que completa la reflexión de hoy.



“Todos vinimos a este mundo con vasijas vacías. Incluso un rey que nace en un castillo viene a este mundo con las manos vacías. Cuando el alma abandona este mundo, sube al Mundo de la Verdad con un saco lleno de buenas acciones en mano.
La única forma de elevarnos al Mundo de la Verdad como personas amables con un saco lleno de buenas acciones es saliendo de nosotros mismos, compartiendo de forma colectiva con verdadero interés por los demás.
Todos estamos tan ocupados cuidando de nosotros mismos y pavimentando nuestro camino en el mundo, que olvidamos cuán insignificantes son las necesidades del ego en realidad”.
 Rav Berg

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