Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 24 de enero de 2022

LA ASIMETRÍA DEL AMOR



La simetría perfecta del corazón, albergando sentimientos paralelos, es imposible. Siempre alguien quiere más, a alguien se quiere mejor o alguien nos prefiere sobre otros.

 

Ni siquiera se cumple con los hijos, ni con los padres. Parece que leer esto nos dejase un mal sabor de boca o incluso un impulso a repeler lo que contiene. Pero así es.

 

Por lo que sea, nos sentimos más unidos a unas personas que a otras; con más afinidades, con mejores cualidades amorosas. Puede que mucha gente piense que eso no es querer menos, pero de alguna forma es querer mejor y eso influye en su peso sutil para inclinar la balanza.

 



Nuestro legado cultural nos lleva a rechazar la imagen de repartir los cariños. Tampoco debemos aferrarnos a idea espartana de medir con exactitud las porciones de amor que se llevan los que nos rodean. 

 

No pasa nada por querer distinto. Ni tampoco por querer de forma desigual porque posiblemente lo que queremos de más a algunas personas se compense, en las otras, de igual rango, con estimaciones intensas de aspectos contrarios a nuestra forma de ser y sentir. 

 

Cuando sentimos afinidad por cariños que son más cercanos, solemos reconocer en ellos algo nuestro; algo que se asemeja a lo que somos, algo que lleva nuestra marca y nuestro mensaje. Y en ese infinito flujo de cercanías nos sentimos seguros y disponibles por medio de una corriente de correspondencias inigualables.

 

Lo anormal es calibrar al milímetro los afectos. No permitirnos ni la más mínima posibilidad de disparidad. Al fin y al cabo, importa la cualidad con la que se ama porque no va de cantidades el tema.

 

 Cuando se ama a alguien, se ama. Poner los adverbios:  “mucho”, “poco”, “algo”…no tiene sentido, como no lo tiene sentirse culpable por hacerlo de otro modo.

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