Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 7 de noviembre de 2019

LAS DEBILIDADES INCORREGIBLES



Es muy difícil cambiar. Nos acomodamos, reorientamos la conducta, nos adaptamos a las circunstancias, aprovechamos oportunidades para recolocarnos; sin embargo hay debilidades, vicios ocultos o secretos inconfesables que siguen ahí.

Hay una formación del esqueleto conductual de la persona, de su armazón emocional que se gesta en la infancia. 



Las ausencias y las presencias, las palabras dichas o las silenciadas; los gestos, las actitudes, las miradas, la agresividad, las revanchas o los malos modos son, nada más ni menos que el molde del que saldrá la persona adulta que crece en ese niño.

Hay debilidades que cuestan un alto precio. Hay formas de ser y estar en la vida que traen de cabeza a los de alrededor. Personas que tienen el blanco en sí mismos, que poco les importan las consecuencias de lo que hacen y que si alguien les pone frente a sus acciones las obvian o desvían responsabilidades, con efecto rebote, hacia quienes les increpan. 

Hay debilidades incorregibles. Se aceptan o no. Se aguantan o no. Se soportan o no, porque la experiencia nos dicen que no son negociables, que se repiten idénticas ante circunstancias semejantes y que por mucho que nos prometan cambios, estos nunca llegan porque están pegadas a la piel.

Ante lo que no nos gusta de los demás solamente cabe retirarnos porque si pretendemos cambiarlo, ni es sano ni es posible.

Cada uno tiene hecho sobre sí su propio edificio, con sus alturas y sus sótanos. Con sus azoteas y sus cloacas.

Adentrarnos por la puerta grande es equivocarnos de dirección si tenemos expectativas que no encajan con la arquitectura humana que llevamos dentro como propia.

Todos tenemos debilidades; algunas incorregibles.

Otras obviables y la mayoría recurrentes.

No hay malos y buenos.

 Posiblemente hay listos e ingenuos.

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